Por Florencia Vizzi

Algunas cosas les llegan a las mujeres como un mandato, desde la infancia, y se quedan grabadas en el inconsciente, de una u otra forma, probablemente hasta los últimos días. El parecerse a una princesa, y para ello, comportarse como tal es, sin duda alguna, uno de esos mandatos. Es un estereotipo que se mama, social y culturalmente, que se trasmite, y que ha crecido además, al ritmo de las grandes factorías multinacionales, que, televisión y tablets mediante, han creado una verdadera industria de las princesas,(desde el disfraz hasta el kit escolar) y que se retroalimenta, además, con la casi inexplicable fascinación de los medios masivos  por la realeza y sus más imperceptibles movimientos.

Nadie hubiera pensado entonces que, de la mano de  un par de editoriales independientes, cuyo estandarte  es la autogestión y la comunicación alternativa, en pleno reinado de las infantas de Disney y las estereotipadas Barbies, llegarían, como una revolución silenciosa y sin pretensiones, las Antiprincesas.

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Nadia fink y Pitu Saa , los responsables de la colección

Frida Kahlo, Violeta Parra y Juana Azurduy son los nombres con los que las editoriales Chirimbote y Sudestada han puesto patas arriba el castillo encantado, generando una colección de libros infantiles que, tanto por su temática como por el extraordinario trabajo de narrativa e ilustración, han roto con los modelos tradicionales de libros para niños, contando historias fuera de lo común, íntimamente ligadas a la historia y la identidad latinoamericana, narradas con iguales dosis de sencillez y belleza.

Nadia Fink, periodista y escritora de la Revista Sudestada,  y una de las ideólogas de la colección, relató a Conclusión como fue la génesis de la serie: “Primero surgieron los libros, y luego fue apareciendo  esta idea de Antiprincesas. La idea original era contar historias de mujeres reales. Nosotros ya veníamos trabajando a las dos primeras, Frida Kahlo y Violeta Parra, que habían sido nota de tapa en la revista. A partir de esa investigación, empezamos a buscar un nuevo lenguaje para trabajar con las chicas y los chicos. Un poco porque hacía años que teníamos esa idea, y otro poco, porque nos parecía que era una tarea pendiente de los medios alternativos trabajar con las infancias. Cuando arrancamos con Frida, empezamos a notar la cuestión de las Antiprincesas, que surgió casi como un juego, en el cierre de la edición. Allí nos dimos cuenta de que a esos modelos que nos vienen bajando desde hace tantos años,  les estábamos oponiendo esas mujeres reales, corridas de todos  los estereotipos que se les quieren imponer a las niñas”.

En ese sentido, la escritora advierte que en algunas cuestiones Diseny se ha ido “aggiornando”, si se quiere, con personajes un poco más contestatarios, como los casos de Rapunzel o Mérida, la protagonista de Valiente, que se muestran como más decididas, pero, finalmente, esa cierta rebeldía, que no se expresa desde lo físico, ya que todas siguen siendo espléndidas, delgadas y hermosas, termina doblegándose y todas vuelven al seno familiar, dentro de la realeza, a obedecer los cánones impuestos.

“Nos pareció que tanto ideológicamente, en el sentido de las historias, como en la representación física, éstas mujeres de las que estamos hablando podían generar una pequeña grieta, a partir de la la cual se podía hablar de otras cosas”, señala Nadia.

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Ilustración de Pitu Saa

Tanto Kahlo como Parra, y en igual medida Juana Azurduy, personaje cuyo libro se encuentra por entrar a imprenta a la brevedad, desafiaron los modelos de su época y rompieron con lo que se esperaba de ellas, mujeres de carne y hueso, inteligentes y decididas que eligieron no quedarse en los lugares que les estaban destinados.

Y claro, un rasgo ineludible de las antiprincesas es el sentido de lo colectivo y su compromiso con su gente y su época, lejos de la individualidad de los finales felices, que incluyen, invariablemente, el casamiento con el príncipe y la construcción de una familia “real”, estas mujeres se comprometieron en intentar construir con otros una felicidad colectiva.

En ese sentido, la autora reconoce que, si bien las elegidas hasta ahora tuvieron una enorme impronta de participación política y de claridad ideológica, no necesariamente sea esa una característica que deba mantenerse en las que vendrán. La idea es rescatar, desde diferentes aspectos a mujeres que han sobresalido y dejado un legado, y que han trascendido su propio mundo. Hay otras que, aunque no estaban tan inmersas en el activismo político, han hecho enormes aportes desde su lugar, y terminaron transformando y desencajando parámetros establecidos. “Hay pequeñas revoluciones que influyen en que el mundo se ponga patas para arriba” expresa.

El desafío que probablemente se plantee a partir de ahora para los creadores de esta colección, será elegir una antiprincesa argentina. “Estamos pensando en eso -afirma Fink- y sin dudas, la próxima va a ser argentina. Pero la verdad es que hay tantos nombres dando vueltas, como por ejemplo, Tita Merello, Mercedes Sosa, Estela de Carlotto, Niní Marshall, María Elena Walsh, sólo por nombrar algunas, que se nos hace muy difícil decantarnos por una de ellas”.

La Colección Antiprincesas ha tenido un éxito inesperado no sólo en Argentina, sino en casi todos los países de América Latina, y también, un poco más allá. Y varias escuelas ya los han incorporado al material que se utiliza en los procesos de aprendizaje. En relación a ello, Nadia sostiene: “Es una sorpresa absoluta, sabíamos que estábamos haciendo algo bueno, pero siempre hemos hecho todo a pulmón, siempre desde la autogestión, entonces ahora, estar haciendo entrevistas y recibiendo llamadas de otros países, es muy raro, y muy grato también”.

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Pitu, Editorial Chirimbote

Algo insoslayable de la serie es el trabajo de ilustración, por momentos exuberante, por momentos de una apabullante sencillez. Los méritos por esa labor son de Pitu, ilustrador también de Sudestada, quien ha sabido plasmar con acierto la complejidad de historias cuyas protagonistas son dos talentosísimas artistas.

La escritora relata que “trabajamos muy en conjunto, siempre pensando en cual va a ser el personaje por venir. Le cuento mis ideas a Pitu y, a partir de eso, a él se le va ocurriendo por dónde encarar las ilustraciones. Por ejemplo, en el caso de Juana Azurduy, surgió una nueva idea, que es ilustrar los momentos de peleas y batallas en formato de comic. En ese sentido, nosotros lo que nos proponemos es tratar a cada libro como a un objeto nuevo. La idea es que en cada proyecto nos sigamos divirtiendo y pensando cosas nuevas, para ser honesto con nuestra forma de trabajo. Al final interviene el diseñador Martín Azcurra, que trabaja con los textos y los dibujos en el armado, y a él le debemos la impronta cuasi interactiva de los libros, que tienen ventanitas, disparadores, un pajarito que pregunta… esa característica de incorporar un poco la dinámica de las nuevas tecnologías”.

Muchas cosas se han conjugado para que la colección haya sobrepasado todas las expectativas, una propuesta original, que por su creatividad logra golpear los cánones y estereotipos preestablecidos, una fuerte apuesta por el reconocimiento y la revalorización de la identidad cultural y las raíces latinoamericanas y la impronta de dos editoriales que han reafirmado que se puede crear productos de gran calidad y contenido desde el trabajo independiente en medios alternativos y autogestionados, y que esos productos, cuando son realmente buenos, son bienvenidos y consumidos por el público… esas , entre muchas otras, son las razones por la cual las Antiprincesas llegaron para quedarse. Eso es seguro.