Arrollador, apabullante, aplastante, imparable, y podríamos seguir sumando términos grandilocuentes para describir al seleccionado argentino que volvió a exhibir un extraordinario rendimiento (7-0 ante Curazao), en un fin de semana inolvidable, con reconocimientos y festejos, por la tercera copa del mundo para la Albiceleste.

El elenco nacional fue amo y señor de principio a fin, el rival intentó mostrarse ordenado en el fondo pero la ráfaga de goles (con el gol 100 de Messi incluido), cuando promediaba la primera etapa, echó por tierra las buenas intenciones.

Messi estaba imparable, Lo Celso exquisito en cada pase, más la clase de Enzo Fernández, para redondear un gran rendimiento.

En cada ataque de la Argentina había sensación de gol, y así fueron llegando más emociones para que los campeones del mundo se vayan con un 5-0 lapidario al descanso.

La fiesta dentro y fuera de la cancha, no tuvo solución de continuidad, Fideo Di María tuvo su gol y Montiel redondeó un 7-0 abrumador.

La selección argentina demostró todo su poderío, volvió a minimizar a su rival, con un fútbol vertical, preciso y contundente.

Hay equipo para seguir ilusionándose, llegarán más desafíos y Argentina se prepara para encarar las Eliminatorias mundialistas y la Copa América.

Como pocas veces en la historia del fútbol argentino, el pueblo futbolero se identifica con un equipo que lo represente, en la forma de jugar, en la puesta en escena, sin guardarse nada, dándolo todo para conseguir todos los logros posibles.