Cuando las cosas están mal, la gente necesita bailar. Cuando la gente necesite bailar sus penas, siempre habrá cumbia. Para aquellos que se sienten asfixiados por el contexto nacional, para los que no la están pasando bien en el trabajo, en el amor, para los que necesitan olvidarse de sus problemas o para los que están fervientes de felicidad y la quieren contagiar al mundo, el Cumbión de La Delio Valdéz llega a Rosario en el momento más propicio.

Este sábado 11 de agosto, desde las 23.30, La Sala de las Artes (Suipacha y Güemes) se pone a merced de la cumbia con una fiesta en donde la Orquesta presentará su nuevo disco, compuesto íntegramente de temas propios: Sonido Subtropical.

Esta nueva cara de la banda, que se maneja desde su creación como una cooperativa de artistas, responde a una nueva propuesta musical de un grupo que se hizo un nombre a base de trabajo autogestivo y grandes versiones de temas que exponen las más profundas raíces latinoamericanas.

Previo al show, Conclusión dialogó con Pablo Broide, saxo tenor de la orquesta, para hablar un poco sobre Rosario, la cumbia, la banda, el disco y el espectáculo.

— Vuelven a la ciudad, y nada menos que con disco nuevo bajo el brazo. ¿Qué significa venir a Rosario para ustedes?

Estamos muy contentos. Rosario es una ciudad importante para cualquier músico de cumbia de este país. Es una de las capitales del género, entonces siempre está bueno ir para allá y es lindo compartir con un público que tiene el oído aceitado en estos temas. En este caso es un gusto más grande por dos motivos: porque vamos en el marco de un cumbión, que es nuestra fiesta, la fiesta que producimos nosotros con La Delio, cosa que siempre nos pone más contentos porque tiene que ver más aún con lo que nosotros hacemos y nuestra propuesta de trabajo, donde además está DJ Parrandero que pasa la música que a nosotros nos gusta. Es la fiesta a la que hubiéramos querido ir antes de que existiera. Poder armar nuestra movida y evitar tener que estar dependiendo de otras personas, tener que estar ajustando o adaptando las decisiones estéticas del grupo a los gustos de otros o intermediarios, con el gustito de lo autogestivo que siempre queremos llevar a otros lugares. Aparte de eso, estamos yendo a presentar nuestro nuevo disco, Sonido Subtropical, que va a ser la primera vez que lo vayamos a presentar ahí. Es un gusto enorme llevarlo y vamos a estar haciendo un show que va a tener gran parte del disco entre la lista de temas, más algunos clásicos de discos anteriores.

«El Cumbión es la fiesta a la que hubiéramos querido ir antes de que existiera»

— Este es el primer disco en donde muestran canciones propias. ¿Qué sienten al lanzarlo?

Significa mucho. Es como una especie de bisagra, como en su momento lo fue nuestro segundo disco, La Rueda del Cumbión. Este disco tiene dos particularidades: por un lado esto de que tiene únicamente canciones nuestras, y no porque hayamos dejado de hacer versiones y no tengamos más ganas de seguir (ahora incluso estamos preparando algunas para grabar dentro de unos meses), sino que teníamos ganas de trabajar más profundamente en esto que es algo que ya había aparecido anteriormente. En los primeros discos hay tres temas nuestro grabados que son Delirio Valdéz y Anacumbia, que son instrumentales que salieron de zapadas en los primeros ensayos de la banda, y Tamborero de Michoacán, que estaba en La Rueda del Cumbión, que es un tema de Manu Cibrian, compositor de muchos de los temas del disco actual.

Esos temas ya tienen que ver con algo como una semilla de lo que vino después y aparece en Sonido Subtropical. Canciones propias que son trabajadas por alguno de los integrantes de la banda y que después se llevan al grupo y son trabajadas por todos hasta lograr darle el sonido propio de LDV. Es toda una forma de aprender a trabajar, a componer, a hacer sonar cosas, es un disco que aparte lo fuimos a grabar y de los once temas ocho nunca los habíamos tocado en vivo. Nosotros siempre habíamos hecho al revés, siempre fue más una cuestión de registrar lo que ya estaba sucediendo en el vivo. Esta vez fue hacer como hacían las bandas que nos gustaban cuando éramos chicos. Cuando tenías 12 o 13 años y descargabas un disco de La Renga y no sabías qué ibas a encontrar. Esta cosa de preparar el disco y salir con algo nuevo. Tenemos la misma manija nosotros que la gente a la que le gusta la banda.

— ¿En qué momento surgió la chispa de hacer un disco de temas propios?

— Fue algo que fue como apareciendo. Algunos empezamos a componer canciones y llevarlas. Fue un proceso difícil porque somos muchos y todos tenemos decisión dentro del grupo. Tenemos un espacio de debate. Y también tocar versiones te levanta mucho la vara para componer temas, porque nosotros éramos un grupo que por un lado estábamos acostumbrados a tocar canciones que ya funcionaron, que fueron tal vez la mejor canción que compuso un compositor en toda su vida, ponele. Por ejemplo, vos tocas “La Pollera Colorá’” y sabés que va a funcionar porque ya funcionó durante 50 años y el tipo que la compuso fue una de las mejores cosas que hizo en su vida. Entonces como que tiene un peso tocar versiones a la vez que uno aprende un montón por un lado mientras te eleva lo que le pedís a tus temas para que suenen: que te levanten el piso. Entonces era un doble desafío para nosotros que estábamos dando los primeros pasos en la composición. Todo eso requirió un aprendizaje y paciencia.

También tiene un estreno a nivel de relaciones de trabajo que es que fue un disco que trabajamos con dos personas externas a la banda, que son Andrés Mayo, un ingeniero de mastering muy reconocido, y Mariano Fernández, un músico e ingeniero que también tiene mucha experiencia. Queríamos trabajar con alguien que nos dé una nueva mirada para poder encontrar cosas que nosotros sentíamos que no estábamos logrando y queríamos que pasaran. El trabajo de ellos fue hacer una curaduría de los temas que habíamos compuesto y elegir desde una mirada externa a la cooperativa. Fuimos construyendo un laburo charlando sobre el sonido y con una propuesta de ellos que nos gustó mucho. Por eso también la propuesta es muy distinta a la de discos anteriores.

«La cumbia, como muchos otros géneros populares y folclóricos, tiene una función social»

— ¿Cómo es esto de trabajar como una cooperativa de artistas?

Es algo que se fue dando con el tiempo, con el andar de la orquesta, que siempre tuvo un espíritu más de independiente, más de grupo de amigos. Eso se fue transformando, fue creciendo, nosotros siempre tuvimos la idea de buscar trabajar con la música y buscar que de a poco esa música pudiera llegar a ser popular y a nosotros nos sirviera para poder trabajar y vivir de eso. En nuestro caso somos una cooperativa de trabajo y nos fuimos entendiendo de esa manera, y siempre creo que fue algo que también dio recursos para poder retroalimentar la máquina y que creciera. Todo eso va generando un proyecto que va creciendo tanto en lo organizativo como en lo musical. Durante mucho tiempo son discusiones eternas donde cada uno quiere defender su postura, pero es algo que pasa siempre en el trabajo colectivo y donde el grupo va consiguiendo un aprendizaje que nos enriquece mucho como personas. Entender que para cada uno esto es un proyecto personal y colectivo. Es muy lindo cuando lográs cuando ir más allá de las discusiones y encontrás la potencia de trabajar en grupo. Creo que es lo que se ve cuando estamos en el escenario. Una química muy fuerte. Con una confianza muy grande en el otre.

Además, el formato de orquesta en sí ya tiene que ver con una forma cooperativa de ordenar la música, los instrumentos, somos muchos, la mayoría somos de dos gremios de la música que nos acostumbramos a tocar juntos, que son los vientos y los tambores, entonces el espíritu acústico y colectivo siempre está presente en la banda.

— ¿Qué significado tiene la cumbia como género popular en los días en que vivimos?

En estos últimos años tenés más claro para qué nació la cumbia, y lo ves en la gente que viene. La cumbia, como muchos otros géneros populares y folclóricos, tiene una función social, que es ofrecer a las personas un espacio de liberación, de libertad, de soltar las cosas que pasan en la semana, de soltar el yugo, de poder liberarse un poco, ponerse un poco en pedo, bailar, cagarse de risa, enamorarse. Eso tienen la cumbia y los folclores. Nacen de gente que está oprimida. En el caso de la cumbia nace del indio y del negro esclavizado en América, con los europeos pobres y explotados que habían dando vueltas. Toda esa gente que por la noche, en ese pequeño reducto fuera de la extensa jornada, de explotación, se encontraron con la cumbia como un espacio para divertirse, para cantar, para llorar, para soltar. Y esa cosa primigénea de la colonia sigue estando hoy en día en la cumbia. De hecho, los cumbés es como se llamaba en Colombia a lo que en Brasil se llamaba los quilombos, que eran las comunidades de esclavos que se escapaban al monte y formaban su reducto de diversión donde mantenían las tradiciones. Ese espíritu se mantiene y es lo que volcamos en el Cumbión.

— ¿Sienten que eso se ve reflejado en los cumbiones?

Totalmente. El Cumbión pasa por lo que nosotros proponemos y por lo que la gente también propone. Por eso tiene un clima súper tranquilo, de gente que está yendo a divertirse, a relajarse, a compartir, disfrutar de la música, y eso se construye entre todos los que hacemos esta propuesta. Tratar de construir un circuito cultural que tenga mucho que ver con esta propuesta política y cultural que es el cooperativismo y generar relaciones de trabajo sanas. En Rosario trabajamos desde hace mucho tiempo con la gente de Agua de Río Producciones y tratamos de en cada lugar donde vamos tener una relación de trabajo con gente que sintamos afinidad, que es un clima de trabajo agradable, que va a cuidar al público y a nuestra propuesta musical. Así también se va construyendo un público que va entendiendo y dando forma al Cumbión, que va adoptando matices locales.

— No debe haber sido nada fácil ir tejiendo esas redes durante todo este tiempo.

No fue fácil. Para nada. Pero siempre fue el espíritu de la banda tejer redes y no estar solos, tratando de generar genuinos artísticos, producción con el público, que sucedan esas cosas. Cuando trabajamos con producciones locales buscamos que sea con gente que nos sintamos cómodos y evitar las relaciones tóxicas, que en la música pasa mucho. Hay muchas veces donde hay situaciones feas y no es agradable el clima, y tratamos de respetar, es una política de trabajo y con eso tiene que ver el ser autogestivo. Pasa en todos los ambientes de trabajo. Hay características de la industria musical que tienen que cambiar y desde allí tratamos de cambiarlo. Es el doble de laburo, pero sabés que todo lo que conseguís es tuyo. Todo lo que vemos como logros son 100% nuestros como colectivo de trabajo entre La Delio y la gente que trabaja con nosotros. No vino nadie con una varita mágica, lo fuimos tejiendo, es artesanal todo, desde los arreglos hasta las fiestas y las giras. Estamos orgullosos, felices y muy seguros.

La entradas anticipadas se consiguen a la venta en Amadeus Rock (Cordoba 1369 local 9), RosarioRock (Corrientes 755-PA, Palace Garden) y http://superentrada.com.ar/detalle/LA-DELIO-VALDEZ-en-ROSARIO/.