Por Santiago Fraga

El pozo en el que cae Newell’s parece cada vez más y más profundo. Las respuestas que da Llop en las conferencias son las mismas que las que da el equipo adentro de la cancha: insuficientes. Esta vez fue Colón quien se encargó de evidenciar todas las falencias de la Lepra, que por momentos pudo ponerse en ventaja pero terminó tropezando consigo misma.

De hecho, los primeros minutos el equipo de Llop fue una topadora. En cinco minutos culminó tres llegadas claras y el gol tempranero parecía que estaba al caer… pero sólo parecía. Con el correr del tiempo, el juego se transformó en algo más coincidente con lo que viene siendo la temporada y Colón tuvo en varias llegadas la chance de ser quien abra el marcador.

Sólo la defensa parecía sostener a un Newell’s que sufría el fallido experimento de Braian Rivero por derecha (se lo notó incomodo jugando contra la banda y el mayor peligro lo aportó cuando se acercó a su posición natural) y a un Luís Leal muy tirado contra la banda, haciendo las veces de extremo en vez de cumplir su función de nueve. Esto último dejó escenas repetidas como Leal intentando enviarle centros a Fértoli (al revés del gol vs. Arsenal), que nunca llegaron a destino.

Ya en la segunda mitad, el ingreso de Joaquín Torres por el propio Rivero le aportó otra movilidad al ataque. Es que el chiquito se siente más cómodo en esa posición y a la primera que tuvo mareó a su defensor y ganó un córner para el local.

Luego, lo de siempre. Newell’s tiene un período en donde domina la pelota, maneja la posesión, pero nunca puede llegar con claridad al área. Siempre hay jugadores recibiendo donde no tienen que recibir la pelota y jugadores que deberían estar esperándola y andan por otro lado.

Así pasan los minutos y al mismo tiempo que la Lepra va perdiendo la paciencia y las pocas ideas su rival comienza a encontrarse con el balón, y Colón se la hizo pasar muy mal a Newell’s.

Tras varios minutos de asedio, donde Luciano Pocrnjic protagonizó dos de las mejores atajadas de la temporada, el desenlace inevitable llegó con el cabezazo de Guillermo Ortíz, un ex de la casa, que decretó la victoria sabalera y la durísima derrota para el local.

Dura por la necesidad de sumar puntos y durísima por lo que fue una nueva muestra de un equipo agónico que no da señales de vida.