Por Alejo Audissio

Desde su debut en 1999, Luis Scola estuvo relacionado con la Selección Argentina. Por momentos, se podrían considerar sinónimos. 22 torneos, en 22 años. El si eterno de la novia perfecta. Hoy, fue su último baile. Se despidió, no de la mejor manera deportiva, pero si afectiva. A falta de 51’’ para el cierre, más de 30 puntos abajo, se frenó el desarrollo del juego para aplaudir de pie al eterno capitán. Rivales, compañeros, periodistas, acompañantes de delegaciones, el puñadito de asistentes que estaban por ahí. Todos, abrazados en un aplauso trascendental. Imaginar lo que hubiese sido eso, con las casi 40 mil personas que entran en ese estadio, es descomunal. “Me voy en paz”, fue su frase en zona mixta.

En cuanto a lo deportivo, la derrota fue sin atenuantes, 97-59. Argentina empezó bien, presionando mucho en la zona alta de la ofensiva, sacó una luz de 8 (18-10) y terminó 22-18. De ahí en más, todo fue de Australia. Al descanso, el score fue 39-33 y la segunda mitad, un predominio monstruoso de los oceánicos: 58-26 para las cifras finales. Campazzo, después del partido, declaró que “no me importa el resultado” porque lo más trascendente, fue el retiro de Scola. Además, el equipo nacional nunca pudo volver a ser el de China, pero tiene algunas explicaciones: no contó con Garino, lesionado, Deck no se pudo recuperar del covid y llegó como pudo, y eso llevó a un desgaste general mayor, ante una preparación que no fue la adecuada. No obstante, un diploma olímpico y volver a estar entre los 8 mejores por 5° juego consecutivo, es un logro enorme.

La otra página de gloria la escribió el Vóleibol. El equipo de Marcelo Méndez se metió en la semifinal del certamen contra todos los pronósticos y desplegando un juego de ataque brillante. La victoria, ante Italia, la potencia más grande de este deporte, fue 3-2 con parciales 21-25, 25-23, 25-22, 14-25 y 15-12 en una de las conquistas más importantes de la historia. La última vez que la Selección estuvo en esta instancia fue en Sydney 2000 y ganó medalla, por primera y única, en Seúl 1988, con recordado cotejo por el bronce. El rival será Francia, que venció a Polonia 3 a 2, y el partido se disputará este jueves a las 9 de la mañana.

La otra llave para abrir la puerta de un buen Juego Olímpico argentino, es la Vela. Si bien, se cortó la racha desde 1996 con una medalla segura por juego, el combinado nacional aportó 3 diplomas olímpicos en la madrugada argentina. Primero, Sol Branz y Vicky Travascio se quedaron a dos puntos del podio, ganaron la Medal Race y casi logran el milagro. Culminaron 5°. Además, 7° fue la dupla Lange/Carranza en Nacra 17, que también ganó su regata, en un ejemplo de resiliencia grandísimo. Estaban sin posibilidades de podio, pero salieron a la cancha igual a representar al país con todas sus fuerzas y con Cecilia, lesionada en la espalda. Además, Facundo Olezza, en clase Finn terminó 6°.

El 5° y último diploma olímpico de la noche, lo ganan los 8 mejores de cada disciplina, un logro muy grande, fue para Agustín Vernice. El argentino se metió en la final de Piragüismo, en la K1 1000 y terminó 8°.

La noche argentina dio, de nuevo, muchas emociones. La de hoy, como pocas, con Scola en su último baile, el Vóleibol dando otro golpe en la mesa, la Vela y el Canotaje trayendo diplomas. Emotivo, y para disfrutar, como cada jornada de un JJOO.