Por Santiago Fraga

Cuando hablamos de fútbol, sea en Rosario o en cualquier lado del mundo, las grandes marquesinas se reservan a las estrellas de la Primera División. Hojas y hojas de diarios, canales las 24 horas, decenas de horas de radio y miles de charlas de bar y de ofician se utilizan para hablar de aquellos privilegiados que trascendieron y lograron ser profesionales de uno de los deportes más populares del planeta.

Sin embargo, existe otra realidad que es inmensamente mayor: la de los que no llegan. Cientos de miles de jugadores que se quedaron en las divisiones inferiores, que sufrieron graves lesiones, que prefirieron jugar en el campo o que no querían adaptarse a las reglas que demandaba el juego en Primera.

Cada uno de ellos tiene un recorrido, y cada camino tiene miles de historias. Ésas, que también las vivió él, son las que rescata Hernán ‘Pulga’ Benedetto en su nuevo libro de cuentos: “Crónicas enanas, el otro lado del fútbol”.

Muchas de las historias son anécdotas de él, vividas a través de sus largos años en las divisiones inferiores de Newell’s Old Boys. Otras son de sus compañeros, o quizás también alguna de algún rival. Sobre ese proceso y esos cuentos dialogó Benedetto en una entrevista con Conclusión.

La presentación del libro tendrá lugar este sábado 20 de abril a las 19 en el Departamento de Cultura de Newell’s, donde habrá lectura de cuentos y se hará además entrega de los ejemplares que la gente haya adquirido por preventa.

– ¿Cuál es “el otro lado del fútbol”?

– El otro lado del fútbol es una parte sensible, que muchas veces se deja de lado, que hoy se está conociendo más gracias a muchos escritores y a muchas cosas que han sucedido. No es sólo los jugadores que juegan en una Primera División, sino que entiendo que hay otro lado que es mucho más grande desde los que no juegan en Primera y los valores y las cosas que se rescatan, amistades, juegos, vivencias. Ese sería el otro lado.

– En tu primer libro, “Diez cuentos que no son cuentos”, narrabas historias de aquellos que no llegaron. Del sacrificio, del camino. ¿Este va por el mismo lado?

– Sí, va a seguir narrando parte de esas historias, algunas un poco más fantásticas que otras. Con la literatura uno se permite algunas licencias de exageración, de ocultamiento. Me parece que es lo divertido. Son crónicas que de alguna manera son un tanto nostálgicas, divertidas. Quise rescatar valores, una percepción muy personal de lo que es el juego, el fútbol, la vida. Ojalá les guste.

– ¿Te ha pasado de que lo haya leído algún ex compañero y te haya expuesto sus interpretaciones?

– Sí. Me pasó un montón. Algunos buscan el rigor de la veracidad del dato. Es decir, cómo se acuerda este flaco de tal cosa, y la verdad es que me encanta mezclar datos y cosas que tienen realmente rigor cronológico y que son ciertas, que sucedieron, con otras que no tanto, y está la imaginación del lector también en pegar esas cosas. Eso es lo que tiene también la devolución de las redes sociales, que de otra manera cuando alguien compra un libro y se lo lleva a su casa pocas veces tiene una respuesta el autor. Lo que yo hice, que es ponerlo en las redes, es que exista una devolución y esa devolución fue completando las historias. Sería casi otro libro u otro cuento solamente las devoluciones y los aportes de la gente. Eso me resulta muy interesante.

– Claro, de esas devoluciones imagino que salen miles de historias nuevas.

– Me gusta estar perceptivo con lo cotidiano. Los jugadores y el fútbol son mucho más cotidianos de lo que pensamos y parece que sólo hay contar el éxito, el que jugó en Primera, el que tiene millones, y todos nosotros sabemos que eso es casi una falacia. Que son muy pocos los que juegan y que está buenísimo que también así sea. Sí estoy seguro que la realidad también pasa por otro lado.

– ¿Cuándo te surgió esto de empezar a escribir?

– El único lugar que jugué al fútbol fue en Newell’s. Primero en unas canchitas en frente al Gabino Sosa, que es el barrio en donde vivo, pero después jugué toda la vida de amateur en Newell’s. Entonces siempre tuve una manera de contar. A veces escribía, a veces no. Y el disparador fue Kurt Lutman. Al menos el mío. Él es el destrabador de cosas. Me decía “vos siempre escribiste, vos siempre hiciste un montón de cosas”… pero lo cierto es que con una frase que le dijeron a él, que es que “los sueños se hacen a mano y sin pedir permiso”, de alguna manera me sentí habilitado y con un empujón. De ahí empecé a rescatar. Siempre me gustaron otras cosas: la música, las artes, la literatura, pero lo de escribir y publicar fue Kurt Lutman el que me ayudó, me empujó, me iluminó, me convenció de escribir y poder plasmarlo. Hay autores, jugadores de fútbol, ex jugadores de fútbol. Lo que se está pidiendo a gritos es un poco de sensibilidad en los millones que ganan, y sobre todo en el recorrido. Que ese recorrido sea más grato, más común y más cotidiano.