Nació en una familia llena de grandes artistas, hija de la pianista y actriz Norma Castillo y de uno de los directores cinematográficos que tuvo el país, que fue Lucas Demare.

María José tuvo como destino seguir con esa tradición artística al igual que sus padres. Empezó estudiando danzas y luego se dedicó a la actuación.

Después se dedicó al canto gracias a la influencia de Los Beatles, pero después se dedicó al tango. Hoy en día está presentando su disco y se presentará éste sábado en Plataforma Lavardén.

—¿Cómo incorporó la música en su vida?

—Desde muy chica, no te puedo precisar cuando, desde los cuatro años empecé a estudiar danza, siempre tuve una conexión. Mi mamá, además de ser actriz, era pianista así que ella tocaba música clásica todo el tiempo. Entonces nos enseñaron a tocar el piano a mi hermana y a mi desde muy chicas. Siempre tuve una relación con la música y la música por el cuerpo. A mí me apareció primero por el baile, yo me preparaba para ser bailarina. Pero Luis Sandrini fue quien me aconsejó a que estudie teatro y canto, ya que la carrera de las bailarinas es muy corta.

—Pero también le llegó por el lado de su tío Lucio Demare.

—Por mi mamá más que por mi tío. Ella tocaba el piano y además nos despertaba para ir al colegio con música clásica.

—¿Qué era lo que se escuchaba en su casa?

—Música clásica y mi papá escuchaba tangos. Todos los domingos íbamos a la casa de mi tío Lucio a almorzar y luego tocaba el piano. Pero cuando empecé a crecer me empecé a conectar con el rock, y sobretodo con Los Beatles. Si bien Elvis me gustaba fue con ellos que dio el cambio, era una música que no existía, después vino todo de ahí. Yo empecé a componer canciones tomando como base a Serrat o Víctor Manuel que venían empezando. Empecé a tocar la guitarra y grabé mi primer disco que contenían canciones, pero no baladas.

—¿Qué la inspiraba en ese tiempo a la hora de la composición?

—Yo era de fijarme mucho. Yo cantaba en Sábados circulares, el programa de Pipo Mancera, ahí cante la canción «Pedro y Marta»; era una pareja que no tenían nada que ver. Yo era una adolescente y cantaba eso, cantaba canciones de amor al estilo de Serrat y Aute mucho antes de que viniera a Argentina. Siempre me llamó la atención ese tipo de música por su poesía.

—¿Cuándo fue que se dedicó de lleno al tango?

—Yo siempre estaba con el tema de las canciones y no me gustaba mucho el entorno del tango. Había hecho un unipersonal de tango y eso me gustó, lo que no me gustaba era cuando era convocada para ir a cantar a los boliches de tango. No me era un ambiente agradable para mí, me gustaban otros lugares. Cada vez que cantaba en televisión la gente me paraba en la calle y me decía que cantaba lindos tangos y eso me llamaba la atención; lo que yo hacía era rock (risas). En un momento armé algo y debuté en el Café Tortoni y de ahí en más empezó mi historia con el tango.

—Además de su tío ¿Tuvo otros referentes en el tango?

—Cuando me fui a vivir en Europa fue donde me tocó el tango. Estaba en un café y empezó a sonar la música y me puse a llorar. De ahí me compre discos de Rubén Juárez y Susana Rinaldi, que con ella trabajé en una película que dirigió mi papá. Me puse a escuchar todo eso antes de volver y hacer un disco de rock. Rubén Juárez, Roberto Goyeneche, Julio Sosa y Susana Rinaldi. Para mí ella fue un antes y un después. Antes de ella había cancionistas que era otra cosa distinta y ella se impuso con su presencia.

—¿Cómo se prepara para este show?

—En este disco que se llama «Demare por Demare», hay tangos de mi tío y míos. Lo presenté en el CCK con un quinteto pero a Rosario llego con un trío, pero el espíritu es el mismo. También hago muchos clásicos que les gusta a cantar a la gente. Estoy muy feliz de estar acá, Rosario tiene algo muy especial para mí. Aquí hice una película que disfruté mucho hacer que fue «Rosarigasinos».