Por Paulo Viglierchio

Rosario Central dio un paso atrás en su camino. El sendero que venía recorriendo encontró un obstáculo que lo hizo desviarse y tropezar feo, mucho más que un raspón. La noche del Gran Buenos Aires deja mella, más que por la caída en si, por las formas. Un retroceso dentro de una buena campaña en el torneo, pero que obliga a repensar y analizar puertas para adentro los próximos movimientos, replantearse las estrategias y evaluar modificaciones, porque se necesitan.

Ante Banfield, el Canalla no fue competitivo. Más allá del esquema elegido por Miguel Ángel Russo (4-2-3-1), que suele ser distinto al que emplea de visitante y con el que venía sumando en esa condición, el problema auriazul fue la puesta en escena paupérrima, tanto a nivel general como individual. Ante un rival de los más flojos del torneo, el juego estuvo ausente. La falla estuvo en todas las facetas: física, mental y, sobre todo, futbolística.

Como le viene sucediendo habitualmente cuando sale de casa, entró dormido y ya antes de los cinco minutos iniciales lo perdía. Y pudo ser peor, porque Broun (de floja respuesta en el primer gol de Giménez, dejando el rebote vivo para el delantero), con dos resoluciones, evitó que la historia estuviera sentenciada en cuestión de segundos. Tan malo fue lo expuesto por la defensa (Martínez y Rodríguez liberaron sus espaldas para el deleite local), que el Taladro, 26 de 28 en la tabla de posiciones, pareció un conjunto virtuoso.

El mediocampo también tuvo un desempeño muy pobre. El doble cinco Ortíz-Mac Allister se repartió los errores con y sin la pelota, desordenado tácticamente, mientras que Campaz, Malcorra y Giaccone estuvieron muy desconectados entre sí. El colombiano tratando de armar algo, pero poco productivo, el 10 con itermitencias y el juvenil totalmente solo, aislado para la generación. Arriba escaseó el aporte de Candia, como de costumbre, con un rendimiento digno de amateur (lógico que se extrañe horrores a Veliz). Con todo este panorama, imposible que la jornada fuera agradable.

Central fue un equipo tirado en la cancha, perdido, sin hacer pie en ningún sector del campo. El primer tiempo lo culminó con cero llegadas al arco de Cambeses. El complemento siguió con la misma sintonía, y si bien lo mejor que le pasó era que el resultado era solo 1 a 0, el uruguayo Mallo, de lo más regular del equipo, se equivocó feo en dos oportundiades y le sirvió la pelota a Giménez para que liquidara la historia, por si había una mínima chance, inimaginable por lo expuesto en el campo.

Los que ingresaron nada pudieron hacer para revertir una historia que arrancó torcida desde el comienzo. Solo se destaca las ganas de Giaccone, que se animó más y trató de ser profundo por su sector, pero sus compañeros estuvieron en otra frecuencia. Cuando la estructura flaquea en cada piso, una pieza particular nada puede hacer para evitar el desplome colectivo.

No hubo tiempo para más en el sur bonarense. Central fue ampliamente superado, con un nivel muy bajo en su producción. Los rendimientos de algunos jugadores vuelven injustificable su presencia en la cancha. Dio la sensación de haber participado con algunos hombres menos, y eso en Primera División se paga caro. En un fútbol tan competitivo como el argentino, dar ventaja en ese sentido marca una diferencia notable, ante cualquier rival, por más limitado que sea.

La obligación canalla pasará por repensar mucho en la semana. El partido con Instituto el sábado debe servir para levantarse en cada aspecto. De local exhibe otra cara, pero el estudio tiene que pasar a porque cambia tanto cuando está fuera del Gigante, dando la sensación de ser dos posturas diametralmente opuestas. Mucho trabajo en adelante, de este porrazo queda aprender, mejorar, tomar nota y hacer los ajustes que corresponda.