El británico Andy Murray derrotó en la final de Wimbledon al canadiense Milos Raonic en tres sets, por 6-4, 7-6 (7/3) y 7/6 (7/2), para imponerse por segunda vez sobre la hierba del All England Club.

Es el tercer título de Grand Slam, en once finales disputadas, para Murray, de 29 años, tras el US Open-2012 y Wimbledon-2013.

Murray ha demostrado una gran solidez en su juego durante toda la final, con un gran resto y unas resistencia en los intercambios de golpes que puso en dificultades a Raonic, pese a su potente servicio.

El escocés no quería perder la gran oportunidad de llevarse este título de Grand Slam, después de las eliminaciones de sus dos máximos rivales, el serbio Novak Djokovic y el suizo Roger Federer, así como la ausencia del español Rafael Nadal, que no participó en Londres por una lesión en la muñeca.

No en vano, Djokovic había derrotado a Murray en las últimas finales de Grand Slam que el escocés había disputado: Abierto de Australia en 2015 y 2016 y Roland Garros, el pasado mes de junio.

«Es el torneo más importante para mí cada año. Aquí he tenido algunos grandes momentos y derrotas muy duras, pero hoy jugué realmente bien», se felicitó un emocionado Murray.

«Esta victoria tiene un valor especial después de algunas derrotas duras. Estoy orgulloso de tener otra vez el trofeo en mis manos», añadió.

Murray, que en 2013 rompió una sequía de 77 años sin victorias de tenistas británicos en Wimbledon (el último había sido Fred Perry en 1936), no sucumbió a la presión.