Por Fabrizio Turturici

Central empató 1-1 con River en el Gigante de Arroyito y dejó satisfecho al público auriazul en cuanto al rendimiento demostrado, aunque sigue sin reencontrarse con la victoria en la Superliga. Más allá del resultado, los dirigidos por Edgardo Bauza dieron muestras de carácter y, por momentos, buen fútbol en un partido intenso que por situaciones, pudieron ganarlo o perderlo casi por igual.

El duelo comenzó con buen ritmo por el lado canalla, que lejos de aceptar su inferioridad futbolística ante el campeón de América y cederle el balón, se plantó con mucho convencimiento para hacer valer su localía. En materia ofensiva, ensayaba movimientos interesantes gracias a los desprendimientos de Ortigoza y Gil en el medio y la movilidad de un único punta como Zampedri.

A la hora de retroceder, el conjunto auriazul no quedaba desabastecido gracias a su poblado mediocampo, mientras que en defensa la dupla de Caruzzo y Barbieri volvía a lucir correcta, el primero con la solidez que lo caracteriza y el segundo a base de buenos anticipos y recortes. Claro que dicha sintonía duró poco tiempo, porque la visita se soltó en terreno contrario, combinando juego horizontal y vertical según la ocasión, siempre con el objetivo de abrir a la última línea de Central.

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No obstante, la llave que sirvió para abrir el marcador estuvo en la jerarquía individual de los futbolistas presentes. Es que mientras Zampedri se lo perdía abajo del arco en una chance inmejorable, Quintero la colocaba casi desde el córner y sin ángulo para establecer el 0-1 y comenzar a torcer la historia. Así, el equipo de Gallardo encontró espacios para jugar su mejor fútbol, debido a las facilidades de Juanfer -que no contaba con una marca personal designada- en el frente de ataque millonario.

La segunda parte comenzó de manera inmejorable para el Canalla, que en su primera embestida pudo hallar el empate gracias a la derecha de Agustín Allione y la complicidad del arquero Armani. Los dirigidos por Bauza aprovecharon la inyección anímica para buscar más, a veces cediendo la posesión pero apostando siempre a la salida por el medio y la velocidad por las bandas. En este contexto se dieron los ingresos de Maxi Lovera en lugar de Allione y Claudio Riaño por Zampedri.

A partir de la intensidad del juego y la necesidad de ambos por ganarlo, se dio un partido abierto con muchas posibilidades claras que se repartieron por igual en ambos arcos. A veces la categoría de River parecía indefendible, pero Central con más empuje emocional que ideas futbolísticas también supo ser competitivo. Cuando se disponía a ingresar Germán Herrera, el lateral Nahuel Molina, de gran actuación en su debut, sintió una molestia y tuvo que ser reemplazado por el colombiano Cabezas.

Sobre el cierre, Central estuvo más cerca de llevarse el triunfo que su rival pero la puntería y la suerte le fallaron. En líneas generales, Central puede irse con un mejor rostro del que venía trayendo, aún sabiendo que debdebebe pulir detalles para conseguir su primera alegría del 2019 y empezar a engrosar los promedios de cara a la próxima temporada.