Por Fabrizio Turturici

Ni la prosa del Negro Fontanarrosa hubiera imaginado un comienzo así. A los dos minutos, cuando el cabezazo de Germán Herrera comenzó a abrirse hasta acariciar las redes, todo el estadio estalló con el grito de gol.

El partido arrancó de la manera más soñada para Central, que se puso en temprana ventaja con festejo del Chaqueño, tras un córner ejecutado a la perfección por Leonardo Gil. De esta manera, atrás quedaron las hipótesis previas cuando la pelota atravesó la línea de cal.

En apenas un puñado de segundos se armó un nuevo partido, aunque no cambiaron mucho las estrategias por el lado de Arroyito, que siguió priorizando la búsqueda del arco rival. No obstante, ahora podía jugar con la necesidad leprosa de salir del fondo, donde seguramente se formarían nuevos espacios.

Para desgracia de Central, el desarrollo se distorsionó al punto de que llegó más a meterse que a jugarse, con muchas infracciones cercanas al área, algo que era preferible evitar para el conjunto de Leo Fernández, pues su rival amenazaba por esa vía más que por ninguna otra.

El primer tiempo transitó abierto para ambos, ya que era tan posible el segundo canalla como la igualdad rojinegra. El que pegaba primero, daba la sensación, se encaminaba a un buen resultado; la imprecisión de ambos bandos se hizo protagonista en la tarde del Gigante.

Después del entretiempo, el duelo se reanudó de la manera más peligrosa para Central, con un Newell’s plantado en tres cuartos de cancha, manejando la pelota de lado a lado y profundizando a través de sus artífices, en situaciones que podrían haber significado el empate.

La estrategia más adecuada a adoptar debería haber sido el contragolpe. La salida del goleador Herrera por lesión encendió las alertas. Llegó el turno de Agustín Coscia, corpulento delantero de las inferiores, para combinar en ataque y poder definir el partido. El trámite lo pedía de manera urgente, porque estaba sufriendo demasiado en arco propio.

Si no se sufre, no es Central; dice la famosa frase. Cortando clavos hasta el cierre, los guerreros sostuvieron el resultado y se alzaron con la clásica victoria en el Gigante. Todo el pueblo auriazul festejará y brindará, en estas fiestas, por la continuidad de Leo Fernández.