Por Pablo San Román

El COI y los organizadores de los Juegos Olímpicos de Río 2016 están inmersos en una carrera contrarreloj a cuatro días de la ceremonia inaugural, con las asignaturas pendientes de la participación de los rusos y la resolución de los últimos problemas.

La cuestión de la participación de los deportistas rusos en Río no se puede postergar mucho más y el número podría quedar fijado en las próximas 24 horas, declaró el ministro de Deportes del país europeo, Vitali Mutko, tras participar en una reunión de la Convención Internacional contra el Dopaje en el Deporte de la Unesco en París.

“Espero que hoy o mañana (lunes o martes), todas las gestiones que permitan a nuestro equipo (participar en Río) estén terminadas», afirmó Mutko.

La decisión final corresponderá a un panel de tres miembros nombrados por el COI. Este trío estará encargado de confirmar o rechazar, estudiando cada caso de forma individual, las listas de deportistas rusos propuestas por las federaciones internacionales de cada deporte.

Los rusos ya excluidos de los Juegos Olímpicos por sus federaciones no podrán ser repescados, pero algunos que han sido seleccionados podrían todavía quedarse fuera.

Últimos retoques

En el Parque Olímpico aún se dan las últimas pinceladas. La principal duda recae en el Velódromo, que no fue terminado hasta finales de junio, lo que impidió a la organización probarlo con una prueba de nivel antes del inicio de la competición el 11 de agosto.

En el último momento se inauguró también la nueva línea de metro que une Ipanema a Barra de Tijuca, el centro neurálgico de los Juegos, y que entró en funcionamiento este lunes para la familia olímpica.

De la parada final, sin embargo, los usuarios tendrán que tomar un autobús hasta el Parque Olímpico, situado a unos 20 kilómetros.

El metro pasa cerca de Guanabara, la contaminada bahía que albergará las pruebas de vela.

Cuando fue designada ciudad anfitriona en 2009, Rio de Janeiro prometió que el 80% del agua sería tratada. Siete años después los desechos de la ciudad siguen vertiéndose en la bahía.

A pesar de la presencia de barcos de limpieza y redes de protección, toda clase de materiales flota en la superficie, y los últimos análisis no mostraron una mejora en la calidad de las aguas, con gran presencia de bacterias.