Por Federico Morel

El grupo Karicia indudablemente es un ícono de la música tropical de Argentina, y es conocido el legado que esta formación de cumbia ha dejado a los nuevos artistas hasta el día de hoy. Esto no es novedad.

Carlos Chávez, Esteban «Memín» Pozú y Pepe Berrocal, fueron tres músicos que, con ansias de grabar un disco con sello argentino, llegaron a la Argentina en el año ´91 desde Lima, Perú y, a pesar de las difíciles situaciones que tuvieron que soportar en un nuevo país, elevaron la bandera de la cumbia costeña a lo más alto del mástil.

El trabajo musical de Karicia está más vigente que nunca. De hecho, la productora audiovisual Sin Miedo, la cual está trabajando desde la pandemia con los artistas consagrados de toda la movida tropical, notó que era de suma relevancia que este «Homenaje a Carlos Chávez» sea parte de larga lista de contenido de su canal.

La historia de la banda quedó marcada con la perdida de Carlos Chávez, el carismático cantante de Karicia y luego voz de grupo Karacol, quien fue asesinado de 11 disparos por sicarios enviados por «Cholo» Olaya, su antiguo representante.

Esta perdida fue tremenda para la movida tropical, para todo su entorno, pero también lo fue para su gran amigo Pepe Berrocal, quien le contó a Conclusión como comienza esta aventura tan ansiada por aquellos tres migrantes que llegaron a la Argentina a empaparla de cumbia costeña.

– ¿Cuando llega a la Argentina?
– Hace 32 años que yo vivo en la Argentina y por los años 90 trajimos esta música, como nosotros le decimos, cumbia costeña. Este estilo es hecho y nacido en Lima y Lima es parte de la costa de Perú.

– Antes de esta «aventura», ¿cómo era su vida en Perú? ¿Se conocían con Carlos Chávez y Memín?
– Cada uno, tanto Memín como Carlos Chávez y mi persona, teníamos una carrera musical en diferentes bandas, en diferentes historias, y el destino nos juntó en el año ´85 en el Grupo Maravilla, cuando se grabó Sarita Colonia, Felices momentos, Añoranzas. Ahí estuvimos juntos. Con Carlos Chávez grabo mi primer disco en un grupo que se llama Fiesta. Luego de eso, cada quien ha tenido su camino. A mediados del ´89, vuelvo de la selva Amazonia del Perú como músico. La Amazonía es inmensa y siempre buscaban músicos de Lima porque ellos decían que en Lima estaban los mejores. Además pagaban bien, así que por la tentación económica fui a trabajar a la selva. Era jodida la situación en esos tiempos porque estaba la guerrilla en esos lugares. Había que trabajar con cuidado. Cuando volví a mediados del 89, llego a Lima y Carlos Chávez me busca porque era vecino mío y me dijo que estaban cantando en grupo Guinda, y que estaba Memín también. Fui esa noche y me invitaron a tocar y el dueño me ofreció trabajo. No lo dudé ya que estaba Carlos Chávez y Memín. Por algo el destino nos juntó.

– ¿Conocían Argentina? ¿Como surge la idea de venir a trabajar acá?
– Ahí trabajamos hasta los ´90 y ahí nos viene la propuesta para venir a Argentina. Nos dijeron que había cumbia y nosotros lo dudamos porque Argentina es conocida en el Perú por el rock. Nunca pensé que había cumbia, siempre lo vi como un país rockero, porque a Perú siempre llegaban material de bandas como Enanitos Verdes, Charly, Soda Stereo, tremendo furor con estas bandas. Con Soda Stereo ni hablar. Llenaron el Amauta, que es algo así como el Luna Park. Por eso no se me pasaba por la cabeza que acá había cumbia, hasta que escuchamos unos discos de Lía Crucet, Malagata, Los del Maranaho. Sí que había cumbia.

– ¿Que recuerda de ese primer viaje hacia al país?
– Cuando subimos al colectivo, porque en ese momento vinimos por tierra porque no había plata, los tres con otro chico que tocaba el bajo y nos vinimos a la deriva. Fue un viaje de cuatro días. Legamos a Mendoza y estábamos en tierras argentinas, contento de estar en este país que era nuestra meta. Luego legamos a Buenos Aires, paramos en Retiro y nos impresionamos con la ciudad de Buenos Aires con tantos edificios que no los tiene Lima y con tanto movimiento vehicular y con la gente que va y viene. Nos impresionó ver Buenos Aires. Tanto que escuché y ya estaba acá. Cuando vimos el río creíamos que era un mar.

– ¿Como fue el recibimiento cuando desembarcaron?
– La policía nos dio un lindo recibimiento. En esa época no podías andar en la calle. Los peruanos estábamos muy mal visto. Existía la averiguación de antecedentes. Llegamos a un hotel de Constitución. Fuimos a llamar a la persona que nos tenía que buscar en Retiro. Carlos tenía un número y fuimos a llamar, y ahí nos agarró la policía y nos pusieron contra la pared, nos tiraron al piso, nos esposaron y nos llevaron detenidos. Estábamos impresionados por cómo nos recibieron, tan agresivamente. En Perú no era así. Después salimos como a las 8 de la noche, teníamos mucha hambre y sed. Después vino nuestro amigo, habló en la comisaria y ahí nos soltaron. Ese día llovía, nunca vi una lluvia tan linda en Buenos Aires.

– Me imagino que pudieron comer algo cuando salieron de la comisaria…
– En el primer día ya vimos un cambio total. El primer plato que probé fue un guiso. Creo que me comí como cinco platos. No solo yo, Carlos Chávez también. Ahí por primera vez vimos el sifón de soda y la damajuana de jugo. En Perú no existe eso. Era todo nuevo. Y bueno, no teníamos nada. Hacía mucho frio, teníamos ropa liviana porque en Perú no hacia tanto frío. Era todo nuevo. El acento. La casa donde estábamos llegaba mucha gente, muchos grupos. El primer grupo que conocimos fue Los del Maranaho, Habana Combo, Darío y su grupo Angora, nos hicimos grandes amigos. Cuando firmamos para Leader Music conocimos a los de Malagata, que ahí estaba Antonio Ríos, siempre lo veíamos en la tele, nosotros sabíamos que era el número uno de la movida tropical en lo que respecta a la cumbia norteña. La verdad que muy lindas personas, Antonio Ríos y Reynaldo. Ellos sentían admiración por nosotros, ya que nosotros éramos músicos del Grupo Maravilla. Nos invitaron a comer pizzas, y eso fue grandioso.

– Imagino las ganas de grabar que tenían. ¿Cuándo comienzan a tocar?
– Tuvimos nuestros meses de penurias. No es que llegamos y grabamos. Había que esperar que saquen el disco. Grabar el disco fue muy largo. Es por eso que la primera maqueta sale como Agua Marina y después cambiamos el nombre a Karicia, y así es como firmamos el contrato. La difusión sale en septiembre y nosotros estábamos desde marzo. Tuvimos que esperar un mes y ahí salimos a tocar a las primeras bailantas. Antes habíamos tocado pero sin disco. La gente no nos daba bola. La gente bailaba con Lía Crucet, Granizo Rojo, Malagata. Después de la difusión del disco, salimos a tocar y en las primeras tres bailantas nos sorprendimos por la repercusión que teníamos. La gente cantaba los temas Lolita, Chica Sexy, Nada que ver, Esta noche. Nos pusimos felices y contentos de ver a la gente como cantaba las canciones nuestras. Ahí fue el comienzo.

– Fue como un sueño ese momento. Es lo que estaban esperando.
– Se fue dando todo de a poco. El primer disco fue la carta de presentación nuestra. Era todo Buenos Aires. Después salimos a Santa Fe, ahí estaba un productor que se llamaba Carlitos Román que se animó a llevarnos y cuando llegamos ahí nos dio una fecha en el Sargento Cabral. Estaba explotado. Nos pusimos contentos porque teníamos amigos de Santa Fe pero no conocíamos. Era una alegría que la gente baile nuestra cumbia. Después fue Rosario donde pegó mucho nuestra música, un público hermoso. Nunca olvido los bailes y en la rural era inmenso como se llenaba. La gente quedaba afuera. Nos sentíamos felices y contentos. Siempre lo pienso, han pasado años pero siempre me viene a la memoria todo esto. Nunca pensamos o nunca nos imaginamos que nosotros íbamos a escribir una historia musical acá. No nos dábamos cuenta que sin querer estábamos agregando un granito de arena para que todo lo que vino después acá en la Argentina.

– Pepe, muchísimo el éxito, pero mucho más el sacrificio y el trabajo.
– Es verdad lo que decís. A cada uno de nosotros nos costó mucho irnos del Perú y dejar a la familia. Yo deje a mi vieja, mi viejo había fallecido. Mi vieja no quería que me aparte, pero las ansias mías eran tremendas. No le hice caso a su pedido que no venga. Tanto Memín, como Carlos Chávez también. Cuando salimos del Perú sabíamos que no era una gira, nos íbamos a un país que estaba lejos. Fue mucha nostalgia dejar a la familia. Pero como te digo, era una locura porque no sabíamos si íbamos a tocar o no, y estábamos sin plata. La plata que teníamos la gastamos en el viaje nomas. Teníamos que comer. Cuando llegamos a Mendoza el chofer dijo acá paramos para almorzar y ya no teníamos. Compramos unas galletitas y nos sentamos debajo de un árbol a almorzar. Si hoy me dicen nos vamos a un país, no lo hago (risas). En ese momento pensábamos que íbamos a tocar a algunos bailes y nos volvíamos. A veces nos tomábamos un tecito y no teníamos ni para la azúcar y pensábamos en volver. Pero yo le decía a Carlos Chávez que no, que grabemos, que tengamos el disco, que aguantemos. Eso nos hizo esperar. Ya estábamos acá. Pasábamos malos momentos y tristezas, encima nos tocábamos. Carlos tenía sus hijos y Memín también y queríamos ayudar a la familia y no podíamos. Son cosas que nos bancamos, que pasamos y después comenzó a dar estos frutos. Estamos contentos de que la gente nunca haya dejado de escuchar nuestra música y que no haya dejado abandonado este estilo. A dónde vamos en el país, no hay un rincón que no escuche Karicia.

– ¿Como te marcó la noticia del crimen de Carlos Chávez?
– Cuando me entere de lo que le paso a Carlos, porque yo lo había visto dos semanas atrás en Canal Dos, me acuerdo que fue un sábado. Fuimos a comernos un pancho a media cuadra del canal, y ahí conversamos. Él estaba con su tratamiento, se recuperaba del atentado. Él estaba convaleciente. Es más quería tomarse una cerveza y le dije que no. Se compró una lata de gaseosa y hablamos. Esa fue la última vez que hable con él. Yo estaba en Misiones por tocar y la policía me vino a buscar para hacerme unas preguntas. Cuando me entere y me dijeron que había fallecido, se me partió el alma y el corazón, el alma se fue de mi cuerpo, jamás pensé que podía pasarle eso. Me sentí muy triste. Como te dije anteriormente, yo grabe mi primer disco con él y de ahí tuvimos una gran amistad, éramos como hermanos, íbamos a todos lados. Su esposa nos decía que parecíamos hermanos. Nos queríamos mucho, nos amábamos. Nos defendíamos, nos cuidábamos. Qué lástima que paso lo que paso.

– ¿Pensabas que el Homenaje a Carlos Chávez de Sin Miedo iba a ser tan masivo?
– La verdad que no. Lo que se hizo en Sin Miedo lo hicimos para la gente que es seguidora, para que ellos tengan ese recuerdo. Yo no sabía que era Sin Miedo, no estaba al día de lo que venía haciendo esa plataforma. Era un video más para mí. Pero me siento contento y feliz porque tuvo una gran repercusión y nos sirvió para poder trabajar como lo estamos haciendo ahora.