Por Vanesa Pacheco

En Rosario tenemos varios casos de mujeres que de a poco van ganándose un lugar dentro de espacios de deportes que eran exclusivamente de hombres. Las chicas fueron conquistando terreno y ampliaron el arbitraje femenino. Conclusión entrevistó a mujeres que imparten justicia en un ámbito tradicionalmente machista.

En ese contexto, las árbitros que dirigen, fútbol, básquet, rugby y handball contaron cómo es salir a hacer su trabajo, y de qué manera se vencen los miedos en busca de la igualdad de género y el respeto a su labor.

Mientras tanto, a veces siguen enfrentando la reacción de un público enardecido o de equipos que disputan una competencia como si fuera de vida o muerte.

El mundo fútbol

Las mujeres cada vez se acercan más al fútbol y eso se puede seguir percibiendo en los detalles aportados por Nancy Acevedo, quien está desde casi veinte años en el arbitraje.

“Elegí ser árbitro porque siempre me gustó él fútbol y nunca me dejaron jugar porque era un deporte de hombres. Hacia patín desde muy chica, pero la pelota era mi pasión”, relató Nancy, que ya pasó los cuarenta años.

Ante la pasión por el deporte decidió hacer el curso de árbitro, que dura dos años, y recuerda que su mayor deseo era  estar en primera fila durante una competencia.

A la hora de dirigir, dice que no siente “presión” de las hinchadas porque la experiencia le fue dando “firmeza y autoridad” ante cada partido que le toca dirigir. Y revela que cuando arrancó el partido, “no escucho nada de afuera”. Con el tiempo se hizo más pasional por el juego, y no se considera hincha de ningún equipo, porque el color de la camiseta pasó a segundo plano tras haber tomado el silbato.

Esta mujer árbitro ha dirigido partidos de ascenso y hasta ha llegado a ser asistente en partidos de Primera División, además de formar parte del SADRA Rosario (Sindicato de Árbitros de la República Argentina) ubicado en Pellegrini 1372, donde también se desempeña como secretaria.

“Para hacer una carrera como árbitro mujer hay limitaciones. Y eso no se modifica, porque te mandan a dirigir fútbol femenino. Igualmente ya no tengo edad, pero hay chicas que lo intentan y fracasan por las trabas institucionales”, se lamentó Nancy.

Finalmente sentenció que “lo institucional es lo más difícil, porque hay muchos muros que derribar y  eso tiene que ver con lo generacional. Directivos que están a cargo de algunas entidades siguen pensando que el fútbol `es un deporte de hombres´”.

En la altura del Básquet

Elizabeth Undebate tiene 27 años y se autodefine como “la primera dama del básquet”. Es árbitro desde hace ocho años y dirige equipos masculinos de la ciudad de Rosario en diferentes categorías que van desde U13, U15, U17, U19, Reserva y Primera C.

La decisión de impartir justicia en este deporte vino después de ser expulsada como jugadora de básquet en la adolescencia, por lo que a partir de allí se propuso pasar a otra etapa. La elección viene de familia, porque el papá es entrenador y árbitro, y el hermano es actualmente su colega.

“Al principio salía llorando de los partidos por la presión de la gente, pero con el tiempo fui mejorando y subiendo de nivel, voy con calma, no tengo apuro porque tengo trabajo formal y el arbitraje es un una apoyo económico pero no el principal”, relató Undebate.

“Por naturaleza los hombres son mucho más rápidos y explosivos físicamente y eso hace que haya más contactos en el juego, saltan más y son más agresivos deportivamente hablando, y con mi estatura baja de 1.60, tengo que inflar el pecho y seguirlos para hacer cumplir las reglas”, resaltó.

Luego de haberse hecho fuerte en su rubro, considera que la educación y personalidad de cada uno va por delante. Pero nunca falta uno que `se calienta´ y te viene a reclamar a los gritos, pero para eso está preparada porque el respeto es lo primordial. Cuando no cuidaron las formas, se viene la sanción y muchos ya conocen su manera de dirigir.

“Algunos jugadores y entrenadores me han manifestado su respeto porque soy mujer, pero les he pedido ese respeto por ser una persona, no creo que alguien deba ser más o menos respetado por su sexo”, afirmó la referí.

En cuanto a la satisfacción profesional, dijo que “disfruto la exigencia de un partido; el hecho de hacer las cosas correctamente. Tener que tomar decisiones acertadas en pocos segundos y estar pendiente de tantas cosas a la vez es algo que me da satisfacción. Soy muy perfeccionista pero también disfruto mis errores porque cometerlos me da la oportunidad de mejorar y sé que son parte de mi trabajo”.

Al momento de imponerse metas dice que, por lo pronto se enfoca en seguir aprendiendo mientras espera la oportunidad de dirigir Primera A junto a otra mujer, pero que si no llega a ese objetivo, seguirá trabajando.

Esta mujer que imparte justicia en el baloncesto rosarino no aspira a parecerse a ningún colega, pero destacó el agradecimiento a Miguel Celi, árbitro rosarino que le abrió las puertas para empezar a dirigir. Aunque sabe que las reglas no se aprenden en un mes, un año, ni en cinco, se necesitan cientos de juegos para tener experiencias buenas y malas. De esa manera se conocen pequeños detalles del reglamento para encontrar un estilo propio y dominarlo.

La representante femenina en el arbitraje desea que el básquet rosarino sea más profesional y que haya mayor igualdad en las categorías, y los clubes.

Justicia en el Rugby masculino

La joven árbitro en el universo de la ovalada es Mercedes Prenna, de 23 años. Esta rubia de estatura baja, de la ciudad de Pergamino, es estudiante de Comunicación Social y vive en Rosario. Desde muy chica fue espectadora e intentó jugar al rugby en el Club Pingüinos, pero no prosperó y solo estuvo un año y encontró su lugar en el arbitraje.

Ante una crítica a un juez durante un encuentro, alguien del público la mandó a hacerse árbitro, “en vez de criticar”.

Lo tomó como un desafío y comenzó el curso de árbitro en la Unión de Rugby de Rosario, ubicado en Salta 2357, donde asistió regularmente los dos meses de preparación, compartiendo un aula con 34 hombres.

Al principio la designaban únicamente para dirigir partidos de equipos femeninos y en ese caso, sintió que no era ese su objetivo. Reconoce que no estaba de acuerdo con el rugby de mujeres, pero hoy sí, por lo cual aporta en todo lo que esté a su alcance, y desea que siga creciendo.

Los primeros años fueron difíciles porque “no disfrutaba lo que hacía, y siendo mujer tenés a todos en contra, dentro y fuera de la cancha”, contó Prenna.

“Adentro del campo de juego muchas veces me sentí sola, pero la persistencia me hizo seguir manteniéndome firme en lo que quería hacer, y hacerlo bien. Muchas veces me replanteé  si seguía con esto o no”.

Con el tiempo y luego de una preparación física y mental, llegó bien plantada para arbitrar cualquier categoría de equipos masculinos juveniles como de M15 a M19, planteles superiores con reserva y pre-reserva.

La referí se define como “autoexigente, estudiosa y autocrítica”. Considera que eso es lo que la lleva a seguir es que algo quede desde su experiencia, para otras chicas que quiera incursionar en el deporte. En Rosario, cuando empezó, había dos mujeres árbitros de rugby, ella y Gullermina Celoria, quién dejó hace dos años.

Desde el año 2016, Mecha Prenna integra el panel UAR (Unión Argentina de Rugby) lo cual le permite dirigir a nivel nacional e internacional, y así fue como llegó a dirigir el Preolímpico con un grupo de Rosario como referí asistente, y fue la única mujer de esa condición.

Handball o balonmano

Sol Piedrabuena tiene 22 años y es árbitro de handball de Primera masculino. Además trabaja y es estudiante de Educación Física. Al mismo tiempo juega para el Club Asturiano, ubicado en Wilde 550 de la ciudad de Rosario, por lo cual no puede dirigir en su categoría.

La máxima autoridad en la cancha de handball viene de una familia que incursiona en el deporte desde hace mucho tiempo, porque su mamá es ex jugadora y actualmente entrenadora; su papá y hermano son jugadores activos.

“El hanball es un deporte que tiene un ámbito muy chico, por lo cual todos nos conocemos y soy muy respetada dentro y fuera de la cancha a la hora de impartir justicia. Por suerte, nunca tuve una reacción violenta ni agresión de un jugador, pero si llegara a suceder, la sanción es indiscutible”, contó Piedrabuena.

La joven atleta se considera muy buena árbitro. Sin embargo el año pasado pensó en dejar el uniforme de referí, porque había un colapso económico entre el estudio, el trabajo, y el juego. Pero, la pasión pudo más que el pensamiento y continúa con esta profesión que ejerce hace cuatro años.

Desde su experiencia como árbitro de balonmano invita a todas las chicas que les interese el deporte a hacer el curso, que dura seis meses aproximadamente, “porque el handball es un juego muy lindo y atractivo tanto para mujeres como hombres”.