Por Mario Luzuriaga

No es casual que Sebastián Ortega aborde la temática carcelaria, ya tuvo un éxito rotundo con “Tumberos”, ni que se meta con la marginalidad como fue en el caso de “Okupas”. Aquí mezcla los mundos y nos trae una historia diferente y dura. Juan Minujín interpreta a Pastor Peña, un ex policía que se encuentra recluido en una cárcel del sur y es llamado para un trabajo muy peculiar: un juez le propone su libertad a cambio de que rescate a su hija. Para ello, deberá ingresar a otra prisión en donde recopilará información y se enfrentará a toda la mafia del penal.

Es destacable el inicio de la serie, una persecución dentro de la villa entre Pastor y la policía. No sé si hay registros de algo tan real filmado con cámara en mano, una escena digna de cualquier producción de Hollywood, realizada de manera magistral. Dentro de estos personajes que habitan este presidio, se destaca “Morcilla”, interpretado por Carlos Portaluppi, una especie de líder en caída, que trata de hacer todo lo posible para resurgir y que ve en Pastor un competidor en potencia.

En esta prisión encontramos una variedad de personajes e historias que son muy interesantes que no te dejan parar ni un segundo en la acción. Lo que más llama la atención es la sectorización que se ve dentro de esa cárcel. Por un lado tenemos “la villa”, que sería el patio poblado en la que conviven los presos en las peores condiciones posibles;  luego podemos observar pabellones donde se vive un poco mejor, con algunos beneficios y, por último, el sector donde vive el recluso Mario Borges (Claudio Rissi), quien maneja los negocios ilegales dentro y fuera del penal.

Según declaraciones de los protagonistas, tanto la producción como los actores, realizaron un gran trabajo de investigación, como recorrer penales, entrevistarse con policías, para así sacar un producto acorde a la realidad que se vive en las instituciones carcelarias. Por esto y por mucho más “El marginal” es una producción que vale la pena ver.