Por Santiago Fraga

En mayo de 1974, el padre Carlos Mugica, conocido también como “el cura villero”, era asesinado en una emboscada en Villa Luro por su activa militancia social e independencia política en defensa de los más necesitados. Cuarenta y tres años después y un día más tarde del 25 de mayo, vuelve a Rosario “Padre Carlos: ‘El Rey Pescador’”, la premiada obra de Cristina Escofet, protagonizada por Pablo Razuk y dirigida por José María Paolantonio que refleja a modo de unipersonal la vida de una persona de enorme importancia histórica.

La presentación, en el marco de la cuarta temporada de la obra, será este viernes a las 21 en la Sala Luz y Fuerza (Paraguay 1135), con entrada libre y gratuita. En la previa, el actor y director rosarino Pablo Razuk, quien se pone en la piel de Mugica, habló con Conclusión sobre la repercusión que ha tenido la obra a lo largo de estos años, la figura de Carlos Mugica y el encuentro con el Papa Francisco, entre otras cosas.

— ¿Cuáles son las sensaciones de volver con la obra a tu ciudad natal tras girar por Europa exitosamente?

— Yo soy rosarino, entonces cada vez que estoy armando un material nuevo estoy pensando en llevarlo a Rosario y cada vez que voy (esta es la séptima) verdaderamente es un plus de emoción, porque es ir a hacer la función a casa. Si bien hace 21 años estoy en Buenos Aires, es ir a hacer la función a donde uno anduvo caminando, donde uno creció, donde está la familia, los viejos amigos, las primeras novias, es un plus de emociones que a veces son las más difíciles porque lo emocional toma partido y uno se pone especialmente emocional, lo que es positivo para un actor siempre que lo pueda manejar.

— ¿Qué les generan todas las nominaciones y los premios que han recibido?

— Son buenísimos, siempre es una alegría. También después uno empieza a entender que en verdad las nominaciones y los premios son los que te miman un poco, y también te sirven para la difusión, pero en definitiva el verdadero reconocimiento es el del público. Con esta obra tuve la suerte de ya hacer la cuarta temporada en Buenos Aires, anduve por Rosario, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Bariloche, entre otros, y en París, Madrid, Barcelona y Roma, y lo que pasa con esta obra es maravilloso porque el espectador más allá de los 70’, de la religión católica y del peronismo se siente identificado con las preguntas esenciales de Mugica y sus contradicciones, sus luchas más internas y personales. De alguna manera creo que cuando construimos el material con Cristina Escofet y coordinamos la dirección con José Paolantonio queríamos que la obra no fuese parcial, sino que llegase a hacer interpelar al espectador; que las preguntas de Mugica sean las preguntas del espectador, y eso se logró.

— ¿Cómo es llevar la obra a lugares donde los espectadores por ahí no están familiarizados con el contexto de la historia?

— El deseo de equidad, de reconocimiento de la necesidad del que menos tiene, de que a veces uno no termina de hacer todo lo que puede por el que menos tiene, las contradicciones humanas con los deseos más espirituales y mundanos, son inherentes a la condición humana. Hemos descubierto o ratificado que el deseo del bien está en todos los corazones de los seres humanos de buena voluntad, que son la gran mayoría del mundo. Entonces trasciende a la República Argentina y su historia. Esas preguntas, esas búsquedas de Mugica, esa lucha contra los poderes establecidos que dejan de lado el verdadero espíritu del ser humano, en cierta forma nos une en el espanto. El que tiene un corazón mínimamente despierto cuando viene a ver la obra se siente por lo menos interpelado.

— ¿Cómo fue el encuentro con el Papa Francisco?

— Una de las ilusiones que teníamos era llegar al Papa, y llegamos a él, le pudimos entregar en mano la carpeta de la obra y estuvimos charlando como 6 o 7 minutos con él, que es muchísimo tiempo, sobre la obra y la realidad argentina – que en ese momento había un cambio de Gobierno -, así que la verdad que uno de esos objetivos se cumplió. Tenía una emoción tan grande que no me acuerdo de muchas cosas puntuales de la charla. Estar con un Papa que es argentino, en un momento como el que estamos viviendo, y que de alguna manera toma la palabra de Mugica y toma la palabra en su esencia más profunda de lo que es el sacerdocio del pueblo, y lo repite a viva voz, era una especie de ecuación perfecta.

— ¿Cómo sigue de aquí en más la obra?

— Acabamos de volver de entre ríos, vamos a ir a córdoba, estamos viendo de volver a Bariloche, de hacer un circuito por universidades de Buenos Aires y provincia y estamos viendo porque nos han invitado en septiembre a ir de nuevo a Madrid y Barcelona. A nivel personal ha sido muy positivo. Estamos hablando de casi 8 años de trabajo. Mugica hoy es un faro luminoso que nos puede conducir a todos.

Llega la obra de teatro sobre el padre Carlos Mugica