Por Pablo Martínez

El clásico de la ciudad volvió a ser un pobre empate, como en otras épocas. Cada entrenador atendió su juego. Eduardo Coudet no pudo con su esquema táctico generar juego, le fue imposible entrar al área rival ante una defensa rojinegra siempre bien parada. Aunque los hombres de la zaga de Newell’s no tuvieron inconvenientes, el Canalla llegó sólo un par de veces.

Por el lado de Lucas Bernardi, el plan «A» salió a la perfección, la Lepra necesitaba no perder y jugó a partir de esa idea. Nunca arriesgó, le sirvió la pelota al rival, para que la responsabilidad sea de Central, que era quien necesitaba la victoria.

El equipo canalla nunca lo puso contra las cuerdas a Newell’s, que siempre lo esperó con una línea de cinco combatientes atrás, con tres de esos hombres constantemente en la zona de riesgo; así fueron impasables Marcos Cáceres, Hernán Villalba y Víctor López.

No caben dudas que la táctica que pensó Coudet no funcionó, desde el arranque perdió por el sector derecho en la línea de volantes y rápidamente se dio cuenta, lo corrió a Musto sobre ese sector para ubicarlo cerca del área a César Delgado.

Newell’s jugó el cotejo con intensidad, demostró una mayor predisposición que en las cuatro presentaciones anteriores. Igualmente sólo le alcanzó para no perder; lejos está de conseguir un funcionamiento ideal.

El empate sin goles en el clásico dejó un sabor amargo en el búnker canalla, pues necesitaba vencer a su eterno rival para achicar la diferencia con los equipos que pelean el campeonato. Claro está, que si bien Central propuso nunca arrimó peligro al arco de Unsain.