Por Enrique Genovar

Sin dudas el 2017 fue un año irregular para Rosario Central. Un año que tuvo altibajos y donde lo más importante radicó en ganar los dos clásicos y en la clasificación “por la ventana” a la Copa Sudamericana. Un año donde la comisión directiva hizo una erogación muy importante de dinero para armar un plantel que tuvo a la irregularidad como factor común a lo largo de las competencias que disputó.

En 2017 se fue un técnico por malos resultados. Y que no dejó mucho. Un técnico cuyo arribo al club se dio de manera desprolija, no por culpa de Central sino por responsabilidad propia. Tal es así que Colón le hizo juicio y se lo ganó. Pero el cambio de entrenador hizo que el año se termine con una sonrisa, como fueron las tres victorias en fila que consiguió su sucesor.

En este año también hubo tiempo para los enojos. Y los mismos llegaron tras la salida de referentes, especialmente la de Javier Pinola que se fue a River. Fue un caso que causó mucha bronca y dolor en los hinchas, un caso que se hizo inmanejable para los directivos que fallaron en la manera de actuar, más allá de que el jugador también hizo lo suyo.

La historia de este 2017 comenzó bien desde abajo. Es que cuando Paolo Montero se hizo cargo del equipo, el Canalla estaba bien cerca del fondo de la tabla. Pero con Teófilo Gutiérrez como bandera, más el aporte de volantes con goles y de la garra de Damián Musto el Central de Montero terminó en el puesto 12 en el torneo pasado y con el clásico en su haber. Claro que en el medio los directivos, sin reconocerlo públicamente, se dieron cuenta de que el entrenador uruguayo no fue ejecutante del proyecto futbolístico del club. Es que Montero no le dio cabida a los pibes y siempre se decidió por los jugadores de experiencia.

La segunda parte de este año fue la peor de todas. Es que más allá de que llegó a la semifinal de la Copa Argentina, Central dio lástima en la Superliga. Y, contando los flojos resultados de la última parte del campeonato anterior, más el arranque dubitativo el equipo estuvo 13 fechas sin ganar.

Sin dudas lo más criticable de todo fueron los más de 7 millones de dólares que se gastaron para traer futbolistas que, salvo Fernando Zampedri, no rindieron de acuerdo a las expectativas. Montero se fue luego de perder la semi ante Atlético de Tucumán y allí, con la asunción de Leo Fernández, llegó lo mejor de todo el año: triunfos en fila ante Talleres, Boca y el clásico, sí otra vez se quedó con el duelo de la ciudad y estiró el historial quedándose con los dos partidos ante Newell’s que hubo en el año.

Un 2017 que estuvo maquillado por las dos victorias ante la Lepra y por la clasificación a la próxima Sudamericana. Sin dudas se termina un año donde hubo más equivocaciones que aciertos, un año para sacar conclusiones y hacer autocrítica. Un año que no terminó siendo malo por los triunfos en los dos clásico y por la última imagen. Un año totalmente irregular.