Por Diego Mussetta

Dolor. Eso es lo que siento. Y lo que sienten los futboleros. Dolor. Porque luego de más de tres décadas se podía votar. Dolor. Porque la democracia se manchó. Dolor. Porque una vez más el fútbol argentino es noticia por un papelón y no por un éxito. Dolor. Porque no pudo terminar un acto eleccionario de apenas ¡75 votos! Dolor. Porque con lo que ocurrió en Ezeiza, lamentablemente, nuestro querido fútbol está herido de muerte. Dolor… y más dolor…

¿Papelón? Sí. ¿Bochorno? Mucho más. Se hablará cada minuto y por días de lo que pasó la noche del 3 de diciembre de 2015 en el predio de Ezeiza. Una noche donde Argentina, sí Argentina, perdió institucionalmente. Es que la imagen de las ¿elecciones? en AFA recorren el mundo y no sólo hablarán mal de la casa madre del fútbol criollo sino de un país que hace un puñado de días fue a las urnas y eligió, con total normalidad, un nuevo presidente.

Papelón y bochorno. Por la pésima labor de la comisión fiscalizadora y de quienes condujeron el acto eleccionario. Y sobre todo por los dos dirigentes que decidieron irse de la asamblea.

El fútbol argentino tuvo un líder durante casi 40 años. En ese tiempo hablar de elecciones en Viamonte era una quimera. Y hubo que esperar hasta la muerte de Julio Grondona para que la democracia vuelva. Pero se manchó. Y de qué manera…

La historia seguirá este viernes y quizás vaya uno a saber cuándo terminará. El fútbol argentino está en coma. Por favor: ¡sálvenlo!