Los clubes de la Rosarina, Arijón y Juan XXIII, fueron castigados por robos en sus instalaciones, que fueron frecuentes en las últimas semanas y sus dirigentes hastiados por la situación, reclaman mayor seguridad.

Este miércoles, la entidad de barrio Saladillo, sufrió el robo de una hormigonera y otras pertenencias. Conclusión dialogó con el presidente de la entidad sureña, Carlos López, que contó el episodio: «Cuando llegamos vimos que una puerta estaba violentada, en un sector donde no hay alarma, nos robaron una máquina hormigonera, rollos de alambre, dos discos de arado y un par de reflectores».

López, realizó la denuncia este jueves en la comisaría 15ª y mostró preocupado por la difícil situación que se vive en las instituciones: «Los clubes de barrio estamos muy expuestos, necesitamos mayor seguridad. Tenemos que buscar la manera de evitar más robos, tal vez poner un casero. Ya no sabemos que hacer, ya perdí la cuenta de las veces que nos robaron, serán cinco o seis veces, te da mucha impotencia todo lo que pasa».

Por otro lado, en Juan XXIII, también hubo robo en los terrenos que recibió de parte de la Municipalidad de Rosario, hace un tiempo atrás, en la zona sudoeste. La entidad roja sufrió dos robos en los últimos meses y por tal motivo no pudo terminar con las obras.

El vocal titular y ex presidente del club papal, Maximiliano Altolaguirre le dijo a Rosario Fútbol que: “Hace dos meses nos robaron la bomba de agua y la repusimos. Ahora teníamos puestas las chapas del techo y las puertas y nos robaron las chapas y una puerta. Tuvimos que frenar las obras porque a la noche se meten por el tejido de atrás, el que da a Bulevar Segui, y nos sacan todo”.

“Tendremos que cerrar bien toda la parte de atrás del predio, antes que nada, porque de otra manera estamos muy expuestos a que nos sigan robando. El tema es que ese cerramiento tiene un costo bastante alto en este momento”, aseguró Altolaguirre.

Los clubes de barrio que son parte de la Rosarina, hacen un gran esfuerzo para acondicionar sus instalaciones y intentan preservar el mobiliario, pero la delincuencia es implacable y les roba los sueños de tantos pibes que allí concurren.