El estadounidense Peter Bogdanovich, invitado estelar de la actual edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), que arrancó sus proyecciones hoy, repasó “los azares y casualidades” que lo transformaron en un reconocido director, actor y crítico cinematográfico y advirtió que “lamentablemente la humanidad fue remplazada en las películas actuales por los efectos especiales”.
El realizador de la emblemática «La última película», cuyo cine es motivo de una retrospectiva en el marco de la actual muestra porteña, también recordó maestros suyos como John Ford, Howard Hawks y Roger Corman.
Por otra parte, adelantó que el año próximo filmará “Wait for me”, “lo mejor que escribí en mi vida, un guión que estoy trabajando desde hace 30 años y que trata sobre un director de cine que escribe y actúa sus propias películas, al estilo de Woody Allen o John Cassavetes”, y que curiosamente tendrá efectos especiales y seis fantasmas en escena.
“Habla de un cineasta que cae en la oscuridad tras la muerte de su esposa y no puede conseguir trabajo en Hollywood. Para cuando empieza la película, ya se pasó varios meses buscando una historia para filmar, pero no tiene ninguna y termina en Austria, donde es muy infeliz. Se quiere suicidar y allí escucha la voz del fantasma de su mujer”, explicó.
Autor de grandes filmes como “Targets” (1968), “¿Qué me pasa doctor?” (1972), “Luna de papel” (1973) y “Máscara” (1985), entre muchos otros, Bogdanovich e afirmó que, si bien no conoce nada del cine argentino, intentará aprovechar su visita para ver algunas películas nacionales en el festival.
“Estoy muy cansado del viaje, pero estoy encantado de estar acá presentando mis películas”, dijo el cineasta y agregó: “Me siento muy halagado de que el Bafici piense que mis películas valen una retrospectiva. Me sorprende mucho que alguien en Argentina siga viendo y valorando mi obra. Es como haber tirado una piedra al agua hace muchos años y que las ondas se sigan expandiendo todavía”.
“Creo que la humanidad se perdió de las películas y nos quedamos más que nada con los efectos. Increíblemente todavía existen directores que se interesan por el hombre y sus preocupaciones esenciales, como Wes Anderson”, señaló Bogdanovich, a quien el director de “El gran hotel Budapest” lo llama cariñosamente “papá” y lo ayudó a producir su última película, “She’s Funny that Way”, de 2014.
Para este guionista y productor, “las películas estadounidenses se degeneraron con los efectos especiales. Mi padre era pintor y me prohibía ver cómics debido a que estaban mal dibujados. Por eso crecí sin que los superhéroes me llamen la atención. Lo más básico de hacer una película es que el espectador suspenda su falta de creencia y pueda darle verosimilitud a la fantasía. Y las películas de efectos especiales hacen todo lo contrario”.
En ese sentido, Bogdanovich -que este sábado a las 18 dará una charla pública en el marco del Bafici- aseguró que “los filmes de superhéroes son pura mierda. Me gustan las películas sobre la gente, que indagan sobre distintos aspectos de los seres humanos. En ese sentido, creo que al igual que en el cine, la actualidad del arte en general no es muy buena en la actualidad”.
“Creo que las series de TV después de ‘Los Soprano’ mejoraron mucho. Hay mejores roles para las mujeres y los guiones son mejores porque están hechos para adultos, mientras que la mayoría de las películas están hechas para adolescentes. Desearía que no fuera así pero lo es”, señaló el cineasta, que actuó en varios capítulos como el supervisor psicoanalítico de la doctora Melfi y dirigió otro de la popular serie televisiva centrada sobre la vida de una familia de mafiosos de Nueva Jersey.
Bogdanovich recordó que escribió un piloto para una serie basada en “Todos rieron”, su película de 1982 protagonizada por Audrey Hepburn y Ben Gazzara: “La estamos tratando de armar, es una especie de cruza entre comedia y género detectivesco. Como esta serie, dirigí muchos telefilmes en los ’90. Los disfruté mucho porque se terminaban muy rápido y yo tenía la gimnasia de la velocidad gracias a Roger Corman”.
Me gusta trabajar rápido. No siento que comprometa nada por subir la velocidad. Lo que aprendí de Howard Hawks, Orson Welles y John Ford fue que no hay que filmar cosas de más, sino sólo lo esencial. De ellos aprendí que no hay que filmar cosas que no se necesitan y por eso, en mis filmes, me puedo mover de manera tan rápida y eficiente”, agregó.
«De Hawks y Alfred Hitchcock aprendí el vocabulario y la gramática del cine. Y aprendí algunas cosas de dirección haciéndoles preguntas todo el tiempo. ‘¿Lo único que sabés hacer es hacer preguntas?‘, me decían. La última vez que vi a Ford se moría en una cama. Había ido a verlo con Hawks. Y apenas entramos, le gritó desde la cama: ‘¿A vos también te hace todas esas preguntas?’. Creo que eso significaba que les caía bien», recordó.
Bogdanovich, cuyos filmes “hablan básicamente sobre la gente, la condición humana y sus problemáticas”, indicó que la mayoría de los cinéfilos “creen que soy un intelectual, pero la verdad es que soy un ser más emocional. Reacciono más a partir de las emociones que por el intelecto. Por eso, no sé si me siento a pensar mucho cuál es el tema de mis películas. Simplemente las siento y las hago”.
En relación a su extensa y prolífica carrera como director, actor, guionista, productor y crítico cinematográfico, el estadounidense admitió que “las cosas sólo se me dieron así, por una serie de azares y casualidades. Cuando era niño todos pensaban que iba a ser actor y yo también lo pensé y estudié cuatro años actuación con Stella Adler, donde también surgió mi vocación de director”.
Tras dirigir su primera obra teatral, Bogdanovich -que todavía vivía con sus padres- consiguió trabajo escribiendo sobre cine en un diario de Nueva York, dinero con el cual ahorró lo suficiente para viajar a Hollywood, donde buscó sin éxito un lugar en la revista Harpers y conoció a grandes directores como Hitchcock, Hawks y Ford.
“Un día, en una discusión sobre cine con un desconocido en un bar, descubrí después que se trataba del editor de la revista Esquire y unos días después lo llamé y le mostré un artículo sobre Hollywood. Lo aceptó y luego me pidió un perfil de Jerry Lewis. Así me encontré por accidente con el hecho de no ser crítico y escribir regularmente sobre cine”, rememoró.
Se mudó a California sin dinero, con su esposa y su perro, y allí conoció a Roger Corman, que sabía que escribía en Esquire y le ofreció ‘guionar’ una película juntos: “Aprendí de él la velocidad para el trabajo y la necesidad de mantener la máquina funcionando todo el tiempo. Luego me llamaron del MoMa para curar una retrospectiva de Orson Welles y esa curaduría terminó convirtiéndose en mi primer libro”.
“Entre muchos otros azares -agregó Bogdanovich- pude entrevistar a Ford tres semanas en uno de sus rodajes. Aprendí mucho de dirección de un hombre de 69 años a quien todos le tenían miedo y era realmente brillante. Las películas que se hacen hoy no tienen nada que ver con las que él hizo. Aprendí mucho de su actitud y la manera de desenvolverse en el set”.