En la última prueba de atletismo de los Juegos de Río 2016, el maratón masculino, los deportistas Federico Bruno (argentino) y Derlys Ayala (paraguayo) dieron al mundo una imagen de deportividad que se llevó los aplausos y representó el más puro espíritu olímpico.

Lejos del podio, los latinoamericanos fueron de los últimos en cruzar la meta, pero ayudándose mutuamente para no abandonar. Con muchos calambres y obligado a hacer pequeñas pausas, el entrerriano estuvo a punto de largar la toalla, pero resistió.

«Agradezco al paraguayo, que en tres kilómetros frenó y me hizo el aguante. Yo le decía que se fuera, que él estaba bien, pero él me dijo que no, que íbamos a llegar juntos», explicó Bruno, con más experiencia en el medio fondo, al final de la prueba. El argentino sintió que terminó la prueba «arrastrado como un viejo» y «dando lástima».

Por su parte, Derlys Ayala, que tuvo una pubalgia recientemente, también tuvo calambres y señaló que se ayudó con Bruno para darse ánimos mutuamente.

«El objetivo era terminar. Fueron mis primeros Juegos Olímpicos y uno tiene que acabar sus primeros Juegos Olímpicos. La gente de Rio nos apoyó mucho. Me encontré con Bruno de Argentina, los dos veníamos acalambrados y nos acompañamos uno a otro en los últimos kilómetros», explicó.

De los 140 que terminaron, Derlys Ayala fue 136º (2h39:40), mientras que Federico Bruno fue 137º (2h40:05), en una prueba en la que ganó el keniano Eliud Kipchoge con 2h04:44.

Foto: AFP