Por Paulo Viglierchio 

Rosario Central volvió a reencontrarse con las formas, al menos en su casa. Dejó en claro una vez más que en el Gigante es inexpugnable. Una alegría fundamental en el momento oportuno, que llegó antes de que la crisis por falta de respuestas futbolísticas, que tuvieron efecto en los resultados, empezaran a calar hondo y aumentaran el descontento de su gente. Un respiro trascendental, con mayor valor agregado teniendo en cuenta a quien tuvo en frente.

El Canalla salió a jugar el primer tiempo decidido, sabiendo de su necesidad y, más allá de eso, con la urgencia de realizar un gran cambio anímico, por sobre todo, una muestra de carácter obligatoria, demostrar que había capacidad de reacción. Así lo entendió el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo, que tuvo una vez más en los marcadores centrales a sus valores más altos, sacando todo por arriba y abajo, en especial Mallo.

En ofensiva, la tarea consistió en cortar el circuito de juego del rival en la mitad y salir rápido de contra, sea por afuera o por el medio, para explotar la espalda de la débil defensa cordobesa. En ese sentido, quien sacó mayor rédito fue Jaminton Campaz, que le costó volver con su marca pero fue un dolor de cabeza cada vez que encaró a Benavídez, aunque se pudo haber aprovechado más el sector de Giaccone en ese mano a mano con Portillo, de buenas subidas pero con un retroceso ineficaz, mientras Malcorra trató de buscar el espacio detrás de Villagra. Así, de la mano del colombiano, Central tuvo la ocasión más clara (antes del gol), que fue resuelta por Guido Herrera en dos ocasiones.

Sobresalió además la actuación de Broun, con buenas intervenciones para desactivar los remates de Portillo y de Bustos (una muy peligrosa tras una mediavuelta del delantero en el área), erigiéndose en otro valor alto. El principal déficit estuvo en la contención, ya que Talleres circuló rápido y con criterio el balón, a un toque, con Garro flotando por todo el frente de ataque, más la el desborde y la velocidad de Sosa y Depietri por los costados, lo que complicó la labor auriazul en defensa. Así, Toledo escaseó en la marca y poco aportó O’Connor en esa faceta, aunque el juvenil si redondeó un buen desempeño cada vez que se soltó y avanzó a su zona más cómoda, de 3/4 en adelante.

El golazo de Campaz tras un gran pase rasante de Giaccone motivó aún más a Central, que no se conformó con la ventaja obtenida y buscó sostenerse en sus intenciones. Bianchi pivoteó barbaro tras una buena combianción colectiva y Malcorra definió aún mejor para establecer el segundo tanto. Faltaba mucho, pero el Canalla sacaba una diferencia importante, ante un equipo complicado, que se conoce hace tiempo y juega bien. Tras una etapa inicial aceptable, la pregunta pasaba por que postura asumiría en la segunda mitad.

En el complemento, el Canalla se posicionó muy atrás al comienzo. La idea de aguantar el resultado iba a ser riesgosa por la jerarquía del adversario. Sin la pelota, intentar solo contener y no disputar el medio parecía la peor alternativa. Talleres se iba a venir, obligado, y tenía con que lastimar. Para colmo, uno de los creativos, O’Connor, tuvo que salir por un fuerte golpe, adentro Ortíz para aportar algo más de disputa en la zona medular.

Si bien el visitante se acercó, nunca tuvo la profundidad necesaria para preocupar demasiado, con excepción de una volea débil de Bustos que contuvo Broun, empezando a transformarse en figura. Mucho más cuando el uno también se quedó con un penal de Garro. En la actuación del arquero también se explicó el triunfo. Respondió cuando se lo necesitó y se lo vio muy seguro.

Central dispuso de un par de ataques que, de haber decidido mejor sus ejecutantes, incluso podría haber aumentado la diferencia. Ante la falta de sentencia definitiva, igual pudo mantenerse firme porque, además de la imagen positiva de Broun, la T se desinfló en ataque y solo insinuó, los tres puntos no corrieron riesgo.

Fundamental para el Canalla haberse recuperado, tras un comienzo con varias dudas. Volvió a ser ese equipo furioso y respetable de local, que fue lo que lo llevó a estar entre los diez primeros de la tabla y todavía lo sostiene en puestos de clasificación a copas internacionales. Una sonrisa necesaria, un alivio antes de que aparecieran los primeros nubarrones (que estuvieron y de que manera en el domingo rosarino) en esta parte final del año.