Cacho Coronel, un precursor y referente indiscutido por más de cincuenta años de un género musical que ha sabido conquistar corazones a través del tiempo y atravesó fronteras que lo han posicionado a nivel mundial, más conocido como la música litoraleña: el chamamé.

Una velada chamamecera, en recordatorio del fallecimiento de Tránsito Cocomarola, el pionero de la música del Paraná, congregó a los músicos amantes y predicadores del género en la cúpula de Plataforma Lavardén, para tocar esa melodía que enamora.

En el encuentro se dieron cita músicos de primer nivel que acompañaron a Cacho, entre los que se encontraban el reconocido acordeonista Homero Chiavarino, el guitarrista Sebastian Gonzalez, ambos correntinos residentes en Rosario, Gabriel Coronel, hijo de Cacho y bajista de Rosario Smowing, por mencionar algunos. En ese marco, Conclusión dialogó con Cacho Coronel.

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-¿Qué importancia tiene esta velada, este encuentro litoraleño?

-Para los correntinos y para los que gustan del chamamé hoy es un día muy importante, por que se recuerda el aniversario del fallecimiento de Don Transito. Y él fue el más grande artista que dió la música chamamecera correntina.

-Desde los 13 años que viene con esta carrera musical y no ha parado. ¿Qué significa para usted haberse mantenido durante tanto tiempo?

-Te cuento una anécdota de mi comienzo: me pusieron al cuidado de unos niños que estaban en un hogar y fuimos hasta el río Santa Lucía de Goya a pasar el día porque era un día muy caluroso y una niña que me doblaba en peso se estaba ahogando y pedía a gritos que la ayuden. Hice un acto de arrojo y me tiré al río y la saque a la vaina. Y a raíz de eso, me convocan a un programa de radio para que cuente lo que había pasado. Los conductores ya sabían que yo algo hacia con la voz y que no tocaba guitarra. Mi debut fue cantando un tema de Juan Carlos Mareco, “Pinocho”. Yo ya lo cantaba en la escuela, ya lo tenía conocido. Y a partir de ahí no paré de cantar.

-Muchos años y muchas historias durante su recorrido por las costas del chamamé.

-En el año `68 integro el conjunto de Ramón Merlo en Rosario y ahí comienza mi derrotero musical chamamecero profesional, donde recorrí todos los festivales del país y los escenarios más importantes de la mano del maestro Merlo.

-¿Por qué el chamamé a enamorado a tanta gente?

-El chamamé fue incursionando el lugares impensados. La gente fue dispersándose y a cuestas lo llevan. Van a cualquier lugar del mundo y lo cargan sobre sus espaldas. El ADN del correntino es el chamamé. Es una de las músicas más lindas, más ricas, más suaves, más románticas. Con el chamamé uno se enamora, se casa, se enviuda y él sigue.

-En el año 2006 sacó un disco que fue dirigido por usted íntegramente y que lleva su nombre. ¿Cómo fue esa experiencia?

-En este disco me acompañan mis hijos Gabriel en contrabajo y Pablo en guitarra y fue una de la grandes satisfacciones que tuve. Un regalo de la vida. Después de haber grabado más de 20 discos con tantos músicos amigos. Grabar un disco con mi nombre fue un placer que va a quedar para el resto de los días. Todavía me queda algo pendiente que es grabar un disco con todos mis hijos.