Los hermanos Federico, Marcelo y Julio Moura, junto a Ricardo Serra (luego Daniel Sbarra), Enrique Mugetti y Mario Serra serían quienes, en el contexto de la restauración democrática tras el genocidio, habrían impuesto el culto a la primacía del cuerpo, al goce, al baile, a la liviandad, al descompromiso.

Federico lideró esa formación musical en los discos tales como Wadu Wadu (1981), Recrudece (1982), Agujero interior (1983), Relax (1984), Locura (1985), Virus Vivo (1986) y Superficies de placer (1987), en una carrera ascendente, signada por el éxito en Argentina, Chile, Paraguay y Perú, alcanzando más de cuatrocientas mil copias vendidas, sin incluir posteriores reediciones digitales. También tuvo una participación decisiva en la profesionalización del grupo Soda Stereo, al cual le produjo su disco debut en 1984.

A principios de 1987, en el mejor momento de su carrera musical, Moura recibió la noticia de que estaba contagiado de VIH. Pese a los malos presagios,​ reunió fuerzas para lograr que Virus siguiera trabajando en una nueva producción, ahora junto a su hermano Marcelo como cantante, mientras que él decidió iniciar la grabación de un disco solista que jamás llegaría a completar y que aun hoy permanece inédito​ Su último registro oficial son las canciones folclóricas «A mí me dicen el tonto» y «En Atamisqui», incluidas en el compilado Grito en el cielo (1988).

Su fallecimiento cerró el año más fatídico para la historia del rock argentino. Vale recordar que, en el transcurso de los últimos años de la década de 1980, también fallecieron Alejandro De Michele (20 de mayo de 1983; veintiocho años), Luca Prodan (22 de diciembre de 1987; treinta y cuatro) y Miguel Abuelo (26 de marzo de 1988; cuarenta y dos), marcando de este modo el fin de la era del rock argentino de los ochenta.