Por Alejandro Maidana

“Señoras y señores comienza la función, del circo de los amigos, un payaso y un ratón. El circo, el circo, el circo de Pepe Payaso y Ratontito, el circo es emoción, es alegría y diversión. El circo, el circo, el circo de Pepe Payaso y Ratontito….”

Supieron transitar distintos escenarios del país llevando un circo sumamente especial, un show encarnado por un payaso y un ratón que a través de su magnetismo, dejaron una marca imborrable en aquellos que fueron pibes en los 80.

Dos hermanos oriundos de Paraná, Entre Ríos, que nunca imaginaron lo que les tendría preparado el destino para ellos. Pero claro, al mismo había que ayudarlo, y allí fue la idea de uno de ellos la que empujaría para que Mario y Guillermo Viola terminen por convertirse en esos grandes artistas que hoy siguen siendo.

Tiempos en donde encontrar un teléfono público para avisarle a tu mamá que te quedabas un rato más en la plaza, resultaba una verdadera utopía. Una época en donde todavía se renegaba con “los guardianes” para poder despuntar el vicio de jugar a la pelota en espacios prohibidos para la actividad.

Los 80 y su bagaje cultural, década que parió bandas musicales que todavía siguen sonando, de series con un anclaje tremendo en el televidente, donde pensar en celulares o en una consola de juegos, era solo patrimonio de alguna película de ciencia ficción. Periodo en donde tu mamá te daba un horario para regresar a tu casa, y no había forma de gambetear ese reloj inquisidor.

En ese contexto, Pepe Payaso y Ratontito aparecerían en escena en el querido Canal 5 de Rosario, templo de producciones que supieron marcar a fuego una época de oro para una ciudad que hoy mira con ojos impertérritos, lo que suele llegar desde la General Paz para adentro. El hechizo de los 80, una década inolvidable más de allá de lo subjetivo, supo trascender el olvido, para que en estas humildes líneas hoy sigamos recordando aquello que nos hizo sonreír.

Mario Viola (Pepe Payaso), tiene la templanza de aquellos que lo han vivenciado todo pero que todavía guardan espacio para emocionarse. Un tipo de hablar cansino pero seguro, poco estridente si lo comparamos con el personaje que lo catapultó, en una charla extensa e inolvidable con Conclusión, compartió un pedazo notable de su vida. “Mis inquietudes comienzan en la adolescencia, a mis 16 años, cuando inicio mi vinculación con los teatros independientes en Paraná. Fui uno de los pioneros, si bien existía una generación anterior, me movía muy bien tanto arriba como abajo del escenario, era muy observador. Así fue como me tocó participar en mi primera obra, recuerdo que la misma era de Florencia Sánchez y se llamaba <Pobre gente>. Tuvieron que pedirles permiso a mis padres, ya que era menor y necesitaba de ellos para poder viajar”.

Me considero un privilegiado de poder vivir de lo que me apasiona, siempre fue mi vocación, la que pude volcar de diferentes formas

Dibuja y pinta desde que tiene uso de razón, siempre fueron sus dos grandes pasiones, por ello nunca se despegó de la pintura y la actuación. Me considero un privilegiado de poder vivir de lo que me apasiona, siempre fue mi vocación, la que pude volcar de diferentes formas, tanto como actor, guionista, escenógrafo, director y en la actualidad con la pintura. Cabe destacar que retomé el dibujo artístico y comercial hace un par de décadas atrás, el titulo de la escuela técnica me definía como cómo <técnico constructor>, es decir que el dibujo y los planos siempre estuvieron entrelazados con mi vida.”

También me desempeñe como letrista, en esa época era muy común solicitar la mano del mismo para distintos trabajos

Mario Viola también supo trabajar en el Estado a la corta edad de los 21 años, allí elaboraba planos para distintos proyectos. El derrotero es tan amplio como maravilloso, y pensar que su vida daría un vuelco tan radical, cuesta creerlo repasando con detenimiento estas líneas. “También me desempeñe como letrista, en esa época era muy común solicitar la mano del mismo para distintos trabajos, luego di un paso más y le di vida a una agencia de publicidad con la que me fue muy bien. Lo que supe iniciar con tan solo un tablero de dibujo, se transformó en una empresa con 20 empleados con distintas ramificaciones para abordar las muchas demandas”.

Me había hartado de cargar todo el tiempo traje y corbata, entonces allí es cuando se me produce el click y decido hacer algo para chicos

Pero claro, más allá de la consolidada estabilidad laboral, el bichito de la actuación seguía fluyendo. Convertido en un joven empresario, Mario llamó la atención de un banco que formaba parte de su carpeta publicitaria, siendo convocado para integrar el directorio del mismo. “Estuvo 6 años colaborando en un banco cooperativo, destacando que no cobraba un peso, ya que la actividad era ad honorem, con el tiempo se convirtió en el Banco de Entre Ríos. Esta fue sin dudas otra gran experiencia, pero si bien lo laboral andaba sobre ruedas, me había hartado de cargar todo el tiempo traje y corbata, entonces allí es cuando se me produce el click y decido hacer algo para chicos”.

El nacimiento de Pepe Payaso y Ratontito

Los fines de semana Mario comenzaría a darle libertad a la pasión, a su vocación, a la de las caras pintadas que generaban ese mágico ida y vuelta con una pibada asombrada. “Me refugié en la cara pintada para que los del banco y los clientes de la agencia de publicidad no me reconozcan (risas). Los días de semana era el tipo serio que se reunía con distintos directores y gerentes para tratar el tema publicitario, y el muchacho responsable que deslumbraba por su juventud y responsabilidad en el banco, pero los fines de semana me convertía en ese payaso que tanto añoraba. Allí nacería el personaje que supe encarnar tanto tiempo junto al que realizaba mi hermano Guillermo< Ratontito>”.

Mi hermano Guillermo es quien me acerca la idea de trasladar lo que hacíamos en los escenarios a canal 13 de Santa Fe aprovechando la agencia de publicidad que tenía en aquel momento

Una idea, un desafío, dos pasajes de avión y un camino que comenzaría a allanarse de manera casi mística. “Mi hermano Guillermo es quien me acerca la idea de trasladar lo que hacíamos en los escenarios a canal 13 de Santa Fe aprovechando la agencia de publicidad que tenía en aquel momento. Allí movimos algunos contactos y pudimos pisar por primera vez un canal de televisión en el 78, por suerte nos fue re bien, y no contento con eso, mi hermano, quién era músico de la sinfónica y nada tenía que ver con esto, se anima a dar un paso más grande, llegar a Buenos Aires. En ese momento si bien accedo, le dije a Guillermo que no contaba con mucho tiempo, por ende íbamos a realizar un recorrido veloz por los medios televisivos para poder egresar a Paraná y de esa manera continuar con mis actividades. Recuerdo que llevamos un VHS con una actuación nuestra en conjunto con la orquesta sinfónica en una especie de concierto explicado que era muy interesante y seductor”.

Allí conocimos un mundo totalmente distinto, el estudio mayor de Latinoamérica, un espacio para albergar a 2.000 personas, y casi mágicamente dos semanas después, nos encontraríamos dando un paso inimaginado poco tiempo atrás

Un teléfono que sonaría y desprendería una ilusión que rápidamente sería abrazada por estos dos actores que nunca renunciaron a sus sueños. “Así fue como tiempo después uno de los tantos llamados que recibíamos en la agencia es atendido por la secretaria la cual me dice que se trata del señor Alfredo Scalise, gerente de canal 11. Sinceramente al principio pensé que era una broma de los propios empelados a través de lagunas de las líneas internas, ya que conocían de nuestro proyecto, algo que luego de cruzar algunas palabras más pude percatarme que se trataba de algo serio. Scalise me dice que apenas tengamos la posibilidad nos lleguemos a Buenos Aires para avanzar con el producto, cosa que nos llevó solo tres horas (risas), rápidamente conseguimos dos pasajes aéreos y salimos con mi hermano destino canal 11. Allí conocimos un mundo totalmente distinto, el estudio mayor de Latinoamérica, un espacio para albergar a 2.000 personas, y casi mágicamente dos semanas después, nos encontraríamos dando un paso inimaginado poco tiempo atrás”

Así fue como conocimos el mundo del circo, haciendo sociedad con doce de ellos y recorriendo todos los puntos cardinales de la República Argentina

En 1982 el único circo por televisión llegaría a Buenos Aires, un boom que trascendería fronteras de una manera vertiginosa. “Así fue como conocimos el mundo del circo, haciendo sociedad con doce de ellos y recorriendo todos los puntos cardinales de la República Argentina. En mi vida pensé que iba a pasar de la agencia de publicidad a estar metido dentro de una jaula con 5 leones, o estar parado frente a un elefante en dos patas y mi hermano (Ratontito) sentado arriba de la cabeza, son cosas maravillosas que supieron cobrar una magnitud despampanante. Resulta imposible no recordar nuestras visitas a los estadios donde reuníamos a miles de chicos, una experiencia inolvidable.”

La llegada a canal 5 de Rosario, otro impacto de enormes proporciones

El regreso de la democracia en el año 83, empujó a la remoción de todas las autoridades de canal 11 (hoy Telefe), situación que motivó que aquellos que se encontraban llevando adelante distintas producciones, debieran abandonar la señal televisiva. “Eso produjo un gran cimbronazo, en lo particular tuvimos la dicha de poder seguir trabajando pero ya en canal 13 de Buenos Aires, compartiendo dos horas diarias junto a Carozo y Narizota y Carlitos Scazziotta. Esto fue en reemplazo de las Trillizas de Oro que a partir de ese momentos nos miraron muy feo (risas). Siempre tuvimos la intención de regresar al 11, pero no hubo lugar para nosotros, situación que derivó en nuestro arribo a la ciudad de Rosario, gracias a la buena relación de Scalise con Pedro Simoncini, en ese momento director de Canal 5 de Rosario”.

Llegamos a ser <Gardel> en su momento, Rosario junto a Mendoza y Buenos Aires fueron los lugares donde más pegaron los personajes, donde gustaron más

Pepe Payaso y Ratontito dejaban atrás un mundo absolutamente distinto, para desembarcar en 1985 con su enorme bagaje de personajes, sueños y alegría, a una ciudad que aún lo recuerda con profundo amor y admiración. “Llegamos a ser <Gardel> en su momento, Rosario junto a Mendoza y Buenos Aires fueron los lugares donde más pegaron los personajes, donde gustaron más. Tal es así, que después de separarnos con mi hermano, él decide quedarse a vivir allí, y yo regresar a Paraná. Es mucha la gente que supo seguirnos que creía que habíamos estado muchísimos años en el aire, cuando en realidad no superamos un año en cada canal, pero claro, el haber logrado que nuestros programas pudiesen salir en 52 repetidoras de todo el país, nos ayudó muchísimo. Hoy por hoy y ya lejos de aquel payaso, convivo con mis personajes, trajes y escenografía, en un gran depósito que tengo en el sótano de mi casa. Si bien sigo dibujando y llevando adelante una de mis grandes pasiones como es el dibujo, me llena de enorme felicidad este tipo de charlas que no hacen otra cosa que darme la garantía que todavía hay gente, aquellos chicos de los 80, que siguen pensando en Pepe Payaso y Ratontito”, concluyó.

Mario y Guillermo Viola, dos hermanos que un día se animaron a dar un pasito más en un mundo tan mágico como entrañable. Dos tipos que supieron ser “Los Salvatutti” y que al grito de “saracatrasca, corramos que nos casca”, arrancaban las risas de aquellos pibes que hoy hemos superado con creces las cuatro décadas. Una circoteca que supo darles vida a entrañables personajes como la “Mona Ramona” y el queridísimo “Mago Gustav”, a quién los rosarinos tenemos el agrado de cruzarnos en algún punto cardinal de la ciudad, al igual que a “Ratontito”.

Recuerdos que permanecen inalterables, tanto en las retinas, como en el corazón de aquellos que amasaron infancias felices, pero también de las otras, y que encontraban en ellos un salvoconducto. Un espacio en donde lo mundano supo convertirse en leyenda, hechiceros que contaban con el don de abrir un plano en donde las y los chiquilines, se elevaban para teletransportarse a regiones pletóricas de felicidad. Los que pudimos disfrutarlos, solamente tenemos para decirles muchas gracias, y que viva el circo.