Por Mario Luzuriaga

No hay nada mejor que hacer una fiesta y poder compartirla con amigos, pero qué pasa si algo sale mal. Eso es lo que plantea esta película de Nicolás Silbert y Leandro Mark, reconocidos por su película «Caídos del mapa» de 2013.

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Dante (Alan Sabbagh) un artista frustrado que custodia un museo, se separa de su novia. Es por esto que Alan (Nicolás Vázquez) un vendedor de bienes raíces decide organizar una gran fiesta junto a su otro amigo llamado Pedro (Benjamín Amadeo) . Luego de los excesos notan que falta un cuadro valioso que pertenece al dueño de la casa en la que hicieron la fiesta y se enteran que es un miembro de la mafia. De ahí en más vivirán graciosas situaciones y cruzándose con diversos personajes.

A nivel técnico la película está muy bien, los sets están muy bien ambientados, las escenas de peleas y de tiros está muy bien, algo que en nuestro país es muy difícil de hacer. A nivel guión al principio no se logra tener una simpatía con los personajes, hay cosas que se dejan de lado pero al momento que comienza la aventura se pone muy bueno y el humor empleado es una mezcla entre lo sano, lo burdo y lo inteligente.

Del trío el personaje que más construcción tiene es el de Dante porque tiene una historia la cual podemos comprender y Alan Sabbagh lo hizo muy bien pudimos entenderlo. Nicolás Vázquez tiene mucha onda y está muy bien en tele, estaría buenísimo que haga más cine y sentirse más cómodo. Es una lástima que no se pudo trabajar más el personaje de Benjamín Amadeo porque es un tipo muy talentoso y hubiese estado bueno poder ver más construcción en ese rol, pero si bien podría haber sido mucho mejor, va evolucionando a lo largo del filme.

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Hay que felicitar a los directores por elegir un reparto que acompañe a este trio, que está compuesto por grandes de la comedia nacional. Son actores que se dedican a hacer monólogos y stand up, que en los segmentos que aparecen son sensacionales. Julián Kartún interpreta a «Muñeco» un dealer de poca monta que tiene un problema con el habla y es el estereotipo de un marginal del conurbano bonaerense que es para llorar de la risa. Y ni que hablar de Luciano Rosso un gran actor que hace de rapero que la rompe con su séquito de perdedores. Por último debo destacar a César Bordón que interpreta a un villano que tiene problemas domésticos.

Para finalizar «La última fiesta» es una apuesta arriesgada, con un humor border con grandes actuaciones secundarias y que vale la pena ir a verla junto a un grupo de amigos antes de salir a un boliche.

Calificación: Buena.