Por Elisa Soldano

La murga uruguaya Agarrate Catalina regresa a Rosario para presentar su espectáculo “Amor y Odio” -ganador del Carnaval Uruguayo 2020- en el que a través de un humor que caricaturiza situaciones cotidianas e invita a reflexionar sobre ellas, aborda temáticas profundas como la grieta, el odio hacia las personas pobres y el avance de la derecha en Latinoamérica.

La cita es este sábado 20 de noviembre a las 21 en el Hipódromo de Rosario (ubicado en Av. Dante Alighieri al 2.485, en el Parque Independencia) y las entradas, que pueden adquirirse en Amadeus Rock (Córdoba 1.369) o virtualmente, tienen un valor que oscila entre los $1.800, $2.300 y $2.800, según el sector.

Además de abordar cuestiones políticas y sociales, la murga –que este año cumple dos décadas de trabajo- también se tomó tiempo para cantar contra las críticas que cosecharon a lo largo de estos 20 años, en donde reflejan los cuestionamientos que sufrieron por pasar de la escena “under” a la fama internacional, que los llevó a realizar giras por varios países, compartiendo este género propio de la cultura popular uruguaya con el resto del mundo.

Foto: Mauricio Rodríguez

Para adentrarse en “Amor y Odio”, Conclusión dialogó con el director técnico de Agarrate Catalina, Yamandú Cardozo, quien anticipó que a la murga le “encantó” hacer y presentar este espectáculo en el Carnaval 2020, pero lamentó que, a causa de las restricciones implementadas ante la pandemia de coronavirus, quedó pendiente hacer girar al show por fuera de Uruguay.

Si bien el artista reconoció que el año y medio lejos de los escenarios se hizo sentir en los murguistas, ya que en este género el rol del público es fundamental, admitió que todos los integrantes de La Catalina tienen “muchas expectativas” para esta gira por Argentina, que también los llevará a la Ciudad de Buenos Aires, La Plata y Córdoba.

“Amor y Odio”, un espectáculo que a la murga le significó su quinta consagración dentro del concurso de Carnaval, ofrece abordajes que interpelan al público, muchas veces bajo el mecanismo de la identificación. Al respecto, Cardozo celebró que el “arte genere debates y provoque discusiones” internas y colectivas.

Además, se refirió a su trabajo como letrista y contó que a la hora de escribir los textos que la murga cantará busca que los mismos estén atravesados por el pensamiento crítico. “Esto no quiere decir tibieza, sino intentar ejercer el derecho de la libertad desde el compromiso y desde el amor a las ideas, pero sabiendo que la polarización extrema a nuestro nivel, al nivel vecinal, es peligrosísima y termina siendo funcional a los grupos de poder”, observó.

En vísperas de su desembarco en Rosario, una ciudad que los declaró visitantes distinguidos en 2019, Yamandú Cardozo habló con este medio sobre el retorno a los escenarios argentinos, el rol de la murga ante el avance de la derecha y las expectativas para el espectáculo que darán en la ciudad.

– ¿Con qué se va a encontrar el público en “Amor y Odio”?

– Es el último espectáculo que pudimos hacer, lo presentamos en el Carnaval de Uruguay 2020 y fue el ganador de ese concurso. En su centro está el bicho humano, y ese grado humanista hace que más allá de algunas referencias a la coyuntura de ese momento, el sostén del show sea algo que todavía elude a la fecha de estreno. La gente se va a encontrar con la misma propuesta que presentamos en el Carnaval, pero con las actualizaciones y modificaciones que hacemos cada vez que ponemos a girar el espectáculo fuera de Uruguay, para poder contextualizar y dar ciertas referencias que tienen que ver con la coyuntura local; y se va a encontrar con una murga que tiene una alegría desbordante por volver a girar fuera de fronteras, con un colectivo que va a estar re-acostumbrándose y aprendiendo estas nuevas maneras de moverse en el mundo, pero que va a tener una alegría increíble de reencontrarse con uno de sus sustentos máximos, que es el contacto con el público cara a cara.

Yamandú Cardozo.

– Pese a algunos cambios para adaptar el show al público argentino, es un espectáculo que lleva a los extremos el asunto de la grieta. ¿Crees que los espectadores se van a sentir identificados con este aspecto?

Si se sienten identificados triunfamos y el milagro de la comunicación se sucede. Cuando alguien que está en el público siente cosas respecto a lo que la otra parte está cantando, aparece una de las responsabilidades más lindas que tiene el arte: el encuentro de persona a persona, de pueblo cantándose y preguntándose para generar el debate. Planteamos incluir en “Amor y odio” el tema del entramado social, que La Catalina ha tocado varios años, y la posibilidad que tenemos a nuestra escala de hablar al respecto de manera horizontal y colaborando a sumar preguntas para intentar ocuparnos del tema. Me parece un asunto súper delicado y queríamos reencarnarlo desde otros lugares, porque está bueno hacer humor con eso y sentarnos a pensar qué rol estamos desempeñando en esa dinámica increíble que tiene la grieta, que para mí es un concepto de ficción que opera realmente. No existe nada que diga que los seres humanos estamos divididos de una manera binaria entre amigo o enemigo por nuestras ideas, esa lógica que binariza o futboliza es una trampa mortal porque te condena a que tu acción o inacción sea juzgada y condenada y una vez que entrás en ese embudo es casi imposible salir. Nos parecía que estaba re bueno poder hablar de esto en Argentina, donde termina teniendo tremenda recepción, porque es cierto que allá se vive de manera más fervorosa o combustible, y quizás esa intensidad, que podía hacernos temer una reacción incomprensiva, termina siendo todo lo contrario: por tener más conocimiento de causa, el público disfruta más de esa caricatura.

Foto: Mauricio Rodríguez

– En “Amor y Odio” hablan del avance de la derecha y del rol del FMI, ¿cómo ven el panorama político en América Latina?

– Como persona armada y construida en la más absoluta libertad de ejercer una mirada crítica, el derecho de elección y educada en una casa que siempre fue abierta a la comunidad, entiendo que la postura de la izquierda es la más conveniente para desarrollarnos como personas que viven plantadas desde la solidaridad y desde lo colectivo. Claramente, este momento social y político no me gusta para nada, me parece muy triste en un montón de puntos y también me da la sensación de que cada generación siente que lo que le está pasando es inédito o lo mejor que ha pasado hasta el momento, por eso siento que hubo tantos renaceres y resurgires, porque más allá de los mapas que tengamos nos enfrentamos de vuelta a ciertas cosas, aunque en algún momento puede volver a pegar la vuelta. Los pueblos hemos ido pendulando de acá para allá hace un montón de tiempo, pero cada generación lo vive y lo va construyendo, soportando y traspasando con las herramientas que tiene. Lo que sucede con los nuevos paradigmas de comunicación, con las redes, con la inmediatez y la sobreabundancia de información inmediata y omnipresente que caduca en nanosegundos hace que todo esto sea extrañísimo, más doloroso y crudo. Es una situación sociopolítica que no me esperanza porque siento que las personas más desprotegidas agravan sus situación y es sabido que al salir de esta pandemia la riqueza va a quedar concentrada en todavía menos manos.

– ¿Qué rol ocupa la murga ante los modelos políticos neoliberales?

Lo único que nos queda a las personas que desde este lugar intentamos proteger lo poco que queda son las manifestaciones culturales y populares. Tenemos la tarea de, a nuestra escala pequeña y barrial, zurcir nuevamente y aportar nuestra denuncia desde el arte, pero sin la agresión tribunera del discurso exitoso, porque sabemos que ante estas situaciones de tremenda opresión y desprotección para un montón de gente, hay ciertas cartas artísticas que se pueden jugar y que son un gol seguro, pero tenemos que tener una responsabilidad quienes escribimos a la hora de no caer en la tentación de poner panfletos que son un gol para la tribuna nada más. La tarea es analizar a fondo desde la perspectiva que podemos y comprometernos un montón con lo que hagamos, como intento de que alguien más recoja la cartita en la botella y que a partir de eso se dé el debate y la emoción. Estos medios alternativos de comunicación, como es la murga, contribuyen a volver a poner sobre la mesa otras miradas y otras editoriales, creo que ese es el papel que me interesa y me enamora del Carnaval. Con este tipo de expresiones encontramos una trampita para contar lo que pensamos de forma masiva, para hacerle frente a tanto blindaje a favor de los grupos de poder.

Foto: Mauricio Rodríguez

– Mencionás una mayor desprotección social y uno de los fragmentos de este espectáculo habla de la aporofobia (odio a las personas pobres). ¿Cómo fue escribir sobre este tema y cantarlo ante el público?

– Fue muy emocionante, a mí como letrista me representaba una necesidad y no escribimos nada que no nos involucre. Hace unos cuantos años leí sobre la lucha que estaba teniendo la filósofa española Adela Cortina en relación a la aporofobia. Me pareció que estaba buenísimo llevar al Carnaval y al formato canción algo que nos hiciera reflexionar al respecto desde nuestras vivencias y me aboqué a escribir sobre eso. Cortina dice que hay un montón de crímenes de odio y que en un primer momento parece que son solo homofobia, xenofobia o racismo, pero explicó que muchas de estas cuestiones tenían otra cosa en común detrás que hacía más horrendo aún el asunto, que es que había un odio y un desprecio a la pobreza. Pero además sostiene que se necesita nombrar las cosas para poder conocerlas y atacarlas: hasta que no tengamos un nombre que separe y aísle correctamente qué es aporofobia de xenofobia, no vamos a poder atacarla correctamente. Nos pareció que con la consigna de amor y odio esta problemática entraba justo y nos animamos a componer una zamba, que va a ser re lindo tocarla en Argentina. Además, fue súper sanador hacia la interna poder hablar de eso y sacarlo al público, nos dio tremenda emoción ver la recepción y la llegada.

– Después de estar casi dos años lejos de la gente, ¿qué expectativas tienen para esta gira por Argentina?

– Todas las expectativas. La murga es con la gente, porque es gente que canta. Por los cuidados sanitarios no podemos graficar con nuestro cuerpo lo que conceptualmente entendemos que es la murga: cada vez que termina una función, bajamos del escenario y terminamos cantando entre la gente. Es eso, la murga yéndose a morir en donde nace, y es rarísimo no poder hacerlo, pero entendemos que está bien respetar estos cuidados porque comprobamos que hay un montón de gente que ha sufrido mucho y además lo primero que sufre el recorte es el arte y las expresiones populares, entonces estamos un poco endebles ante el hecho de que en cualquier momento pueden cerrarse las salas, bajarse el telón y la comunidad artística de vuelta a esperar. Con la gira también vuelven un montón de cosas que hacen a la vida en movimiento, al desembarco permanente en otras ciudades que son también tu casa, el reencuentro con afectos, con sabores, con comidas, con lugares que nos juntan con otros pueblos. La Catalina es una murga que ha sido mega movediza, cantando en diferentes países y traduciendo sus espectáculos a más de 16 idiomas. Este año y medio de quietud nos encuentra con unas ganas y abstinencia que vamos a tener que controlar para que la gira sea realizable y se pueda cantar sin que la emoción nos invada, porque el único problema con llorar es que o llorás o cantás. Además, a los espectáculos cuando los llevamos a girar por allá los contextualizamos, les damos una explicación, los reeditamos y crecen y mutan. A esa mutación también la extrañamos.

– ¿Cómo los recibe Rosario cada vez que vienen?

Rosario nos recibe increíblemente, hay algo que nos junta con esa ciudad, no sé qué es. Hay un montón de gente que nos aseguraba sobre el parecido entre Rosario y Montevideo. No pasa por lo geográfico ni por lo edilicio, no son ciudades que sean estrictamente parecidas en la foto, pero sí se siente una familiaridad de cosa habitual, de casa de hermano. Hay un montón de cosas compartidas, hasta a veces sin saberlo, de entrenamiento emocional a través de lo cultural -como actores, cantantes, poetas y escritores- maneras de vivir pasiones, también el tamaño o la cantidad de población, las intensidades con las que vivimos y los tiempos, que hacen que para La Catalina ir a Rosario sea estar en la casa de nuestros hermanos. Yo soy mega futbolero, pero a mí nadie de mi país me mostró tan bien lo que a mí mismo me pasaba como el Negro Fontanarrosa, entonces esa persona cómo no va a ser mi compatriota aunque haya nacido en otro lugar. Hay una cosa de patria compartida que hace que Rosario sea un destino al que siempre queremos ir y que siempre nos recibe increíblemente, entonces no tenemos manera de no querer volver.

– ¿Qué perspectivas tienen para el 2022?

– Como colectivo fuimos siguiendo las instancias que se requieren para participar del Carnaval 2022, hasta ahora las venimos cumpliendo todas y en unos días definimos nuestra participación. La murga está con ganas de hacer cosas, siempre tenemos ideas apuntadas porque hay mucho para decir y hay ganas de seguir armando espectáculos, así que haremos lo que podamos para acompañar este nuevo Carnaval.