El estadio del Racing Club, cuyo nombre oficial es «Presidente Perón», aunque es conocido popularmente como el «Cilindro de Avellaneda», cumple 70 años de su inauguración, transformándose en estas siete décadas en uno de los escenarios deportivos más destacados del país.

Todo comenzó cuando Independiente tenía su estadio de cemento desde 1928 y Racing sentía herido su corazón al poseer aún un escenario con tribunas de madera. Por eso en 1944 tomó forma el proyecto y en 1946 comenzó la construcción del Cilindro, que demandó cuatro años.

La antigua cancha de Racing, ubicada como la actual en la Avenida Alsina y Colón, albergó a la «Academia» entre 1906 y 1946, era un típico estadio «inglés» con tribuna techada y capacidad para 40.000 espectadores. El último cotejo jugado allí fue ante Central y el equipo albiceleste cayó por 6 a 4.

Para la construcción, Racing solicitó en 1947 un presupuesto a la empresa Compañía General de Obras Públicas (GEOPE), que cotizó la obra en 7.500.000 pesos de la época, pero una vez finalizada los costos finales sumaron unos 15.000.000.

El 16 de agosto de ese año, el Poder Ejecutivo Nacional firmó el decreto 7.395, a través del cual le facilitaba un préstamo de 3.000.000 de pesos (moneda nacional) con el objetivo de la construcción de «un gran estadio en su campo de deportes sito en la ciudad de Avellaneda».

A los 3.000.000 se sumaron otros 8.000.000 gracias a las gestiones de Ramón Cereijo, ministro de Hacienda de la Presidencia y fanático de Racing, que deberían ser pagados en no más de 65 años, que se terminaron de devolver en los ’70.

Pese a que la creencia popular indica que Perón era hincha de Racing y que regaló el estadio y por ello llevaría su nombre, lo cierto es que Cereijo era el racinguista, mientras que Perón, a quien no le agradaba demasiado el fútbol (amaba el boxeo y el automovilismo), apenas simpatizaba con Boca.

Otro dato anecdótico de la relación entre Perón y Racing es el ofrecimiento del General a la dirigencia académica para construir la cancha en un predio por entonces en desuso, donde había estado el centro de diversiones conocido como el «Parque Japonés», ubicado enfrente de la estación Retiro.

Perón insistió con la idea pero en los dirigentes de Racing pesó más que el club no se moviese de Avellaneda, causando una desilusión en Perón.

La obra fue diseñada por ingenieros alemanes, algunos de ellos con experiencia en la obra de reconstrucción de ciudades destruidas durante la Segunda Guerra Mundial. El diseño contemplaba un gigantesco anillo de cemento, con tribunas en su parte baja y una bandeja, ambas con una capacidad inicial para 120.000 espectadores, por lo que el estadio iba a estar colocado en orden de capacidad en un segundo lugar atrás del Maracaná de Río de Janeiro.

GEOPE poseía desarrollos tecnológicos y profesionales alemanes y garantizó la calidad constructiva y las innovaciones puestas en juego, como ser, amortiguadores y bolas de rodamiento en los pilotes para garantizar la fácil absorción de los movimientos y la construcción en módulos prefabricados.

Además, el estadio contó con los escalones constituidos por bloques de cemento, con la previsión de poder cambiarlos en caso de deterioro, y la construcción de una enorme torre de homenajes con 60 metros de altura y 15 más de mástil. Además, las tribunas tienen en su parte más alta 22 metros con relación al campo de juego.

Para la construcción se utilizaron unos 15.000 metros cúbicos de hormigón armado, 12.000 de arena, 10.000 de canto rodado y unos 800.000 ladrillos.

Así se llegó al 3 de septiembre de 1950 cuando, en el mismo predio donde estaba la cancha anterior (aunque los arcos fueron ubicados de manera perpendicular a como estaban en el viejo escenario), se inauguró el Cilindro.

Racing, con un estadio colmado por 100.000 personas, le ganó a Vélez 1-0 con gol de Llamil Simes, en una campaña que formó parte del primer «tricampeón» argentino con los títulos de 1949, 1950 y 1951.

La primera amargura en la «nueva casa» se concretó el 28 de octubre de 1951 cuando Boca le quitó el invicto al triunfar por 2 a 1, con tantos de José Borello y Delfor Ayué, marcando Manuel Ameal para la «Academia».

El 21 de diciembre de 1966 se inauguró la iluminación jugando Racing ante el Bayern Munich (con Franz Beckenbauer y la base del seleccionado germano subcampeón mundial en Inglaterra 1966) con un triunfo por 3-2 ante 70.000 personas.

El día que el estadio tuvo mayor concurrencia, alrededor de 120.000 almas, fue el 1 de noviembre de 1967 cuando Racing le ganó al Celtic escocés la segunda final de la Copa Intercontinental, que llevó a un tercer cotejo en Montevideo y el primer título mundial para Argentina con el antológico gol de Juan Carlos Cárdenas.

También lució lleno, con un aforo de 100.000 espectadores, el 26 de diciembre de 1976 cuando Boca ganó el torneo Nacional en la final ante River con un gol de Rubén Suñé.

Son 70 años, con grandes momentos deportivos llenos de emoción y con enormes amarguras, como la del 18 de diciembre de 1983 cuando descendió ante el homónimo cordobés, pero esa mole de cemento en donde aún retumba el histórico «Y ya lo ve, es el equipo de José», por el campeón de 1966, cumple años.