Por: Tomás Labrador

Militante, ex futbolista y escritor. Seguramente Kurt Lutman estaría de acuerdo a la hora de ubicar sus actividad en ese orden. Siempre comprometido, Lutman se metió en el corazón de los hinchas leprosos por su garra y compromiso en el campo de juego y afuera al enfrentarse a Eduardo López cuando éste era el presidente de Newell’s.

Kurt nació cuando corría el año 76 y la dictadura transitaba su primer año. Debió esperar al final de ésta, en el año 83, para que a sus padres un fallo judicial les reconozca el derecho de inscribir a su hijo con el nombre que eligieron, cuenta su padre Chiche Lutman en el prólogo del libro de su hijo. Y reflexiona que quizás ese fuera el hecho distintivo que marcó a su hijo a lo largo de su vida.

Como dijo su admirado Rodolfo Walsh, para Lutman «el duro oficio de escritor» es más difícil que esquivar las entradas de los fornidos zagueros a los que le tocó gambetear en las canchas que recorrió durante su carrera, primero en su querido Newell’s donde debutó en primera, y luego en su paso por Huracán de Corrientes, Godoy Cruz de Mendoza, Campaña de Carcarañá y Unión Villa Eloísa. Sin olvidar que desde muy chico se calzó la albiceleste con la que llegó a disputar un Mundial Sub 17.

Hoy, organizado por el departamento Cultura de Newell’s, se presentará el libro que Kurt escribió: «El Agua y el Pez». Será a las 19 en una cancha auxiliar del Parque Independencia. Además, el libro puede conseguirse por pedidos a través del Facebook de Kurt o en «Indira Diseños» (Mendoza 2333).

Lutman recibió a Conclusión y en un mano a mano habló de su nueva faceta como escritor.

—¿Cómo empezaste a escribir?

—Creo que siempre estuvo latente, porque muchas de las veces en que charlábamos de fútbol con amigos decíamos que a todo eso estaría bueno escribirlo.

—¿Y cuando te decidiste?

—El gran cambio fue cuando arrancó 2014, porque sabía que había un espacio donde podía poner lo que se me cantara las pelotas (sic), con la forma que quisiera (NdR: en referencia al periódico «El Eslabón» donde salieron publicados por primera vez sus cuentos). Es mucho más fácil decidirse a escribir cuando hay alguien que está esperando ese material que cuando ni siquiera sabés dónde publicarlo.

—¿Cuándo te sentiste más expuesto, cuando salías a la cancha como jugador o ahora con el libro?

—Con el libro porque estás solo, porque escribo cosas que me pasan, entonces estás más solo todavía, si bien no es autobiográfico, uno escribe sobre sus sueños, sus deseos, así que eso es una exposición grande. En la cancha vos salís con los 11 de tu equipo, y estás entre 22 futbolistas que protagonizan el espectáculo. Acá salís solo, apoyado por mucha gente, pero es tu nombre el que está ahí.

—¿Cómo es escribir para vos, tenés un lugar y un momento específicos o vas escribiendo a medida que salen las ideas?

—Me dí cuenta que el tiempo para escribir no es algo que pueda manejar, cuando aparece algo que me gusta y puedo sentarme lo hago. Había prometido en «El Eslabón» una nota por semana, después una cada quince días y finalmente terminé aceptando que el tiempo justo para mí eran veinte días un mes, con un cuento en el que yo quedara satisfecho. Hubo otros que me tomaron tres o cuatro meses poder terminarlos.

—¿Van saliendo las historias artesanalmente sin plazos?

—Sí, me pasó eso. Y esto tiene sus pro y también sus contras, lo negativo puede ser que para terminar un libro estás un año y lo positivo es que tenés tiempo para encontrar la palabra, que buscás la que mejor te suena. Como estaba apurado y no trabajo de eso, me puedo tomar el tiempo que quiera.