Por Pablo Bloise

Cuando estaba al borde del cachetazo final, supo reinventarse. Central se tuvo que poner el overol para sacarse de encima a un Boca que asustaba y mucho en la previa, pero el Canalla de Montero mostró una nueva cara y no falló. El conjunto del uruguayo se mostró aguerrido, fue eficaz en una de las pocas jugadas claras que tuvo y le cortó todos los circuitos de juego a su rival, eliminándolo de la Copa Argentina una vez más.

Independientemente de los condimentos que trae consigo un Central-Boca, entre penales no cobrados y fallos polémicos, Central se plantó y le hizo frente a uno de los mejores equipos de la actualidad y supo explotar cada virtud de sus jugadores para ir construyendo un triunfo por 1 a 0, que hasta pudo haber tenido algún que otro gol más a su favor.

La tensión que se había generado, ya con la ventaja consumada, sumada a los constantes embates de Boca buscando el empate, formaban un cóctel muy difícil de soportar para el Canalla, que sacó fuerzas de donde parecía no tener y, acompañada de un inteligente planteo técnico, apretó los dientes y soportó la tormenta.

Leguizamón tuvo un partido decididamente consagratorio, anulando junto con Tobio al mejor delantero de la actualidad en el fútbol argentino. Al Ruso Rodríguez lo exigieron una vez y respondió tapando una pelota que valía por un gol, y a los 48 del segundo tiempo. Más allá de los puntos altos, que hubo muchos, la tarea destacada fue de Germán Herrera. El Chaqueño se embarró hasta la cintura haciendo el trabajo sucio y se convirtió en la figura. Por lo que generó, por lo que defendió y sobre todo por lo que corrió. Los persiguió a todos y supo ponerla debajo de la suela cuando había que descansar.

El mérito es compartido entre los jugadores y el DT, pero no hay que dejar de mencionar que Montero se reinventó a tiempo. Planteó un equipo que nunca había plasmado en la Superliga, armando un mediocampo distinto (más “guerrillero”) y una defensa que supo anular a los “tres fantásticos” de Boca.

Que la imagen que dejó Central en Mendoza se repita, dependerá sólo de los protagonistas. El Canalla debía demostrar que seguía vivo a pesar de los cuatro cachetazos del sábado pasado, y lo hizo con creces. Montero parecía estar hundiéndose y salió a flote gracias a sus jugadores, que no le soltaron la mano.