Por Fabrizio Turturici

Central obtuvo su tercer empate consecutivo en la Superliga, esta vez por 1 a 1 ante Colón en Santa Fe, y volvió a mostrar dos caras distintas: por una parte, la efectividad a la hora de golpear; por la otra, la fragilidad del sistema defensivo para el retroceso.

El Cementerio de los Elefantes fue testigo de un partido de ida y vuelta entre dos equipos con estilo de juego vertical, que sacaban rápido la pelota pasando por alto la elaboración en el mediocampo y privilegiando el constante funcionamiento de sus externos.

En cuanto al sistema defensivo, se reiteraron falencias de encuentros anteriores, ya que el doble cinco no escalonaba de manera correcta en el retroceso, dejando un espacio importante entre ellos y la defensa que el rival supo aprovechar.

Así fue como llegó la apertura del marcador para los sabaleros, justamente con un disparo de Rodrigo Aliendro desde esa zona liberada. Es que en una fija desde la primera fecha hasta hoy, la última línea auriazul quedó expuesta al mano a mano por falta de apoyo.

Sin embargo, minutos antes de que se apague la primera etapa, el Canalla alcanzó la igualdad a través de Riaño, luego de que Gamba presionara al arquero Burián para servirle un gol que funcionó como envión anímico para los de Cocca y golpe psicológico para los de Lavallén.

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Durante el complemento, la tónica se vio modificada, ya que Central empezó a jugar al contragolpe y luego terminó manejando la posesión de la pelota, moviéndola de lado a lado pero sin saber por dónde penetrar el cerrojo santafesino.

Aunque para adoptar esa estrategia, todavía debía afinar algunas cuestiones: solidificar el repliegue o achique hacia atrás, que seguía denotando fisuras; que los extremos estén ágiles para el traslado del balón y que el delantero sea decisivo para la terminación de jugadas.

Los ingresos de Joaquín Pereyra y Sebastián Ribas, por Zabala y Riaño respectivamente, pretendieron darle mayor claridad en los últimos metros, pero el equipo quedó más desbalanceado todavía y jugaba con el riesgo de ganarlo o perderlo.

Por último, Jonás Aguirre entró por el extenuado Gamba, que hizo un aceptable debut como titular, con más entrega física que juego, pero fue precisamente ese sacrificio para la presión lo que sirvió para empatar las cosas cuando el partido estaba complicado.

El análisis final indica que el conjunto de Arroyito sumó a lo largo de todas las fechas, pero al mismo tiempo, desaprovechó puntos con dos rivales directos en la pelea baja. Ahora tendrá que reivindicarse con un triunfo vital para el futuro, nada menos que en el clásico rosarino.