River venció a Gimnasia y Esgrima de Mendoza por 5-4 en la definición por penales, luego de empatar 1-1 con un gol convertido por una «carambola» que descolocó al arquero rival, la fortuna que lo acompañó después desde los doce pasos y ese aura ganadora que le permitió finalmente clasificarse a los octavos de final de la Copa Argentina.

La fiesta en el estadio La Pedrera de la ciudad sanluiseña de Villa Mercedes, con capacidad para 28.000 espectadores de los cuales 23.000 eran riverplatenses, parecía estar preparada para el equipo millonario por el embelesamiento que los aficionados habían manifestado cuando la delegación llegó a la ciudad, por las huestes de Marcelo Gallardo.

Sin embargo el envoltorio brillante no se condijo con el contenido, porque River pareció más afectado por la pretemporada que su rival de la Primera Nacional, con jugadores faltos de tiempo y distancia, como por ejemplo el capitán Leonardo Ponzio, que apenas estuvo un cuarto de hora en la cancha y debió retirarse por una contractura en el muslo derecho.

Después de que Germán Lux atajara un penal en la primera parte, River se adelantó en el marcador a los 20 minutos del complemento por intermedio de Exequiel Palacios, mientras que el Lobo mendocino, conducido por el debutante Diego Pozo, quien fuera tercer arquero mundialista, logró la igualdad cinco minutos después gracias a Renzo Vera.

Luego de eso fue tiempo de los penales y todo venía encaminado para los mendocinos hasta que Brian Andrada, que había ingresado cinco minutos antes, estrelló su tiro en el travesaño dándole el pase a los octavos de final de la Copa Argentina a River, dos veces campeón de la misma, que sigue demostrando un aura especial para este tipo de competencias.