Por Fabrizio Turturici

Central volvía al Gigante de Arroyito con el objetivo de extender su racha positiva más allá de las complicaciones de un mercado de pases que lo dejó sin tres titulares, y lo hizo en el agónico triunfo de 2-1 sobre Huracán. En un tipo de partido donde no importaba la forma, se terminó llevando tres puntos de oro para ponerse a uno de la cima de la Superliga y tranquilidad para seguir trabajando en la inserción de los refuerzos.

En la noche del viernes, pudo celebrar la vuelta de Marco Ruben con una inmensa alegría, olvidando los problemas que tuvo con los experimentos de Almada como primer marcador central, Colazo como lateral izquierdo y Ojeda como doble cinco, quienes no dieron la talla y el equipo lo terminó sufriendo. El último no lo hizo mal, pero su tarea está más abocada a la contención que a la generación de juego.

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A diferencia de lo que suelen ser los partidos posteriores a la pretemporada, éste se jugó con mucha intensidad, casi de arco a arco, ya que los medios de ambos equipos optaron por desentenderse de la pelota, buscando con pelotazos cruzados a los extremos. Así, el apuro por querer abrir el marcador terminó jugando un papel clave en la imprecisión en zona de definición, con centros a la nada y conexiones erróneas. Esto se fue desinflando progresivamente hacia el final de la primera parte.

En fase defensiva, el Canalla acumulaba jugadores en su campo, incluso el propio ‘9’, con Rinaudo metido y Ojeda presionando. Sin embargo, el flojo retroceso de los laterales, sobre todo de un Colazo muy complicado por Droopy Gómez, se mostraba como el punto más endeble del sistema. Al recuperar la posesión, se disparaban rápido los puntas y se alternaban los lanzadores. Estaba claro que el resultado era nulo y el DT tendría que mover fichas en el complemento para encontrar la llave.

El equipo estaba partido e inconexo y si había un jugador que estaba sobrando en la cancha, ese era el uruguayo Diego Zabala, no por errores propios sino por su inentendible posición en el campo de juego, chocando permanentemente con Rius. Agregar un referente de área para capitalizar los centros o mover las piezas del tablero parecía una buena opción, pero no lo consideró así Cocca hasta el ingreso de Sebastián Ribas, que marcó el empate tras el gol de Norberto Briasco. En ese lapso, a Central lo agarraron mal parado en varias oportunidades, pero Jeremías Ledesma simplificó las cosas hasta la aparición final de Fito Rinaudo, que con un derechazo esquinado selló una victoria que hace soñar a todo el pueblo canalla.