Por Paulo Viglierchio

Rosario Central evidenció dos caras completamente distintas en su excursión como visitante ante River Plate, en un compromiso donde únicamente estaba en juego su honor, ya sin posibilidades de defender el título del año pasado en una Copa de la Liga que nunca protagonizó en este 2024. Cumplir con el calendario y darle rodaje al supuesto equipo «suplente» eran las principales premisas para la jornada nocturna de la noche porteña.

Con un 5-4-1 que hacía tiempo no se veía en el ciclo Miguel Ángel Russo, a decir verdad lo expresado en la primera mitad por el Canalla fue de lo mejor que se le vio de visitante en el torneo. Muy ordenado, con las líneas juntas, recuperando rápido y saliendo de contra, una postura inteligente que dio sus frutos. La inclusión de Agustín Bravo en el fondo y el debut del juvenil Juan Giménez, las principales novedades, y vaya que ambos rindieron.

Central maniató bien a River, le cortó el ritmo y le cerró espacios, logrando que el Millonario se fuera al descanso con cero remates al arco, algo que cuesta mucho conseguir para cualquier rival, más en el estadio Monumental. Sólido abajo, y con aplomo en la mitad, a partir del buen tándem que hicieron Franco Ibarra y Mauricio Martínez en el doble cinco, entendiéndose a la perfección, quedando Francesco Lo Celso y Lautaro Giaccone con la tarea de la elaboración para un Luca Martínez Dupuy de único punta.

Todo lo bueno hecho en defensa, y como equipo en líneas generales, tuvo encima el premio grande con un auténtico golazo de Giaccone, que recibió una buena pelota de Ibarra, se acomodó por derecha, enganchó hacia el medio y sacó un zurdazo que se coló en el ángulo de Armani, una joyita del 22, que aprovechó su chance, no solo por el tanto, sino porque cada vez que se lo propuso complicó al fondo local, siendo incontenible por momentos. Partidazo del «Laucha», que si recupera el nivel que supo tener en el primer semestre del 2023 sin dudas será un refuerzo para Russo. Fundamental volver a verlo enchufado.

Lo Celso también aportó lo suyo, siendo un socio para Giaccone a partir de su buen pie y administrando los tiempos, evidenciando una versión mejorada a lo que tenía acostumbrado. Si faltó más acompañamiento de Martínez Dupuy, que aún así le puso más ganas que otras veces. Volviendo al aspecto defensivo, muy firme la labor de Giménez, Komar y Bravo, mientras que Coronel y «Coyote» Rodríguez cumplieron, dando amplitud por los costados. Así, Central redondeó un 1 a 0 merecido, y de hecho pudo haber aumentado la ventaja antes del entretiempo.

En el complemento, la historia fue totalmente distinta. Es sabido que un rival con la jerarquía y plantel que tiene River, ajustando algunas piezas y haciendo los retoques necesarios, te puede torcer el rumbo en cualquier momento, más allá de que esté jugando mal. Martín Demichelis así lo entendió y ejecutó, mandando a la cancha a hombres desequilibrantes en los metros finales como Nacho Fernández y Esequiel Barco.

Los ingresados le cambiaron la cara al Millonario, cuya postura fue radicalmente opuesta a los 45 iniciales, donde incluso se había ido silbado por su gente. El Canalla también fue otro, mucho más retrasado en el campo, muy cerca de Werner, empujado por su adversario, y ya sin resto físico para sacar contragolpes, habiéndose cansado Giaccone y Lo Celso. Aun así, seguía seguro atrás, pero todo se modificó a partir de la lesión de Bravo, quien venía haciendo un partidazo, hasta que la rodilla derecha le dijo basta tras un giro en falso en la mitad de cancha.

Russo mandó al campo a algunos de los habituales titulares como Agustín Sández, Facundo Mallo, Jaminton Campaz y Tobías Cervera, quienes lejos de oxigenar al equipo terminaron perjudicando el andamiaje colectivo, que venía siendo aceptable, a diferencia de los que entraron en La Banda. A «Gusa» le cuesta jugar como zaguero, lo que quedó evidenciado en el gol del empate de Miguel Borja, quien también anticipó a Komar en el cierre. 1 a 1 y quedaba mucho por jugar, desenlace abierto y cambiante.

El Bicho no pudo pesar en ofensiva, Cervera ni molestó arriba, y Komar pasó a jugar de lateral-volante tras el ingreso de Sández, quedando expuesto a las gambetas y la visión de Barco, quizás la única lectura táctica errónea del entrenador canalla, ya que Coronel estaba cumpliendo al tenerlo controlado a Casco y Colidio por su sector. A partir de ello, River empezó a llegar más por los costados y complicó con cada centro al área auriazul.

Por esto, no sorprendió que, casi en el final, con un Central que solo resistía, Borja mandara a la red con un fuerte derechazo al medio un envío rasante de Nacho Fernández entrando por afuera desde la derecha. Demasiado castigo para un Canalla digno, competitivo, que recién sucumbió cuando el local le tiró toda la carne al asador, como suele pasar con el resto también, al carecer de tamaño recambio en cantidad y calidad de opciones. Los supuestos «suplentes» dieron la cara y hasta terminaron dejando una mejor sensación que los a priori inamovibles.

Pasado un escollo difícil en el plano local, ahora los esfuerzos se abocarán de lleno al trascendental choque ante Atlético Mineiro en Brasil, por la fecha 2 de la Copa Libertadores. Mientras esperará el fallo de Conmebol que se dará a conocer esta semana tras los incidentes ante Peñarol en el Gigante de Arroyito, Russo deberá, en un par de días nomás, evaluar a la tropa disponible y elegir los mejores nombres para tratar de plantar cara en el Mineirao. Seguramente habrá tomado nota hoy de algunos hombres que mandaron el mensaje de que están disponibles si se los necesita, el «problema» más lindo para cualquier técnico.