El drama romántico «Vidas pasadas», ópera prima de la surcoreana Celine Song que se estrena mañana en cines, sigue la nostálgica historia de amor platónico de dos compañeros de la escuela que, emigraciones de por medio, se separan pero mantienen contacto virtual a lo largo de dos décadas y fantasean con algún día reencontrarse.

Con desempeño anterior en la dramaturgia del Off-Broadway, Song emigró con sus padres de Corea del Sur a Canadá cuando tenía 12 años y tras graduarse de la universidad se mudó a Nueva York para estudiar una segunda carrera relativa a las letras, algo que volcó a su protagonista de «Vidas pasadas», que tuvo el mismo recorrido.

La nostálgica cinta retrata la historia de vida que muchos inmigrantes coreanos transcurrieron en Estados Unidos, que actualmente suman 2 millones de personas en el país y representa una de las principales minorías de esa población, y toca temas como el desarraigo, especificidades culturales de Corea del Sur, cuestiones de adaptación y sobre la pérdida de identidad social por vivir en el exterior.

Otro de los tópicos centrales de la película, que se extiende durante 106 minutos, es la reflexión sobre lo especulativo de lo que no fue y pudo haber sido de haber tomado otro camino alternativo al elegido. Algo que Song introduce en el filme a través del concepto de «In-Yun», definido como la forma del universo de hacer reencontrar y unir almas que compartieron una conexión en vidas pasadas.

Esa conjunción entre experiencia biográfica de la cineasta y factor común entre millones de coreanos lleva a la historia hacia las disyuntivas que emergen respecto de reencontrarse con su «vida pasada», su «In-Yun», y la colisión con su vida concreta y actual, en la que se está en pareja con otra persona.