Durante todos los viernes de abril, el grupo de teatro Refugio presentará en Rosario la obra “Trabajo Nocturno”, un espectáculo basado en diferentes textos de Roberto Arlt en donde se pone en tensión al “ser argentino”.

La obra se presentará los próximos viernes 15, 22 y 29 de abril a las 21 en el Teatro El Rayo, ubicado en Salta al 2991. Las entradas pueden reservarse a través del número telefónico 341-5842730.

Con la dirección de Juan José Scaglia, “Trabajo Nocturno” es protagonizada por los actores Sabina Valentini y Federico Cuello; mientras que la técnica está a cargo de Victoria Lesgart.

Cabe destacar que el teatro El Rayo abre sus puertas a las 20 y cuenta con un bar en donde el público puede disfrutar una interesante propuesta gastronómica.

En una entrevista con Conclusión, el director Juan José Scaglia anticipó que el espectáculo plantea “distintas problemáticas del ser nacional”, y advirtió que la obra es para mayores de 16 años.

–¿Qué se va a encontrar el público en “Trabajo nocturno”?

–Es un dúo, Hipólita y Silvio, que están en un conflicto constante. Trabajan dentro del registro nacional de la censura, una especie de oficina burocrática donde lo que hacen es prohibir libros. Pero el lenguaje físico de la obra rompe con las estructuras y el control de ese tipo de espacios, lo que hace que la propuesta no sea sólo de texto, sino que también entretiene por otros lugares.

–¿Por qué trabajan con textos de Roberto Arlt?

–Cuando inicié en este grupo estaban trabajando con el universo de Arlt, en ese momento eran las Aguafuertes porteñas, y al empezar a dirigir e investigar al autor llegué a lo que creo que es la cosa más “jugosa” de su obra, que son “Los siete locos” y “Los lanzallamas”, esa dupla de novelas que son fantásticas y tienen un montón de imágenes que se salen de la cotidianeidad que tienen las Aguafuertes y se meten con cuestiones más psicológicas y más oscuras, abordando la problemática del humano para con el humano. En ese proceso de investigación con Arlt, empezás a ver que, si bien ahora es un autor canónico dentro de la literatura argentina, en ese momento el tipo era un laburante más que tenía problemas como todos, entonces eso hace que uno se sienta por momentos identificado, era un tipo de la calle, con una infancia muy dura, con padres inmigrantes, una vida con mucho dolor y mucho éxito.

–Se caracterizan por ser un grupo teatral que pone en tensión varias ideas, ¿desde dónde interpela esta obra?

–Si bien nuestras historias no fueron tan duras como la de Arlt, somos personas conflictuadas con nuestras propias identidades, propio de vivir en este suelo, en estas condiciones económicas, nacidos en plena dictadura, hijos de ex combatientes. Hemos sido atravesados por la historia de un país y me parece que al poder tratar penas propias, que en definitiva son las penas de mucha gente, el público se siente reflejado casi inconscientemente. Cuando el arte habilita a distintos puntos de vista, contactados entre sí, es enriquecedor.

–“Trabajo Nocturno” se estrenó en 2019, ¿cómo fue la recepción del público en estos años?

–Muy buena, la estamos haciendo circular y las dos funciones que hicimos nos fue muy bien. En 2019 habíamos estrenado la obra en nuestra sala, que es un espacio muy chiquito y muy under. El año pasado estuvimos en Espacio Bravo, y después salió la oportunidad de hacer la obra en el Rayo. El espectáculo sigue convocando, pero también somos conscientes de que esta va a ser su última temporada y que después se va a poner un poco en el freezer por algunos años. Ya ha tocado un techo.

–¿En qué temporalidad trascurre la obra?

–Los textos de Arlt están escritos en el 30, y se juega un poco con la estética del pasado pero no se podría ubicar en lo que conocemos como la historia de la humanidad, sino que corre en una línea paralela del tiempo, va de pasado a presente, es atemporal. La obra tiene condimentos la argentinidad: los inmigrantes, la censura de los 70, la época de Macri. Me parece que con distintas problemáticas de nuestro ser nacional engloba un poco el inconsciente colectivo argentino.

–¿Cómo viven la vuelta a los escenarios después de la pandemia?

–Es una bocanada de aire, pero no ha cambiado mucho el circuito teatral. Sigue siendo difícil el teatro en Rosario, tiene que haber políticas culturales que alienten y que nos hagan dejar la pandemia atrás. También vivimos en una ciudad que tiene millones de problemáticas que hacen que la cultura quede, como siempre, en el último orejón de tarro. La convocatoria de espectadores también es un tema, los rosarinos no se desviven por ir al teatro y esto es un poco el precio que se paga por haber intelectualizado tanto el teatro en los últimos 30 años. Se volvió tan intelectual y para un solo sector, que la gente no tiene ganas de ir a ver cosas que no entiende y que no la representa. Nosotros, al haber tenido problemas con distintas cuestiones, hablamos con el idioma de la calle y eso hace que el público que nos sigue se sienta representado. Nos viene a ver gente común y eso me da orgullo, me parece que pudimos, a través del teatro, poner en cuestión problemáticas que reflejan la cotidianeidad.