Por Mario Luzuriaga

Cuando escuchamos por primera vez la palabra «espía» en el cine, directamente nos remitimos a James Bond o para el público más joven a Ethan Hunt de «Misión:Imposible». Pero no es así, si bien James Bond fue el que popularizó el mundo del espionaje, no fue el primer espía de la pantalla grande.

El director Fritz Lang en 1928, un año después de Metrópolis, estrenó «Spione»que se considera la primera película del género. Después vinieron otros maestros como Michael Curtiz, Billy Wilder y Alfred Hitchcock, que hicieron cintas sobre la misteriosa vida de estos hombres.

Pero en la literatura también hubo obras publicadas sobre el género por Ian Fleming, Robert Ludlum y , en especial, por John Le Carré. En sus obras no vamos a encontrar un rol detectivesco o de playboy del personaje, sino tramas en las que se resuelven con inteligencia y se ventilan los trapos sucios del servicio secreto británico.

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En esta oportunidad la historia nos lleva a Marrakesh, en donde Perry (Ewan McGregor) y Gail (Naomie Harris) están de vacaciones intentando que la mujer quede embarazada. Pero allí conocen a Dima (Stellan Skarsgård)  un excéntrico contador de la mafia rusa que se hace amigo de la pareja. Lo que no saben es que Dima quiere revelar un plan secreto que involucra a altos funcionarios del gobierno británico y para eso deberán confiar en Héctor (Damian Lewis) que es un agente de inteligencia.

La película logra hacer llevadera esta historia donde el thriller se concentra en la situaciones de tensión más que en elaboradas secuencias de acción y Stellan Skarsgård brilla como este hombre que está dispuesto a todo por revelar lo que realmente sucede. Damian Lewis hace de un espía inglés, que parece ser muy estirado, pero que tiene un pasado y una moral impecable.

Sin más que decir la película es entretenida y vale la pena ver esta clase de espionaje a la antigua que funciona mejor que cualquier cinta que nos ofrece el género.

Calificación: Buena.