«Fui lo que creí soy lo que está pasando». El reloj de plastilina ya casi da la hora señalada para que Charly García suba al escenario en la ex-Rural y haga delirar a los miles de fanáticos que se congregarán allí este miércoles en busca del éxtasis musical y espiritual.

La leyenda del rock (y la música popular) argentina ya está en la ciudad preparando su show (presentará «La Torre de Tesla» esta noche) y este martes recibió dos de los más destacados reconocimientos que se pueden brindar en Rosario: fue declarado Visitante Distinguido por el Concejo municipal y recibió el título de Profesor Honorario de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR.

Por el lado académico, el reconocimiento de la UNR fue entregado por el decano de Humanidades, José Goity.

En tanto, como representantes del cuerpo legislativo de la ciudad, hicieron entrega al músico del diploma de honor las concejalas Celeste Lepratti y Caren Tepp, quienes se mostraron exultantes en todo momento frente al astro del arte pop, acompañado por su manáger José Palazzo y uno de sus músicos históricos, Fabián «Zorrito» Von Quintero.

El decreto que consagra a García como «Visitante Distinguido» fue aprobado por unanimidad en la última sesión del Concejo, proyecto impulsado por la propia Celeste Lepratti, edila del Frente Social y Popular.

«No alcanzan las palabras para describir la trayectoria e influencia de Charly García en la música latinoamericana, y para definir su importancia en la cultura popular de nuestro país de los últimos 50 años», comienza el texto aprobado en el Palacio Vasallo.

En otro fragmento, reza: «Lejos de acomodarse en el éxito de sus primeras bandas, constantemente buscó recrearse y recrear el rock argentino, sin por esto perder arraigo popular. Su impresionante carrera solista y sus diversas colaboraciones artísticas, son cabal muestra de esto, con algunos de los álbumes más revolucionarios e influyentes de la música argentina».

Todo reconocimiento es poco para una figura con una ascendencia como la de García, no sólo en la música sino en el inconsciente colectivo nacional.

Un faro, símbolo de distintas épocas y generaciones que ha sabido reinventarse, a veces hasta el límite de su propia vida, pero siempre con el compromiso inclaudicable que un artista de ley merece y reclama.

Por ahora, sólo resta esperar que comience la función, que la piel aflore y que el show continúe. Es que si bien el tiempo es una herida, Charly siempre quiere jugar.