Fito es Fito, y una vez más, dominó uno de los escenarios más importantes del país. Si bien las jornadas estuvieron colmadas de grandes artistas, el cantante rosarino se adueñó de la tarde que le dio cierre al festival que colmó el Aeródromo Santa María de Punilla.

Durante la edición 2023 del Cosquín Rock que cerró este domingo, su principal escenario tuvo una amplia propuesta estilística que comenzó con los clásicos como Babasónicos y Las Pelotas, pero también con nuevas expresiones, entre las que sobresalieron Dillom y el dúo Ca7riel y Paco Amoroso.

Hubo seis escenarios repartidos en el predio donde desfilaron propuestas tan disímiles como Ciro y Los Persas, La Vela Puerca, Lisandro Aristimuño, Bándalos Chinos, Airbag, Emmanuel Horvilleur, los españoles de Vetusta Morla, el DJ neerlandés Tiësto y los colombianos Monsieur Periné.

Pero sin dudas el dueño total de este segundo día fue Fito Páez, que a media tarde prácticamente concentró en el Escenario Sur la atención de gran parte de los que se acercaron al lugar, más allá de que en otros espacios había otras ofertas interesantes.

El gran mérito del rosarino fue precisamente que, ya desde la tarde, el lugar se colmara de gente, algo que generalmente suele ocurrir cuando cae la noche en este tipo de encuentros musicales.

Con una leve demora -justamente porque el gran tránsito en los alrededores complicó la llegada del artista al lugar-, Fito ofreció un formidable show en el que revisitó gran parte de «El amor después del amor», a 30 años de su lanzamiento, y repasó algunos clásicos inoxidables, todos ellos con nuevos arreglos.

El rosarino inició su recorrida en el Escenario Sur cuando el sol aún brillaba fuerte sobre el colmado predio y puso el broche de oro cuando la noche ya comenzaba a proyectar sus sombras, tras un set de cerca de una hora y media en el que contó con el gran soporte de una soberbia banda.

A sus habituales laderos, Fito sumó una impecable sección de vientos y la voz en coros de Mariela Vitale, los cuales dotaron a sus canciones de sofisticadas y novedosas armonías.

Una vez superados algunas evidentes molestias por unos acoples que aparecieron al principio del set y por el sonido de la actuación de Las Pastillas del Abuelo que se colaba desde el Escenario Norte, en el otro extremo del predio, el artista no se guardó nada y estableció una inmejorable conexión con el público.

En ese contexto, anticipó la remozada sonoridad que le imprimió a la nueva versión del emblemático disco, en su proceso de regrabación para un inminente lanzamiento, la cual hizo extensiva a otros clásicos imprescindibles en sus habituales shows, por lo que también se vieron enriquecidas otras piezas de su catálogo como «11 y 6», «Polaroid de locura ordinaria», «Al lado del camino», «Circo Beat», a la que unió de manera sorpresiva el rap de «Tercer Mundo», «Ciudad de pobrs corazones» y «Mariposa Technicolor», entre otras.

Hacia el final, cuando ya caía la noche, Fito dijo adiós dejando la sensación que sería difícil igualar una perfomance así en lo que restaba de la jornada. Sin embargo, para la noche se esperaba a Ciro y Los Persas, Babasónicos, Las Pelotas, Dillom, Ca7riel y Paco Amoroso, La Vela Puerca y Bándalos Chinos, entre otros.

Y aunque ninguno tal vez logró la espectacularidad de Páez, todos ellos hicieron su aporte para anotar sus respectivas participaciones entre lo más destacado de este segundo día.

En tanto, el cierre absoluto de la noche quedó a cargo de Las Pelotas, la banda con asistencia perfecta en todas las ediciones del festival desde sus inicios en 2020.

«Es difícil cerrar Cosquín. Nadie quiere tocar, pero Las Pelotas sí porque saben que ustedes están», se sinceró Germán Daffunchio, en un mimo hacia su público.