Central consiguió su segundo triunfo al hilo, esta vez por la mínima sobre San Martín de San Juan, y es lo más importante para salir de la sequía en la que estaba inmerso en la Superliga. Asimismo, debe aceitar su funcionamiento de cara a la final de Copa Argentina.

El encuentro comenzó con una dubitativa posesión canalla, que movía el balón pero sin la posibilidad de crecer en el campo de juego, dado que la distancia entre los mediocampistas centrales y los delanteros de área era demasiada como para generar fútbol de alto vuelo.

En este contexto, el compromiso pasaba a ser de los jugadores de banda, quienes cumplían con las trepadas de Bettini y Parot, aunque el equipo necesitaba también que Gil se desprendiera para hacerse eje, como en la última victoria en la que fue figura.

Cuando pudo ir solucionando esta falencia, el elenco de Arroyito comenzó a tener las situaciones más claras en el partido, manejando los hilos con criterio pero sin claridad en los últimos metros, con dos delanteros imprecisos y un Camacho activo pero errático.

Aunque superior en muchos aspectos, el desarrollo estuvo lejos de ser un monólogo canalla, ya que el Santo, cuando salía rápido trabajando las espaldas de los marcadores de punta, pisaba con peligro el área de Ledesma y hasta tuvo un penal no sancionado por el árbitro.

Al no estar presente el volante Emmanuel Ojeda, que en la presentación pasada había simplicado la tarea de recuperación, al estar bien parado y garantizar un correcto retroceso, el mediocampo auriazul no tenía contención puesto que Gil subía y Ortigoza no podía solo.

Otro detalle a tener en cuenta, fue que los dirigidos por Forestello no le dieron a su contrincante la chance de hacerse fuerte con su arma predilecta: la pelota parada. A pesar de no cometer infracciones, dejó jugar más de la cuenta y por eso el cotejo fue frenético.

A la vuelta del vestuario no disminuyó la intensidad de juego, ya que la zona media era un pase libre y, cada vez que se superaba dicha línea, había actividad en las áreas. El ingreso de Lovera o Becker era necesario y desde el banco se hacía esperar más de la cuenta.

El gol llegó mediante una vía inesperada, alcanzando la hora de reloj, ya que el chileno Alfonso Parot metió una bomba de media distancia que venció al arquero, luego de que Zampedri no haya podido definir un increíble mano a mano en el que acabó enredado.

La alegría en Arroyito se transformó rápidamente en preocupación, cuando Gil se desplomó en el suelo y pidió el cambio. En su lugar ingresó Emmanuel Ojeda, pero tampoco le pudo dar el equilibrio que le faltaba. Luego Diego Becker y Diego Ariesmendi hicieron lo propio por los extenuados Carrizo y Camacho.

En líneas generales, Central tuvo un buen funcionamiento y volvió a la victoria, aunque no pudo repetir el juego asociado que había demostrado en su anterior presentación. Con la tranquilidad del resultado, será menester seguir mejorando de cara a la gran final.