Por Santiago A. Fraga

Quien transita las calles de Rosario por las noches e ingresa con cierta asiduidad a alguno de los bares y espacios culturales que aún zafan del exterminio municipal, habrá notado ya desde hace tiempo la presencia cada vez más notoria de una nueva generación de artistas que llegó con la firme fuerza necesaria para hacerse rápidamente un lugar en un contexto por demás complicado para el arte y el desarrollo de proyectos.

Con ideas nuevas, un sonido fresco, un espíritu liberado, un destacado nivel de destreza musical y una disconformidad manifiesta con las condiciones establecidas, desde hace algunos pocos años se puede divisar en la ciudad una buena cantidad de bandas nuevas que llevan adelante sus propuestas de forma autogestiva (¿hay realmente otra forma de hacerlo?), habiéndose ganado con rapidez un espacio y un público atravesados por los mismos gustos y dilemas. Dentro de eso, una de las características de esta época naciente es cómo estos grupos han sabido encontrarse, poner en balance las similitudes y las problemáticas compartidas y reunirse en movimientos o colectivos para poder trabajar con más y mejores herramientas, forjando en ello también una pertenencia y una representatividad.

Depto de Islas no es solamente una de las bandas que forman parte de la escena descrita, sino que su esencia misma es también una conjugación de todas estas características generales: fraternidad, encuentro, libertad, experimentación, permeabilidad, autogestión y un sonido renovador. Un «depto» en donde caben todas las ideas y todas las personas (y no hay inmobiliaria que te arranque la cabeza).

Simplemente con escuchar y desglosar “Depto1”, su primer disco de 2018, nos encontraremos con seis canciones notables, que si bien se podría decir vagamente que giran en torno del rock fusión y lo progresivo, terminan siendo incatalogables al incorporar intermitentemente elementos de todo tipo (funk, jazz, electrónica, pop). Cada canción es una montaña rusa que te va llevando por distintos ambientes, sin salir nunca de ese depto.

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La gran característica, que explica también mucho de esta combinación de sonidos e influencias, es que a la formación base (Gabriel Rosignoli en batería, guitarras, voz y coros y Martín Vacchiano en piano, synths, guitarras, flauta melódica, voz y coros) se le sumaron otros ocho invitados (Agustín Muntaabski, Malena Greco, Joaquín Melero, Diego Savioli, Gwido Cirione, Iván Rosianski, Manuel Fuertes y Fermín Sagarduy) que pudieron imprimir su sello en cada una de las canciones.

Y al mismo tiempo, escucharlos en vivo es una experiencia completamente distinta, porque ellos mismos así se lo permiten. En una especie de subformación a la que llaman “Depto B”, con Martín Vacchiano en teclas, bajo y voz; Gabriel Rosignoli en guitarra y voz; y Sebastián Mionis en flauta traversa, teclas y voz (antes Fermín Sagarduy), ese ambiente rock casi de orquesta se convierte en un pop extremadamente nítido que no tiene que ver con nada pero a la vez tiene que ver con todo. Porque esa es la esencia en este depto que armaron Rosignoli y Vacchiano y en el que invitan a los colegas de la movida a mover, proponer, desordenar y rearmar.

Ese encuentro, esa fraternidad, y ese cruce de propuestas y experiencias es también el núcleo de la propuesta del Festival Arde, que este viernes 21 de febrero a las 21 tendrá la segunda edición de su ciclo Ard7, en Distrito Siete (Ovidio Lagos 790).

Allí, las recomendables bandas Otros Colores y Suave Lomito, pertenecientes al colectivo organizador, tocarán junto a Depto de Islas, que encuentra su lugar principalmente en el Movimiento Unión Groove. Además, también habrá una muestra fotográfica (Juliana Battión, Julia Negri, Diego Susan y Franco Camilletti), una feria de diseñadorxs y emprendedorxs locales y la amenización de la DJ Julia Munuce.

Previo al show, Conclusión dialogó con Gabriel ‘Tano’ Rosignoli (quien además tiene su proyecto de funk, soul y hip hop llamado Inmanente) respecto de todos estos detalles mencionados, el ciclo Ard7, el proceso de experimentación y trabajo de la banda, el futuro material que se viene y el Depto B que se presentará este viernes en Ard7.

¿Qué te parece el encuentro que propone Arde y con qué expectativas esperan la fecha?

Lo del encuentro es fundamental, me parece. Es para destacar el hecho de cómo el 2019, así en razón de un año, salieron tantas movidas autogestivas y tanta fraternidad entre diferentes bandas, porque el Arde si bien es uno entre tantos, me parece alucinante y necesario el hecho de que tantos grupos se junten a hacer sus pequeñas cooperativas, sus pequeños movimientos, para empujar un poco más. Particularmente con el Arde me parece genial porque nosotros con el Depto quizás venimos de otro lado, en términos de grupos de pertenencia (NdR: Depto de Islas forma parte del Movimiento Unión Groove), pero al mismo tiempo nos encontramos con un montón de cosas en común con los chicos de Arde y de otras bandas. Así que me parece que va a estar buenísimo. Con Otros Colores hacía rato que veníamos hablando de hacer algo juntos, a los chicos de Suave Lomito los amo, me parecen unos pibes que tienen todos una data re fresca y que la rompen. Ya sin que suceda nada te puedo decir que va a estar buenísimo.

En ese sentido, una de las premisas del ciclo es precisamente esa confluencia entre los artistas. ¿Cómo ves vos a esa escena actual creciente?

– Nosotros por ahí viniendo del MUG, o encontrando ahí el grupo de hangeo o de pertenencia, que nos inviten al ciclo está buenísimo. Por otro lado, desde el MUG, tanto desde las páginas como dentro de la organización misma, siempre estamos al tanto y cebados con otras agrupaciones y colectivos, parecidos o no, que aparezcan. No puede haber nada de malo en ello. Al contrario, es siempre la mejor que haya otras alternativas. Que no sean solo dos o tres las agrupaciones o los colectivos de bandas, sino que mientras más haya mejor, y en ese sentido siempre bancando los trapos entre todos.

– Para ustedes en Depto1 también está esa cuestión de confraternidad y lazos, al haber una gran cantidad de artistas invitados que, en realidad, ustedes no consideran invitados.

– Sí, mal. Las cuestiones que incluyen a un grupo social o representativo dentro de una sociedad no se dan de la nada, como que se dan todas al mismo tiempo en todos lados o se van construyendo así. Entonces, en ese sentido nos parece como gracioso, copado, el hecho de que nosotros hace dos o tres años dijimos “che, vamos a hacer un disco donde metamos a todos nuestros amigos y a todos los colaboradores que podamos porque sí, porque nos copa hacer eso”, y al mismo tiempo en otro lugar de la ciudad, otra gente estaba diciendo “che, vieron que somos todos re cumpas y que tocamos todos en bandas re amigas, ¿por qué no nos juntamos y hacemos un colectivo?”. Me parece genial que se den esas coincidencias, que tampoco sé si son coincidencias… seguramente tienen una razón ahí escondida por algún lado. Pero me parece genial y Depto tiene esa cuestión abarcativa y siempre de incluir, de mientras más mejor. Mientras más gente quiera tocar en el Depto, mientras más amigos quieran tocar, colaboradores, mejor va a ser la música.

– Ese ir y venir de gente también genera una cierta permeabilidad para trabajar los temas. ¿Cómo se conjuga todo? ¿Cómo se van generando las ideas y las canciones? Dándoles forma.

– Creo que hay una especie de acuerdo tácito principalmente entre Martín y yo, que somos por ahí los que más llevamos el proyecto, que se trata de que nada es inútil, nada es inservible y nada está al pedo. Cualquier tipo de música se puede hacer, cualquier canción se puede hacer, cualquier invitado puede aparecer y tocar, si amerita, si da y si se da divertida la cosa. Eso es como un norte, que la cosa sea siempre dinámica y sea divertida. ¿Cómo organizar eso? Y… es jodido, pero es parte también de la diversión, de decir “bueno, el viernes tocamos en D7 con dos bandas, estas son las características de esta banda, estas son las características de este público, etc, ¿con qué tema vamos?, ¿con qué tema abrimos?, ¿con qué tema cerramos?, ¿da para tirarlo a este lado o a este otro?, ¿da para invitar a esta persona o a la otra?”, y dentro de un mes tenemos que tocar en una fecha del MUG, “¿da para esto o da para lo otro?”. Es una cuestión así, de una estética que se desarrolla mucho de acuerdo a la situación. Es todo un laburo, es todo un quilombo siempre, pero es muy divertido.

– Un lindo quilombo se podría decir.

– Sí, y es que para eso estamos con Depto, un poco. Para tratar de abarcar todo lo que se pueda, sin perder nunca esta identidad o este norte que te digo de buscar la diversión, entre otras cosas.

Tapa del disco "Depto1"
Tapa del disco «Depto1»

– Ahí también hay una cuestión de que los temas de Depto1 salieron en el disco con la participación de varios saxofonistas, cantantes, etc. Capaz después a la hora de armar un show a algunos se los pueda invitar y otros no puedan, pero no está entonces eso de decir “che, tenemos que conseguir un saxofonista para que toque esta parte así”. Como que reversionan los temas constantemente.

– Sí. Especialmente con el disco se da que toda la gente que participó ahí nos siguen siendo los mejores cumpas que tenemos. Están ahí, siempre bancando, y entonces siempre se los puede ir a buscar y se les puede preguntar para que toquen. En el caso de que no puedan o no quieran, también siempre se puede invitar a gente nueva. Por ejemplo, el cambio más reciente que hubo fue que nosotros todo 2019 tocamos en este formato medio electrónico popero que vamos a tocar este viernes con Fermín Sagarduy, que es un gran amigo y una de las grandes razones por las que nace este Depto B, este Depto de canciones con pistas y etcétera. Él ahora salió para otro lado, se fue de la formación fija (sigue siendo invitado), y a partir de ahí se buscó y se invitó a otra persona, que es Seba Meonis, que también es un musicón de la puta madre y tiene otras características a las del Fer. Tienen muchas cosas en común pero también tienen otras características, y los temas que veníamos haciendo con el Fer muchos salen parecidos y otros se reformulan… ¡y vamos carajo!, no pasa nada. Los dos manejan Abbleton, los dos son grandes músicos, grandes cantantes, pero está abierta la posibilidad de que impriman su participación en los temas que ya estaban.

– Este proceso de experimentación con la música, ¿ustedes lo tenían claro desde un comienzo que iban a funcionar así como banda o se fue dando? ¿Cuándo surgió eso?

– Me parece que se fue dando, en el sentido de que la banda y el proyecto nace de que Martín y yo decimos “vamos a grabar este disco”. Después, para conseguir plata, difusión y reconocimiento para ese disco, tuvimos que salir a tocar, y para eso tuvimos que meter otra gente. Cuando metimos a esa otra gente en el toque, nos dimos cuenta que también podían participar en el disco. Yo creo que se fue dando. Lo que se puede mantener como una constante es que por ahí los tiempos de la banda dependen mucho de los tiempos de Martín y los míos, pero después todo lo otro se va construyendo en el camino.

– ¿Ya hay previsto algún Depto2 o cómo lo van llevando?

– En un momento salió la idea de hacer una súper presentación con lo que era Depto1, pero la verdad es que si bien está buenísimo el disco y todo, y a mí me llena el alma, también hay una necesidad de dejar plasmado un poco esto que es Depto B, que va a tocar el viernes. Yo creo que hay muchos temas que son muy fuertes, que son realmente hermosos, tan hermosos como los de Depto1 y también se merecen estar grabados y subidos para que la gente los escuche, y sobre todo para que puedas ir al reci con algo ya masticado, que sepan qué van a escuchar. Por ahí es gracioso ver las caras de la gente que escuchó el primer disco y te va a ver y ve que en realidad el batero toca la viola, que el tecladista toca el bajo, que no hay batería, que está disparada… y es muy gracioso ver la cara de la gente como diciendo “qué carajo, ¿estos no hacían rock fusión con temas de nueve minutos y medio? ¿Y ahora me están tocando todo un pop grasa y meloso en la cara? Y sí, ya fue, vamos a hacer esto. Pero bueno, justamente para que no haya tanta disonancia, estaría bueno que estos temas también estén subidos, que es justamente lo que vamos a hacer ahora en marzo o abril. Vamos a volver al estudio, y eso me parece genial. Tengo unas ganas de volver que me muero.

– ¿Volverían con Diego Savioli?

– Sí. Creo que sí. La realidad es que él está apretadísimo de tiempo y de laburo, que me parece algo genial, algo alucinante y me siento feliz de que por ahí me diga “mirá, ahora ahora no puedo, háblame por ahí en medio mes”. Eso me parece hermoso. Pero sí, creo que la búsqueda va por ahí. Diego nos conoce, nosotros lo conocemos a él, y ni hablar de las capacidades de él como operador y productor. Nos parece genial y esa es la idea, volver ahí.

– ¿Cómo describirías tu relación y forma de trabajo con Martín Vacchiano?

– Es una relación genial, muy profunda. Claramente es muy dificultosa, no por cuestiones personales nuestras sino de todo esto que venimos hablando, de hacerse cargo o llevar tanta energía y tanto proyecto a cabo, pensar en todas las variables solamente entre dos personas… es heavy, pero se puede. Qué se yo. Hay veces que estamos mejor y veces que estamos peor, obvio, pero yo creo que es una relación genial, de una amistad genial y de un entendimiento musical que me parece muy valioso. Yo al Martins lo valoro infinitamente, creo que él también a mí, y eso a la hora de componer se nota. Creo que la maquinita de canciones que logramos armar es alucinante. Funciona. Le tirás un fierro o una lata y te saca algo. Le tiras un audio y algo sale de ahí, así que me parece genial eso.

El volumen II del ciclo Ard7 tendrá lugar este viernes 21 de febrero a las 21 en Distrito Siete (Ovidio Lagos 790). Las entradas anticipadas pueden conseguirse en Craz Librería (Córdoba 954, Pasaje Pan, Local 10), y en Distrito Siete, tanto en su espacio físico como en su página web: d7entradas.com.ar.