Spike Lee se caracterizó siempre por elevar las voz de la gente de color a través de su cinematografía. Pero en esta oportunidad fue aún más allá y realizó una fuerte crítica al actual gobierno norteamericano, a través de un movimiento que marcó la historia de los estadounidenses.

La historia se sitúa en los años setenta en Colorado Springs, es ahí donde entra en la fuerza policial, un joven de color llamado Ron Stallworth (John David Washington) sufre discriminación dentro de su propio departamento y lo obligan a hacer tareas denigrantes. En un momento decide investigar sobre una facción que está en su ciudad y llega a ser un miembro activo del Klan, pero para eso necesita la ayuda del detective Flip Zimmerman (Adam Driver), de religión judía, para poder infiltrarse y lograr desbaratar al grupo.

Para el detective Stallworth este caso es una cruzada, para Zimmerman no lo es, pero el primero le aclara que tampoco le es ajeno al segundo, debido a que el Klan odiaba profundamente a los negros y judíos, como lo afirmaba el por aquél entonces «Gran Mago» del KKK, David Duke.

El clima que genera el propio Stallworth a la hora de comunicarse con miembros de la organización, son desopilantes y ahí está la maestría de los actores como la de los guionistas, en burlarse de la estupidez humana que hiciste, pregonando ideas discriminadoras y raciales.

Lee políticamente incorrecto (y a la vez correcto en sus ideales) hizo de su obra una enorme crítica del pasado y el presente de Estados Unidos y de los vínculos que hay entre esos grupos xenófobos con el gobierno norteamericano y arremete al final del filme con imágenes realmente fuertes, que hace que el mismísimo Michael Moore (director de Franenheit 9/11) sea Heidi, a nivel crítica hacia el sistema. Esperemos que por esta obra sea nominado y ganador de un Oscar al igual que la película.

Calificación: Excelente.