La inexpugnable Villa Olímpica de Vélez Sarsfield no lo fue tanto hoy, cuando media docena de barrabravas del equipo de Liniers accedieron al entrenamiento para conminar, especialmente a algunos futbolistas juveniles, a propiciar mejores producciones para lo que queda del campeonato de primera división.

La última derrota sufrida como local ante Estudiantes por 1 a 0 pareció ser la gota que rebalsó el vaso para la barra «fortinera», que hoy, encabezada por su jefe, Pedro Paz, se la tomó con los jugadores y exceptuó de sus reclamos al cuerpo técnico encabezado por Miguel Ángel Russo.

Si bien en el club el presidente Raúl Gámez, que alguna vez fue parte de la barra en sus épocas juveniles, avisó que este era un año de transición en el que se iba a privilegiar «el campeonato económico» por encima de lo estrictamente futbolístico, «La Pandilla» decidió tomar cartas en el asunto y, según fuentes cercanas a la institución, hubo un par de chicos, Yamil Asad y Fausto Grillo, que se llevaron las principales recriminaciones, aunque este último habría reaccionado más intempestivamente ante los cuestionadores.

Pero lo que más quedó marcado en la fría y lluviosa mañana de Ituzaingó (la Villa Olímpica está ubicada en Avenida Gaona y Camino del Buen Ayre) fue el registro de la duda, ya que nadie supo explicar a ciencia cierta como fue que los barras accedieron libremente a esas hermosas instalaciones velezanas.