Por Mario Luzuriaga

Damián Dreizik es uno de los más importantes y respetados actores del país. Es reconocido por su actividad tanto en el teatro independiente como en el comercial.

En esta ocasión llega a Rosario para presentar su unipersonal «Automenaje», en el ciclo «Un verano fresquito», los sábados de febrero a las 21.30 en el Teatro La Comedia.

Dreizik dialogó con Conclusión acerca de este show homenaje a uno de sus personajes: el maestro de actores Raúl Ricoletti.

—¿Ricoletti se merece un homenaje?

—(Risas) Yo creo que sí, ya era hora. Raúl Ricoletti es un actor de gran trayectoria y tiene todas las características del actor argentino y de una determinada época. El es un hombre comprometido con su tiempo y espacio, supuestamente porque es un desastre, pero tiene esas características y aparte es muy ególatra. Y la idea es, cómo nadie pensó hacerle un homenaje, que decide hacerse un homenaje propio. Lo arma junto con sus hijos y en realidad es toda una patraña, esa es la excusa del espectáculo. A partir de ahí decide recurrir su trayectoria, estuvo haciendo musicales, infantiles, de vanguardia, el comprometido, el cine…

—Hizo de todo …

—Si (risas) el hizo todo. Tiene momentos que pasó en Argentina como la vuelta de a la democracia y todo con mucho humor.

—¿Cómo lo definís a Ricoletti?

—Ricoletti es inimputable, resiste y se adapta a todo. No se entera de nada y el sigue. Es un actor que está en un momento complicado en el que no tiene mucho trabajo y siente que lo tienen que reconocer.

Es una especie de Mirtha Legrand, una figura distinguida…

—Claro, exactamente. Es un mito viviente pero sin los almuerzos (risas).

—Recordemos que a este personaje lo venías interpretando en radio ¿Cómo lo recibe el público ahora que lo tienen en vivo?

—El espectáculo es muy festivo porque hay un código, igualmente hay gente que viene a ver un unipersonal y no tiene idea. Pero los que lo conocen y lo que no entran en el código, porque son los que presencian este homenaje sorpresa que él mismo organizó. Es un espectáculo de humor pero tiene sensibilidad, porque se pueden ver otras cosas. Es todo bastante patético porque el se cree algo que no es y a partir de eso se desarrolla la obra.

—Has participado en tele, pero el teatro tiene un significado para vos.

— Si, es como el pez en el agua. Me siento muy cómodo y es también una exigencia porque en el teatro no podes mentir, cuando las cosas no van, no van. Todos los otros soportes audiovisuales no dependen tanto de uno, para mi el teatro es del actor. También lo es del director y del autor, pero arriba del escenario se ven los pingos. El unipersonal es un género que hago mucho y me gusta.

—No es para cualquier actor hacer este tipo de unipersonales.

—Es difícil encontrar la justificación de estar arriba del escenario. Yo hago teatro y el humor está presente de varias maneras. pero siempre con un personaje y con algo para contar. Para mí es importante y de ahí encaro el espectáculo. Si uno la ve con otros ojos es una historia patética, pero es muy graciosa y tiene mucho humor.

—También estuviste incursionando en cine y me llamó la atención que lo hagas en géneros como el terror.

—(Risas) La verdad me sorprendió y también hice otra película que se llama «Los olvidados», y es terrorífica. Pasa en una localidad de la provincia de Buenos Aires que se llama Epecuén, un lugar que tuvo una inundación grande y la dejó en ruinas. Mirá fueron una seguidilla de películas de terror que hice, pero «El muerto cuenta su historia» era más una comedia fantástica. «Ataúd blanco» era terror y «Los olvidados» ya era «gore» (sangriento). Me gusta, son cuestiones que me sacan del lugar que tiene que ver con el humor. Lo difícil es hacerlo creíble y bien para no caer en lo bizarro. El cine de género es difícil de hacer porque hay que buscarle una vuelta, pero también tiene una tradición en donde apoyarse.

—Siguiendo con el cine, colaboraste también con el director Néstor Montalbano con guiones como «Pájaros volando» y «Por un puñado de pelos» ¿Cómo fue esa experiencia?

—Son ideas de Néstor y los guiones que hice son porque lo conozco hace mucho y su estética. Los guiones tenían ese mundo y los transformó, en «Por un puñado de pelos» convocó al Pibe Valderrama y Rubén Rada fue graciosa; lástima que pasó inadvertida porque es interesante. Se mete con algo que tiene que ver con los recursos sustentables, siempre con algo de trasfondo pero con delirio. Es un director que se juega a un humor muy loco y me gustan esas cosas.

—¿Cómo es tu relación con el público rosarino?

—Fui muchas veces y me gusta es un público muy lindo y espero que todos la pasemos muy bien.