Por Fabrizio Turturici

Central fue solo una repetición de errores en la caída de 2 a 0 contra River y quedó fuera de la competencia, donde los pocos destellos de luz que se hicieron presentes en la noche del Gigante de Arroyito no fueron suficientes para evitar el fracaso de una idea. Es que a partir de este límite que significa la no clasificación a la próxima fase, solo queda cambiar el sistema -según lo que pueden ofrecer los jugadores- o insistir y, muy probablemente, morir con las botas puestas.

En el primer tramo del encuentro se repitieron con exactitud los patrones de siempre, aquellos que el entrenador reconoce y trabaja para corregirlos, pero que no ven sus frutos en la puesta en escena del fin de semana. Así, volvió a verse un equipo desequilibrado, pocas veces peligroso en ataque pero siempre en defensa. Esto, sumado a la inseguridad de un arquero que no se afianza, lo hizo correr en desventaja prácticamente desde el comienzo de la noche.

La última línea se exhibía vulnerable producto de centrales adelantados y abiertos con laterales perdiendo la espalda de manera constante. Y aunque el trabajo de Rinaudo era bueno, tanto en la contención como en la salida, resultaba insuficiente por no cumplirse con las coberturas. Tan mal parado quedaba al volver de manera desordenada, que cada vez que un jugador perdía la pelota, sin importar la distancia con el arco, se presentaba una fuerte amenaza de gol en contra.

En su faceta ofensiva, Central solo funcionaba por la banda izquierda, con alguna expedición individual de Blanco o Ferreyra, mientras que la derecha sigue completamente anulada desde el inicio del campeonato. Por el centro, la posesión tampoco fue cómoda dado que River presionaba a Vecchio, el eje por el que pasaban todas las conexiones, y a los demás solo les quedaba el recurso del pelotazo a la nada.

Lo cierto es que más allá de los altibajos auriazules, el plan de juego nunca pudo verse reflejado en la cancha (o sí, de manera negativa). En este contexto, quizá sea momento de pensar que una defensa lenta difícilmente pueda jugar adelantada, un mediocampo que no cubre los vacíos está destinado a quedar mal parado y una ofensiva solitaria solo puede depender de la genialidad de alguno de sus integrantes. Así, fue, es y será muy complicado.