Por Rubén Alejandro Fraga

“La primera obligación de todo ser humano es ser feliz, la segunda hacer feliz a los demás”. La cita es de Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, más conocido como Mario Moreno y mundialmente famoso por su apodo, Cantinflas, el actor mexicano más famoso de todos los tiempos, quien murió un día como hoy en 1993.

Mimo, actor, productor, guionista y comediante de cine que triunfó en Hollywood y se convirtió en un ícono de México. Tuvo una infancia dura, de niño muy pobre, pero aquellas experiencias en la calle moldearon un humor cercano y, a la vez, trascendental.

Apodado “el Charles Chaplin mexicano”, su magia cautivó al propio Carlitos Chaplin, quien lo consagró para la eternidad cuando dijo de él: “Es el mejor comediante del mundo, y el más querido”.

Había nacido en la Ciudad de México el 12 de agosto de 1911 como Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, en el seno de un hogar muy humilde y fue el sexto de los 14 hijos del matrimonio formado por el cartero Pedro Moreno Esquivel y María de la Soledad Reyes Guízar. De los catorce hijos del matrimonio, sólo ocho sobrevivieron al parto. Mario se crió en las humildes calles de Santa María la Redonda, barrio de Tepito, donde un verdadero milagro era poder comer todos los días.

Así fue creciendo y se fue formando en la “universidad de la calle” este prototipo del “peladito” mexicano, un chico pobre y sin instrucción, pero astuto y buscavidas,

Desde muy joven se dedicó a diversos trabajos, como ayudante de zapatero, lustrabotas, cartero, taxista, auxiliar de químico, empleado de billar, boxeador, mozo y hasta torero.

Como si todo esa fuera poco, en 1927, se alistó como soldado de infantería mecanógrafo del ejército, hasta que su padre escribió al ejército para pedir que le dieran la baja: el motivo de la petición era que Mario se había alistado irregularmente a los 16 años, mintiendo que tenía 21.

Recién dos años después, en 1930, mientras el mundo se desplomaba con la gran crisis del sistema capitalista derivada del crac de Wall Street del año anterior, Mario Moreno ingresó en el mundo de espectáculo, como bailarín en un circo. Ahí, ese niño muy pobre, sin instrucción y buscavidas por antonomasia descubrió que había venido al mundo con el don de los dones: el arte de hacer reír, ese que no se enseña en universidad alguna.

Pero aún faltaba un poco para encontrar su destino y siguió boyando un tiempo más sin dinero ni oficio fijo.

Había una vez, un circo

El 27 de octubre de 1934, todavía con muchas penurias económicas y sin un empleo fijo, a sus 23 años, Mario Moreno se casó con la bellísima moscovita Valentina Ivanova Zuvareff, en una relación que sólo terminaría con la muerte de ella, en 1966.

Mientras tanto, Mario Moreno recorría las carpas de los distintos circos de la capital de México como bailarín y cómico, muchas veces por techo y comida.

Al principio trató de imitar al cantante, actor, guionista y director de música estadounidense de origen lituano Al Jolson, pintándose la cara de negro, pero después formó su propio personaje inspirándose en los habitantes de los barrios pobres de México, con pantalones holgados, una soga como cinto y un bigote muy particular.

En las carpas de los circos Mario Moreno bailaba, realizaba acrobacias y otros varios oficios. Hasta que empezó a incursionar con actuaciones en las que entretenía al público con un extraño monologo en idioma “cantinflero”, el equivalente a lo que los argentinos conocemos como “sanata”: el arte de hablar sin parar y sin decir nada.

Así y debido a sus monólogos “sanateros” o “cantinfleros” fue forjando el personaje que lo llevaría a la fama, primero en su país y luego en el mundo entero, su personaje “Cantinflas”.

El personaje se asoció con parte de la identidad nacional de México, sobre todo de las clases bajas, y le permitió establecer una larga y exitosa carrera cinematográfica que incluyó una destacada participación en Hollywood, la meca del cine.

Sobre el origen del personaje Cantinflas, hay varias versiones y el propio Mario Moreno nunca fue categórico al respecto.

A su turno, el ensayista mexicano Carlos Monsiváis sostuvo lo siguiente: “De acuerdo a una leyenda con la que él está de acuerdo, el joven Mario Moreno, intimidado por el pánico escénico, una vez en la carpa Ofelia olvidó su monólogo original. Comenzó a decir lo primero que le viene a la mente en una completa emancipación de palabras y frases y lo que sale es una brillante incoherencia. Los asistentes lo atacan con la sintaxis y él se da cuenta: el destino ha puesto en sus manos la característica distintiva, el estilo que es la manipulación del caos. Semanas después,se inventa el nombre que marcará la invención. Alguien, molesto por las frases sin sentido grita: «Cuánto inflas» o «en la cantina inflas», la contracción se crea y se convierte en la prueba del bautismo que el personaje necesita”.

Pero según el sobrino del actor esta teoría es una invención de la gente que provocaba la risa de Mario Moreno. Además, afirma que el nombre fue una creación propia del actor y que su verdadero origen se lo llevó con él a la tumba.

Lo cierto es que su humor, tan cargado de aspectos lingüísticos del habla mexicana, tanto en la entonación, como en el léxico o la sintaxis, fue tan celebrado por todos los países hispanohablantes que surgió toda una gama léxica de nuevas palabras: ser un cantinflas, cantinflear, cantinflada, cantinflesco o cantinflero. En argentino, lo que se dice un buen sanatero.

A pesar de que algunas de sus películas fueron dobladas al inglés y al francés, y que su trabajo fue bien recibido entre el público de Francia, los juegos de palabras tan particulares en español resultaban difíciles de traducir.

Por eso, su gran éxito Cantinflas lo logró especialmente entre el público hispanohablante, donde todavía tiene muchos admiradores.

Ahí está el detalle

Promediando la década de 1930, Mario Moreno conoció a uno de los pioneros de la publicidad en México: Santiago Reachi Fayad, empresario y dueño Publicidad Organizada SA (Posa). Este encuentro dio un giro crucial en la carrera de Mario Moreno.

Al ver la actuación de Mario en las carpas circenses, Reachi Fayad lo contrató como empleado de su compañía Posa, para publicitar bebidas, pilas eléctricas y automóviles, entre otros productos comerciales. De ese modo, Cantinflas pasó a ser artista exclusivo de Posa y su figura comenzó a internacionalizarse a través de los avisos publicitarios.

El debut cinematográfico de Cantinflas llegó en 1936 en la película No te engañes corazón, aunque ese filme pasó por las carteleras mexicanas sin pena ni gloria.

Tres años después, en 1939, Reachi Fayad fundó Posa Films, la división cine de su agencia de publicidad y comenzó a producir películas cortas que le permitieron desarrollar el personaje de Cantinflas.

Con todo, fue recién al año siguiente, en 1940 cuando Cantinflas finalmente se convirtió en una estrella del séptimo arte después de rodar la película de largometraje Ahí está el detalle. La frase que le dio su nombre a la película se convirtió en la principal frase de

Cantinflas por el resto de su carrera. La película fue un éxito en Hispanoamérica, y fue reconocida por la revista Somos como una de las diez más grandes producciones de México.

En 1941, Cantinflas encarnó a un oficial de policía en la película El gendarme desconocido. Para entonces el perfil de la creación de Mario Moreno ya no era el del típico “peladito” de la década de 1920 y su personaje pasó de ser el hombre marginado de clase baja a un poderoso servidor público. La naturaleza política de la retórica del cantinflismo facilitó esta fluidez.

Después se sucedieron exitosas películas en las que Cantinflas satirizó a un torero (Ni sangre, ni arena, en 1941) o El Circo de Chaplin, con obras de teatro como Yo, Colón, en la que interpretaba al navegante genovés. En esa puesta teatral, mientras continuaba “descubriendo América”, el Colón cantinflero hacía observaciones cómicas, históricas y contemporáneas desde diferentes perspectivas. Las bromas cambiaban cada noche y

Mario Moreno continuó empleando su juego de palabras y doble sentido para atacar a los políticos.

Así, las décadas de 1940 y 1950 fueron las mejores para Cantinflas. En 1946 dejó de trabajar con las compañías mexicanas y firmó contrato con Columbia Pictures. Su famaya trascendía fronteras y se venía lo mejor.

Cuando el éxito viaja en globo

Y el éxito universal le llegó a Cantinflas en 1956, con su debut cinematográfico en Hollywood con La vuelta al mundo en 80 días, película dirigida por Michael Anderson, producida por Michael Todd y basada en la novela homónima de Julio Verne.

La película narra la historia del caballero inglés Phileas Fogg, que apuesta la mitad de su fortuna con sus compañeros del Club Reforma a que es capaz de realizar un viajealrededor del mundo en ochenta días. Su travesía va desde Inglaterra, sigue por Francia, España, el canal de Suez, la India, Hong Kong, el Japón y Estados Unidos.

Se trató de una película de alto presupuesto para la época en Hollywood, producida por Michael Todd en su pionero sistema de 70mm (Todd-AO) para obtener la más alta resolución de pantalla grande disponible en su tiempo.

La película está protagonizada por David Niven y Cantinflas, quienes interpretan a Phileas Fogg y a su asistente Picaporte (Passepartout), respectivamente, acompañador por Shirley MacLaine y Robert Newton.

En esta película, muchos famosos actores hacen pequeñas apariciones (para las que Todd inventó el término “cameo”), como Marlene Dietrich, Buster Keaton, George Raft, Frank Sinatra, John Gielgud, Trevor Howard, Peter Lorre, Charles Boyer, Cesar Romero y Fernandel; participa también el torero español Luis Miguel Dominguín.

La película tuvo un buen recibimiento por la crítica y aún más por la comunidad de Hollywood, y obtuvo cinco premios Óscar, entre ellos el de mejor película (pero no el de mejor dirección), y dos Globos de Oro, uno de ellos para Mario Moreno, quien ganó en la categoría a Mejor Actor de Comedia o Musical.

Con una gran promoción a nivel mundial, La vuelta al mundo en 80 días recaudó 42 millones de dólares y Cantinflas se convirtió en el actor mejor pagado del planeta.

En 1961, el actor mexicano volvió a rodar en Hollywood, esta vez protagonizando la película Pepe, que, aunque no llegó al éxito de su película anterior, logró que una larga lista de celebridades hiciera su “cameo”: Frank Sinatra, Judy Garland, Bing Crosby, Sammy Davis Jr., Dean Martin, Maurice Chevalier, Janet Leigh, Edward Robinson, Gary Cooper, Debbie Reynolds. Y además le valió a Cantinflas una nueva nominación al Globo de Oro.

Después le siguieron una larga lista de películas en las que Cantinflas encarnó una multitud de oficios, generalmente de carácter humilde como lustrabotas, albañil o barrendero, aunque también profesiones como médico, abogado, policía, burócrata, bombero, diplomático, piloto de avión y hasta sacerdote y profesor, todos personificados con su inconfundible personalidad ingeniosa, extrovertida y elocuente.

Casi todas esas cintas son simplonas, de argumentos elementales, factura técnica medio pelo, pero todas estuvieron puestas al servicio de un genio del humor.

De ese genio del humor surgido de los barrios pobres de México del que Charles Chaplin dijo: “Es el mejor comediante vivo del mundo, y el más querido”. Cantinflas y Carlitos se conocieron en 1964, en Suiza, y en la oportunidad, Chaplin completó el elogio hacia su par azteca al decirle: “Vos y yo somos únicos”.

Además de actor y empresario, Mario Moreno también se comprometió con la actualidad de México. Aunque fue conservador, su reputación como vocero de los desprotegidos le proporcionó autenticidad y se convirtió en una figura importante en la lucha contra el “charrismo sindical”, que es la práctica del gobierno de un solo partido, para manejar y controlar a los sindicatos. Mario Moreno fue presidente de la Asociación Nacional de Actores (Anda) y fue el primer secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC).

El lado oscuro de Cantinflas

En algunas de sus conversaciones con periodistas Mario Moreno se refería a Cantinflas como otra persona. Y sus detractores sostienen que fue así en la vida real.

En esa línea, la escritora Guadalupe Loaeza asegura que Cantinflas y Mario Moreno eran dos personas en una, que vivían en permanente contradicción. “Era un hombre que mundanamente no era simpático, era desagradable”, le dijo en una entrevista con la BBC Mundo. “Mario Moreno era un personaje muy siniestro, con una ambigüedad muy evidente. Sus colegas no lo querían”, aseguró.

Sin embargo, otros tienen una visión muy distinta del personaje. Quienes trabajaron con él en el inicio de su carrera sostienen, por ejemplo, que repartió entre lustrabotas y vendedores de diarios su primer sueldo ganado en un teatro formal, el Garibaldi.

Por su parte, en una nota en la revista Eme Equis el periodista Luis Guillermo Hernández recordó, por ejemplo, que el actor fue consejero del presidente Gustavo Díaz Ordaz, uno de los mandatarios más polémicos del país pues en su gobierno ocurrió la Masacre de Tlatelolco: el asesinato de estudiantes y civiles por militares y policías el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en la sección de Tlatelolco de la Ciudad de México.

También se acusa a Mario Moreno de haber sido promotor del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), según documentos desclasificados de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS), que durante décadas fue la policía política del país. “Su fama pública, su prestigio, pero sobre todo el amor que le tiene la mayoría de la población a su personaje, le permiten tener derecho de picaporte con presidentes, diplomáticos, funcionarios, dignatarios de otros países”, escribió Hernández. “Esa influencia, ese poder político y social, entonces, fue usado por Mario Moreno para su beneficio particular, como documentaron los espías del propio gobierno”, subrayó el periodista.

Algo que se tradujo en grandes fortunas, señaló la escritora Guadalupe Loaeza, y que agudizó la contradicción de su vida: por un lado, en el cine representaba a una persona pobre con poca educación y dinero, pero fuera de las filmaciones vivía con gran lujo.

Con todo, durante décadas, en las elecciones presidenciales de México, miles de personas votaron por Cantinflas como su candidato, aunque el actor nunca participó abiertamente en política.

Sus simpatizantes escribían su nombre en la boleta electoral. Esos votos fueron anulados, pero son una muestra de la confianza y simpatía popular que existía en México por el artista de trascendencia mundial.

Y lo cierto es que, tras retirarse, Mario Moreno dedicó su vida a ayudar a los demás a través de la caridad y de organizaciones de beneficencia, sobre todo las de ayuda a la infancia.

Mario Moreno, Cantinflas, murió a causa de una metástasis de cáncer de pulmón el martes 20 de abril de 1993.

Miles de personas se reunieron en un día lluvioso para su funeral en la capital de México, un evento nacional que duró tres días. Sus cenizas yacen en la cripta familiar de la familia Moreno Reyes, en el Panteón Español de la Ciudad de México. Cantinflas, el “peladito” que llegó a ser estrella del séptimo arte fue homenajeado por muchos jefes de Estado y hasta por el propio Congreso de Estados Unidos, que mantuvo un minuto de silencio en su homenaje.