Hace un año atrás, el club El Eslabón estaba cerrado, abandonado y a punto de desaparecer, pero un grupo de entusiastas vecinos, se embarcó en un gran desafío: salvar la entidad de Sarmiento 2041, de la desidia de administraciones anteriores.

El club que supo ser el espacio elegido por los puesteros del viejo mercado del Abasto, comenzó a reconstruirse y Conclusión, dialogó con su presidente Gastón Torres, que describió el resurgimiento de la entidad verdiblanca.

El principal dirigente, comenzó la charla con un repaso histórico: «El club tiene 76 años de historia, que estuvo vinculado al viejo mercado, estaba en la otra cuadra donde hoy está la plaza Libertad, fundada por los obreros del mercada y en su momento, fue un bastión de los trabajadores, que tenía como actividad principal, las bochas».

Torres, explicó como fue el renacer de El Eslabón: «En los últimos 10 años, diferentes administraciones llevaron a la institución a cerrar y gracias a una iniciativa del gobierno provincial y de la Inspección General de Personas Jurídicas, se logró hacer una intervención y comenzar de foja cero, hacer nuevos socios para nombrar nuevas autoridades y a partir de ahí, gestionar nuevamente». Y añadió: «Lamentablemente como en muchos clubes de barrio, siempre hay una persona que hace negocios, ganaba la plata él solo, se llevaba todo el dinero de una peña que organizaba y las pérdidas eran para el club».

«La entidad llegó a una situación de desidia, no de quiebre institucional, porque económicamente el club no tiene grandes deudas, estaba abandonado en lo edilicio. De hecho, nosotros somos un movimiento que surgió a partir de la propuesta del Igpj, que somos todos amigos del barrio. Antes no se podía entrar, era impenetrable, solamente venían a jugar a las cartas, a nosotros nos interesó y tomamos este desafío», concluyó el presidente.

Con un notable presente, el club comenzó a crecer: «Hoy contamos con 200 socios, es un número reducido pero nos permite manejar los espacios, porque no tenemos grandes espacios». Y agregó: «Nosotros nos encontramos hace 10 meses con un club cerrado con candado y hoy tenemos 12 disciplinas (tango, ritmos latinos, actividades japonesas, gimnasia rítmica, deportiva, patín, talleres de dibujos y manualidades)».

Para Gastón Torres, la participación barrial es fundamental: «La idea es vincular las actividades con los vecinos, que el barrio vuelva al club. Estamos muy orgullosos con lo que estamos haciendo. Tenemos un gran grupo de trabajo, personas que comparten el mismo desafío, para devolverle al barrio del Abasto el club». Y sentenció: «Estamos contentos con la respuesta que nos da el barrio, nos piden que no aflojemos, que sigamos adelante, porque este es un barrio con muchos clubes sociales, queremos que El Eslabón sea una referencia».

Sobre el tema económico, Torres afirmó: «El club se mantiene con el aporte de los socios o alquiler del salón, hemos hecho una gestión austera, la propiedad del club y uno de los proyectos, es cambiar la luminaria del frente, reacondicionar el salón, los baños y conseguir los fondos para hacer un nuevo gimnasio, que ya tiene 80 años, entonces estudiantes de Arquitectura, están realizando un proyecto con los vecinos, que plantean sus inquietudes. La concepción del proyecto, es que tenga una cuestión sentimental».

El presidente mantiene un vínculo con el club, desde hace muchos años y describió su sentimiento por la entidad: «Para nosotros es una forma de vida, se lo inculcamos a nuestros hijos, de estar en un ambiente sano, de contención, tratamos de estar el mayor tiempo posible. Es una comisión directiva muy presente, el club es un gran desafío de cara al futuro, es un sentimiento».

El Eslabón volvió a nacer, la institución usurpada por inescrupulosos, estaba en plena caída libre y como en otras entidades, fueron los vecinos quienes recuperaron un espacio que sienten propio, para ellos y las próximas generaciones.