En los barrios de la ciudad, se sigue jugando a la pelota como en el pasado. Pero, en algunos casos, han cambiado los paisajes, donde los pibes antes corrían detrás de la redonda, ahora hacen una gambeta a las adicciones que los flagelan.

En ese marco, los clubes que conforman la Asociación Rosarina de Fútbol sostienen que su más ambiciosa tarea consiste en contribuir a que el deporte sea un eje insoslayable en el proyecto de ciudad.

Afortunadamente, a pesar de los cambios vertiginosos que sufre la sociedad, dicha tradición pudo sobrevivir a los avatares de la crisis y continúa manifestándose a diario a través del esfuerzo solidario de clubes afiliados, directivos, jugadores, árbitros, técnicos, colaboradores y familiares, que permiten seguir adelante.

Centenares de futbolistas, participan cada fin de semana en los certámenes de ésta liga (baby, inferiores y primera), que ha parido grandes cracks hacia todo el planeta.

Los ejemplos sobran, desde Lio Messi hasta Ángel Correa, “pocho” Lavezzi, Ángel Di Marìa, Maxi Rodríguez entre otros; son chicos surgidos en las últimas décadas y que hoy son estrellas mundiales.

La infraestructura de las entidades, es deficitaria, sin apoyo de ninguna clase de parte de los gobiernos de turno, descuidando a uno de los actores fundamentales de la sociedad.

En la categoría mayor, el gran protagonista de la temporada pasada fue PABLO VI, club ubicado en la zona sudoeste de la ciudad, en un barrio “picante”, donde el deporte es un bálsamo para tanta barbarie.

El plantel que dirigía el “garza” Previti, se consagró bicampeón, del torneo Molinas (divisional A), haciendo historia, teniendo en cuenta que en la categoría también participan NEWELL`S y R. CENTRAL.

El deporte más popular, sigue siendo el preferido de las barriadas más humildes, la historia se repite como en los albores del siglo pasado, cuando los ingleses que vivían en la región (trabajadores del ferrocarril), importaron un juego que sigue apasionando a las multitudes.