Por Hernani Natale- Telam

Absolutamente despojado de la gran carga simbólica que porta un disco tan arraigado en el inconsciente colectivo musical argentino y latinoamericano como “El amor después del amor”, Fito Páez finalmente dio a conocer “EADDA 9223”, su esperada relectura del clásico álbum de 1992, para el cual se rodeó de invitados de lujo, como Chico Buarque, Elvis Costello, Mon Laferte, Marisa Monte, Leiva, Andrés Calamaro y David Lebón, entre otros.

De esta nueva versión, que está disponible en plataformas digitales pero que además fue lanzada en CD, vinilo y cassette, y que fue registrada en distintos estudios de todo el mundo con producción del propio Páez, Diego Olivero y Gustavo Borner, también participan Lali, Nicki Nicole, Nathy Peluso, María Castillo de Lima, Mateo Sujatovich, Antonio Carmona, Estela Morente, Wos, Ca7riel y Ángela Aguilar.

Con este elenco estelar, más las orquestaciones de la sinfónica nacional Checa – con la que ya había trabajado en el disco “Futurología Arlt”-, y distintas instrumentaciones y tratamientos para cada tema, “EADDA 9223” toma debida distancia de la producción original, acaso la gran clave para instalarse como una obra en sí misma, con vuelo propio y libre de guiños que obliguen a un conocimiento previo de las canciones, más allá de tratarse de grandes clásicos.

“Por supuesto que es imposible de empatar (un disco como “El amor después del amor”). Vas en pos de otra cosa. Las cosas no tienen por qué empatar, ni ganar, ni perder. En las humanidades no existe eso”, refrendó Fito Páez al respecto durante la conferencia de prensa ofrecida en una escucha previa del nuevo álbum.

El artista destacó que la idea de buscar algo que impacte de manera similar al registro original reside en quien escucha, pero que no estuvo en él a la hora de poner manos a la obra.

“Acá es donde aparece, un poco en broma y un poco en serio, la idea de lo sacrílego, de permitirse hacerlo sin una mirada sacra, como si yo no pudiera regrabar determinada cosa porque significa algo muy importante para mucha gente. Bueno muchachos, también se puede. ¿Quién dice que no se puede? ¿En qué tabla sagrada dice que no se puede tocar eso, si es un juego la música?”, aclaró Fito.

En este punto, reconoció que sí hubo una buena cuota de “audacia” y “una libertad para poder generar un efecto diferente” en los oyentes.

“No hace falta eso de empatar. Por ahí, ese es el efecto que quería provocar, que vos quisieras escuchar eso y yo no quisiera dártelo. Pero sí darte otras cosas muy hermosas también para las cuales hay que prepararse, o estar dispuesto a poder vejar, si querés, el sentido ontológico de eso que para vos significa `El amor después del amor´”, sentenció.

En efecto, Fito no cayó en la tentación de hacer lecturas en clave sinfónica, sino que prefirió usar ese recurso como un condimento más, además de dotar a muchas de estas composiciones de ritmos latinoamericanos, aggiornarlas a nuevos estilos y reformular así intencionalidades.